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Emergencia en la montaña de Puerto Rico: “Tenemos gente con hambre”
Problemas de comunicación y coordinación evitan que los suministros lleguen a los miles de afectados
Utuado, Puerto Rico. – La devastación causada por el huracán María y los problemas en la administración de los recursos, mantienen a dos barrios casi incomunicados y muchas vías intransitables, mientras buena parte de la población comienza a ser sacudida por el hambre, la falta de servicios médicos y la escasez de agua.
Por el momento, la prioridad en este pueblo es atajar el problema de comunicación y la distribución de suministros de agua y comida. Pero las intenciones oficiales se retrasan por las múltiples capas de mando y los problemas de comunicación y coordinación.
Por ejemplo, el sábado, la primera misión era llevar agua y comida al incomunicado sector Veguita, ubicado justo en el borde del Lago Caonillas. El objetivo de la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias (OMME) era aprovechar unos botes que habían sido lanzados en el lago para llevar los suministros de asistencia enviados por el gobierno estadounidense.
Pero, en el camino se abortó la misión. Los rescatistas del llamado Task Force, liderados por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) no esperaron a las brigadas municipales y se marcharon del lugar para continuar con las inspecciones. Los suministros se quedaron en una camioneta pickup que el ayuntamiento estaba usando para distribuir comida y agua para los damnificados.
Había, sin embargo, una promesa, de llevar los suministros en helicóptero. Pero esto no calmó a los rescatistas municipales porque reportes extraoficiales apuntaban a que ayudas previas llevadas en helicóptero habían sido acaparadas por personas que dejaron a muchas familias sin su ración de alimentos y agua.
“Es bien difícil porque Utuado es bien grande. Nos estamos moviendo, pero es mucho el trabajo”, dijo el alcalde de este pueblo, Ernesto Irizarry Salvá.
Tras el paso del huracán María, el tránsito este pueblo es una gran complicación. De hecho, la parte norte del casco urbano parecía militarizada, con una gran cantidad de soldados en las calles. Allí maquinaria pesada todavía intentaba deshacerse de los escombros que dejaron los vientos del ciclón y las inundaciones, principalmente en la zona urbana.
Pocas vías transitables
La gran mayoría de las carreteras, aún en el centro del pueblo, estaban casi intransitables. Los cables del tendido eléctrico, telefonía e internet permanecían en medio de las carreteras, enormes árboles obstaculizaban parcialmente las vías, y la tierra caída por deslizamientos continuaba en las esquinas aumentando el peligro de conductores y pasajeros. Se trataba de un panorama similar al que vivió prácticamente todo Puerto Rico el primer y segundo día después del huracán María, con la diferencia de que en Utuado esos problemas continuaban más de una semana después.
La ayuda se repartía principalmente en las comunidades del casco urbano. El municipio, que se supone que se encargue de la distribución del agua y comida, solo tiene la capacidad de atender dos comunidades al día, además de la entrega a los que llegaran al estadio municipal. Eso es así aun cuando la operación cuenta con el apoyo de efectivos de la Guardia Nacional, FEMA y equipos enviados desde Nueva York y otras jurisdicciones en los Estados Unidos.
A cada persona le daban cuatro botellas de agua y una caja con comida enlatada, frutas secas, leche, galletas saladas y barras nutritivas. El estimado era que, si estiraban las raciones, era comida suficiente para dos días.
Aún con la asistencia estadounidense, para el sábado no se había logrado llegar a la mayor parte de las comunidades en los barrios Don Alonso, Goaonico y Santa Isabel. Del mismo modo, los sectores Caniaco, Las Cuevas y La Jungla también tenían problemas de comunicación terrestre.
Para el sábado todavía no se había abierto completamente el paso por las carreteras PR-603, PR-605, PR-607, PR-612 y PR-140. “Se está trabajando en eso”, sostuvo el alcalde.
Temen haya más muertos
José Luis Matías Ocasio, rescatista de la OMME de Utuado, indicó que se teme que en algunos sectores del barrio Don Alonso estén los cuerpos de personas que murieron en sus casas durante el huracán, lo que representaría un grave riesgo para la salud de los sobrevivientes de la zona.
Utuado es uno de los pueblos donde se reportaron fatalidades con el paso del ciclón. Específicamente, tres hermanas murieron al caer un alud de tierra sobre la casa en la que se refugiaban en el sector San Miguel. Los cuerpos no pudieron ser sacados de los cuartos repletos de lodo hasta el pasado jueves.
Pero la crisis ambiental no termina ahí. Actualmente, sólo se recoge la basura en los sectores San José y el casco urbano. Por otro lado, el alcalde de Utuado indicó que las tuberías de alcantarillados que cruzaban sobre el Río Grande de Arecibo en el sector Río Abajo colapsaron por lo que las aguas usadas se están descargando en este cuerpo de agua que, en parte, abastece el sistema del Superacueducto. La tubería discurría por un puente de una carretera rural que, según el ejecutivo municipal, ya no existe. Un deslizamiento de tierra la eliminó.
“Vamos a tener una crisis ambiental si eso no se atiende pronto”, dijo el alcalde.
Irizarry Salvá se veía abrumado por la situación. La emergencia en este pueblo no parecía estabilizarse. No daban abasto repartiendo la ayuda . Tenían problemas llegando hasta los pacientes de diálisis y cáncer de modo que pudieran ser transportados a recibir tratamientos. Del mismo modo, según el alcalde, los medicamentos no son suficientes, pero se esperaba una ayuda de la Guardia Nacional para abastecer el pueblo con medicinas.
El flujo de comida y bienes básicos a través de las cadenas de distribución privadas eran casi nulas. Eran muy pocos los comercios que habían logrado abrir sus puertas y las filas por la gasolina, al igual que en el resto del país, eran kilométricas.
“Tenemos gente con hambre en Utuado. Puede que la gente tenga dinero, pero (para el viernes) no había nada qué comprar. Solo ha abierto el puesto de pinchos”, explicó Irizarry Salvá.
A secas
El agua potable comenzaba a escasear. En cada comunidad era lo que más pedían los residentes. “Ya nos queda poquitita”, exclamó un hombre de más de 70 años que dijo llamarse Julio Méndez del sector Cumbre Alta. Su súplica era mientras esperaba por las cuatro botellitas de agua por persona que se repartía en la camioneta municipal amarilla.
Eran muchas las promesas para estabilizar el municipio que no llegaban. La Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), por ejemplo, se había comprometido con enviar al municipio un camión cisterna para agilizar y aumentar la capacidad de distribución, pero para el sábado el vehículo no había llegado. “No es lo mismo llevar botellitas que llenarle las cisternas”, dijo el alcalde. La cantidad de abonados con servicio de la AAA era muy poca y se limitaba a algunos sectores del barrio Ángeles en Utuado.
Fuente: elnuevodia.com