45 años después: El día que el presidente Balaguer cayó en helicóptero próximo a Villa Altagracia en vuelo desde Puerto Plata
“La providencia y la Virgen de La Altagracia nos han salvado”, se atribuye decir a Balaguer tras la caída, y esa misma noche se presentó al canal estatal, Radio Televisión Dominicana, a dar cuentas al país de lo sucedido, rodeado de la cúpula militar.
Fernando Quiroz
Director de AplatanaoNews
Santo Domingo.- El viernes 10 de mayo de 1974, hace hoy 45 años, el entonces presidente Joaquín Balaguer se accidentó en el helicóptero que regresaba a Santo Domingo desde Puerto Plata junto a jefes militares.
De noche, en las proximidades de Villa Altagracia, con mal tiempo, el piloto perdió la visibilidad, y en la búsqueda de un espacio donde descender impactaron una mata de palma y se precipitaron a tierra.
Faltaban seis días para las elecciones, y la oposición, encabezada por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Acuerdo de Santiago, con don Antonio Guzmán como candidato presidencial, y el liderazgo de José Francisco Peña Gómez, secretario general de la organización, terminaron retirándose de ese torneo.
La prensa, incluyendo el periódico El Caribe, publicó en despliegue al hecho, desde la edición del 11 de mayo.
En su edición del 13 de mayo se hizo eco de las declaraciones del general Santos Mélido Marte Pichardo, asistente militar, quien acompañaba al presidente Balaguer, y ofreció declaraciones la noche antes a Radio Clarín. Definió al doctor Balaguer como un hombre de temple, sereno y que no se alteraba.
Les presentamos en este reporte de AplatanaoNews las versiones del periodista Juan R. Quiñones, testigo ocular, y del dirigente político y funcionario del gobierno de Balaguer, doctor Víctor Gómez Bergés.
Relato de periodista como testigo ocular
El 11 de mayo de 1974, bajo el título, “Un periodista relata accidente helicóptero del jefe del Estado”, el periodista Juan R. Quiñones escribió para El Caribe versión del hecho como testigo ocular.
“El helicóptero en que retornaba anoche, desde Puerto Plata, el presidente Joaquín Balaguer, tuvo que hacer, debido a las malas condiciones atmosféricas, un aterrizaje forzoso a la altura del kilómetro 40 de la autopista Duarte, entre la capital y Villa Altagracia. El jefe del Estado resultó ileso.
El doctor Balaguer, quien durante el día hizo campaña en la zona de Puerto Plata, salió de esta última ciudad a eso de las siete de la noche.
El helicóptero del presidente Balaguer era seguido por otro aparato, en el cual viajaba este reportero, quien había cubierto para El Caribe, las incidencias de la gira.
Los aparatos despegaron en Puerto Plata en buen tiempo, al cruzar la cordillera septentrional empezó, sim embargo, a disminuir, la visibilidad. Más adelante entraron en una turbonada y durante media hora los aparatos tuvieron que guiarse por instrumentos.
El helicóptero en que viajaba este reportero iba a la zaga del aparato del Presidente. Durante un largo rato lo único que desde nuestro helicóptero se podía ver era la luz roja del helicóptero delantero así como la delos automóviles que transitaban por las carreras.
Era evidente ya que el piloto del helicóptero del presidente buscaba un lugar apropiado para realizar un aterrizaje de emergencia. La búsqueda se inició, aparentemente, después de pasar Piedra Blanca, y todavía al cruzar por Villa Altagracia, la falta de visibilidad hacía imposible cualquier intento de descenso.
De repente vimos el helicóptero presidencial dar un giro hacia la izquierda de la autopista, en dirección norte a sur, encender el farol delantero y empezar el descenso.
Tan pronto nos dimos cuenta de que el primer aparato había hecho el aterrizaje nuestro helicóptero empezó la búsqueda de un sitio para bajar también y aterrizó en plena autopista en un lugar próximo aquel en que se encontraba el helicóptero en que viajaba el presidente.
Antes de iniciar nuestro propio descenso nos pareció que el aparato del presidente había dado contra algo y que se había producido un incendio.
Ya en tierra los ayudantes presidenciales que viajaban en el segundo helicóptero salieron a prestar ayuda a los ocupantes del otro aparato.
Mientras tanto, el piloto y este reportero se ocuparon de detener el tránsito de vehículos por la autopista Duarte.
Minutos después los ocupantes del helicóptero presidencial del helicóptero presidencial se subieron al helicóptero escolta y siguieron viaje al aeropuerto de Herrera en esta capital.
Con el jefe del estado viajaban el contralmirante Ramón Emilio Jiménez hijo, secretario de las Fuerzas Armadas, el mayor general Santos Mélido Marte, y el jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, general Eligio Bisonó Jackson”.
Revelación de Víctor Gómez Bergés
Víctor Gomez Bergés, abogado, político y escritor, quien ocupó varias funciones en gobiernos de Balaguer, incluyendo canciller, narra en su libro Balaguer y Yo: la historia, tomo II.
ACCIDENTE DEL HELICÓPTERO DE BALAGUER EN VILLA ALTAGRACIA
“Al comenzar la noche del 10 de mayo de 1974, faltando seis días para las elecciones, el presidente regresaba de Puerto Plata a bordo de su helicóptero, donde había estado ese día en actividades proselitistas. Luego de pasar sobre Villa Altagracia, en medio de una inmensa lluvia que dificultaba la visibilidad, fuertes vientos sacudían la nave y ante estas dificultades, el piloto decidió bajar en medio de una propiedad cultivada de «yerba de guinea« a unos 800 metros de la autopista, con tan mala fortuna que no advirtió que donde iba a posar el aparato había una mata de palma.
Segundos antes de tocar tierra, las aspas principales trozaron el árbol, la nave perdió sustentación y se precipito a la tierra hacia una hondonada. No llego al fondo porque al estar la tierra húmeda y blanda, los estribos del aparato se hundieron, impidiendo que siguieran rodando hacia la profundidad, lo que probablemente hubiera sido fatal.
Acompañaban a Balaguer, Ramón Emilio Jiménez, Secretario de las Fuerzas Armadas; el general Santos Mélido Marte Pichardo, asistente militar; el general Eligio Bisonó Jackson, jefe de los ayudantes militares; el piloto, coronel Leonel Muñoz y el copiloto, teniente coronel Elián Medina Hernandez.
Cuando lograron salir del aparato, Jiménez trato de orientarse y alcanzó a ver el parpado de las luces de los vehículos que transitaban en la autopista. Caminaron en la oscuridad en esa dirección, bajo un intenso aguacero.
Balaguer perdió los lentes con el impacto y su visión era dificultosa, lo que obligó a sus acompañantes auxiliarlo entre las brumas de la noche, la lluvia incesante y los matorrales del campo.
Hay una anécdota, propia de la personalidad del presidente, que circulo profusamente y que en medio de las dificultades al caminar, mojándose intensamente, llamo la atención de sus acompañantes para lamentarse de que esta lluvia me va a dar gripe, malestar del que se cuidaba en extremo. No comento nada cerca del accidente, ni de los fuertes golpes que sufridos en el costado, una pierna y sobre un ojo, le faltaba de los lentes o la eventualidad de haber perdido la vida. Solo se limitó al comentario señalado.
El helicóptero escolta en el que viajaban sus ayudantes militares, coronel Saturnino Ramírez y mayor Félix Polanco, al ver desde el aire el accidente, pensaron lo peor y ordenaron al piloto seguir hacia la capital, a dar la noticia. No intentaron ni siquiera comprobar el resultado del accidente.
El país se encendió de rumores hasta que una hora después arribo a su residencia en un destartalado carro público que fue ocupado al salir a la autopista. Fue recibido entre llantos y angustias por sus hermanas.
Recibí la noticia por conducto de una de ellas y seguido salí para la residencia presidencial. Al llegar, una caravana de vehículos salió hacia el sur, la seguía hasta el hospital Marion, donde fueron todos los accidentados a realizarse chequeos médicos. Concluidos los exámenes y Balaguer salir del consultorio del director del centro médico, Clarence Charle Dunlop, a quien primero vio fue al autor sin mediar saludos, me solicito llamar a Ramon A. Font Bernard, director general de RTVD para que anunciara una comparecencia suya de los próximos minutos para dar cuentas al país al país del hecho que acababa de ocurrir, comentándome que era vital su mensaje. Cumplidas las instrucciones, salimos en dirección a la planta televisora y desde allí se dirigió a los dominicanos, resaltando que agradecida su vida a su fe en Dios y su confianza en la Virgen de la Altagracia, apuntando: Si he sobrevivido es por la Providencia considera que todavía mis servicios pueden ser útiles a mis conciudadanos.
Al abordar los automóviles en el hospital hacia la emisora, le consulto si la manifestación programada para mañana en San Francisco de Macorís, la suspendía o él estaba en condiciones de asistir a la misma. Su respuesta inmediata fue: Ahora con mayor razón para asistir, imagínese usted que no vaya, el comentario será que el presidente murió anoche. Llame y confirme mi asistencia más temprano. Ese era Balaguer.
Al salir de RTVD, llame a los dirigentes responsables de la organización del mitin, entre ellos a Carlos Ramón Domínguez y Mario Fernández Mena, para ratificarles que el presidente llegaría a una hora antes de la programada para la concentración.
A las 5:00 a.m. de la mañana salí a San Francisco de Macorís, pero antes me detuve en el lugar del accidente donde puede comprobar el grave estado en que quedo el helicóptero y el riesgo que corrieron el presidente y sus acompañantes esa noche.
Contemplando la escena del accidente, me vino a la memoria, una expresión que había escuchado de labios del padre Oscar Robles Toledano, de que «Balaguer ha sido un hijo mimado de la fortuna«.
Seis días después del accidente se celebraron las elecciones que gano nuevamente Balaguer, concluyendo el segundo cuatrienio de su primera etapa de gobierno con la oposición sublevada, la opinión continental en permanente observación y en medio de un gran escepticismo, por realizarse las mismas sin contendor válido, alegando los demás partidos falta de garantías.
Más que falta de garantías lo que hacía falta era un candidato capaz de derrotar un presidente que venía transformando el país para bien de todos”.
Fuente: Archivo General de la Nación, periódico El Caribe, libro Balaguer y Yo: la historia