Reflexiones sobre la apariencia
Pienso y Luego Escribo
Iranna Flaviá Luciano
Vivimos en un mundo material, donde todo es ver para creer, o más bien tocar para creer, donde el alma es intangible y muchas veces pasa a un segundo plano.
No se valora lo mejor de las personas por eso de que lo lleva dentro, basado en el refrán de que caras vemos corazones no sabemos.
La apariencia es de todo lo que está revestida una persona, que lo lleva a colocar un lugar de aceptación en la sociedad y hacerlo un blanco de bien visto potenciable.
Pero qué sucede en un mundo donde todo es apariencia?
Muchas veces se mide a la persona por su imagen, más no nos detenemos a verlo realmente como es.
Se vive y se lucha por ser aceptados, pertenecer a un grupo determinado, fundirnos en lo que los demás que han logrado el éxito proyectan.
Sentirse querido es una condición buena, pero luchar por aceptación a veces nos conduce por caminos que nos alejan de nuestra esencia.
Nuestra esencia exige y nos pide que siempre estemos en contacto con el yo, nuestros objetivos, nuestras ambiciones, y encaminarse por senderos de luz.
Conocerse es una tarea bastante compleja en un mundo cambiante, donde el ser humano va evolucionando, más no deja de ser el mismo.
No dejamos de hacernos las mismas preguntas que solo el tiempo se encarga de contestar, Quién soy? A qué he venido? Hacia dónde voy? Cuál es mi finalidad en este mundo? Qué quiero?
Nuestra alma que no necesita de la apariencia necesita estar libre de ataduras mentales, por estar en constante perfeccionamiento.
Pienso y Luego Escribo: Si nos detenemos a pensar y reflexionamos sobre nuestra apariencia, no nos queda más que decir que no es más que un trozo de hielo en la escarcha con relación al alma.