El debate Biden-Trump, sin público y con micrófonos silenciados
Joe Biden y Donald Trump no tendrán teleprónteres ni pequeñas fichas preparadas, tampoco podrán reunirse con sus equipos durante las pausas publicitarias
Washington.- La cadena CNN transmitirá este jueves 27 de junio el primer debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump, una cita insoslayable que puede decidir las elecciones. Para evitar el caos del duelo de 2020 entre los dos candidatos, los micrófonos permanecerán silenciados fuera del turno de palabra y no habrá público en la sala.
La CNN espera evitar la cacofonía que dominó el primer duelo televisado de las elecciones presidenciales de 2020. En primer lugar, el debate se celebrará sin público en los estudios de la cadena en Atlanta, a partir de las 21H00 (01H00 GMT del viernes). Por ello, el micrófono de Joe Biden se silenciará cuando hable Donald Trump y viceversa.
Los dos candidatos de más edad de la historia estadounidense -Biden tiene 81 años y Trump 78- estarán de pie detrás de un atril durante 90 minutos.
CNN asegura que sus dos moderadores, Jake Tapper y Dana Bash, figuras de la cadena, «utilizarán todas las herramientas a su disposición para hacer respetar los tiempos de palabra y garantizar un debate civilizado».
Trump tendrá la última palabra
Una moneda lanzada al aire determinó que Joe Biden podía elegir el lugar que deseaba ocupar en el podio -escogió la derecha- y el orden de las declaraciones finales. Trump tendrá la última palabra en el debate.
Sin verificación de datos en directo
La CNN no ha informado de sus preguntas ni prevé hacer una verificación de datos en tiempo real.
«Uno de los problemas de un debate con Donald Trump», que repite por ejemplo sin pruebas que le robaron la elección de 2020, «es que los moderadores no pueden verificar los hechos en tiempo real y es mejor así, ya que sería muy arriesgado y perturbaría el debate», dice Kathleen Hall Jamieson, profesora de comunicación en la Universidad de Pensilvania. «El riesgo es que más que informar, el debate puede multiplicar las informaciones inexactas», dice.
Joe Biden y Donald Trump no tendrán teleprónteres ni pequeñas fichas preparadas, pero sí con qué tomar notas. Tampoco podrán reunirse con sus equipos durante las dos pausas publicitarias.
Fox News también difundirá el debate
Los dos candidatos han privilegiado la cadena de información CNN en detrimento de la Comisión de Debates Presidenciales, un organismo independiente. Ante lo que está en juego, la cadena del grupo Warner Bros. Discovery ha autorizado a sus rivales a difundir el debate simultáneamente, con el logo CNN y sin comentarios externos. Esto significa que los fieles de la conservadora Fox News podrán permanecer en su cadena preferida. Fox News prevé un programa especial dos horas antes del debate, con sus editorialistas Jesse Watters o Sean Hannity, que atacan regularmente a la CNN, a la que consideran «anti-Trump». El segundo ya ha tildado a Jake Tapper, uno de los moderadores del debate, de «militante de la izquierda radical que se esconde detrás de una máscara de periodista».
¿Qué impacto?
Cita insoslayable de una campaña presidencial estadounidense, se espera que el debate sea ampliamente seguido y alcance récords de audiencia, como el duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump, con 84 millones de espectadores, o los 73 millones del primer debate entre Biden y Trump en 2020.
Es la primera vez que el debate se organiza tan pronto, a más de cuatro meses de la elección. Los candidatos todavía no han sido oficialmente designados por sus respectivos partidos. «El riesgo es que el público estadounidense no preste mucha atención a la actualidad durante el verano», dice Kathleen Hall Jamieson.
«En general, los debates presidenciales no afectan a un número suficiente de votos para decidir el resultado de unas elecciones. Pero cuando una elección es reñida, como puede ser ésta, desempeñan un papel importante», agrega.
El 10 de septiembre habrá un segundo debate en la cadena ABC, a dos meses del escrutinio.
Fuente: Diario de las Américas
Con información de AFP
Foto de archivo: El Economista