CARTA PASTORAL DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO: LA MUJER EN LA SOCIEDAD DOMINICANA
CARTA PASTORAL DE LA CONFERENCIA
DEL EPISCOPADO DOMINICANO
LA MUJER EN LA SOCIEDAD DOMINICANA
21 DE ENERO DE 2017
Introducción
- En la solemne fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo Dominicano, como pastores, esta vez hemos puesto nuestra mirada en un tema crucial, en una realidad vital para nuestro país: la mujer en la sociedad dominicana. De hecho, está en sintonía con el Itinerario de Evangelización del Tercer Plan Nacional de Pastoral para el 2017: «Un pueblo en misión, sensible a la solidaridad, que participa en pequeños grupos de vida, comunidades y organizaciones». Tanto la temática escogida como el referido itinerario, promueven la convivencia pacífica en equidad, comunión, justicia y participación integral.
- No pretendemos abordar de modo exhaustivo este tema, sino compartir con ustedes aspectos importantes y urgentes desafíos, sobre todo en aquellas situaciones que laceran no sólo la dignidad de la mujer, sino la misma condición de todo ser humano.
- Vaya desde ahora nuestra acción de gracias a Dios por la vida de todas las mujeres de nuestra patria, de cualquier época y condición, por su inconmensurable aporte a nuestra sociedad. Pensamos, por supuesto, en nuestras madres, hermanas y parientes, pero como pastores hemos visto ampliarse considerablemente nuestra familia con una multitud de madres y hermanas que han llegado a ser para nosotros como de nuestra propia sangre. ¡Cuánto heroísmo, a través del tiempo, en tantas mujeres de nuestro pueblo! No nos cansamos de agradecer a Dios por cada una de ellas.
- Con mirada de pastores, queremos en primer lugar dar un vistazo a lo que nos presenta la realidad contextual dominicana de cara a la mujer, para luego dejarnos iluminar por la Palabra de Dios, donde encontramos la correcta visión sobre la realidad femenina, su dignidad y grandeza. Y concluir, desde la perspectiva del magisterio, con un discernimiento y valoración del rol preponderante que desempeñan nuestras mujeres de fe en la Iglesia.
- Realidades de la mujer en República Dominicana
- La mujer dominicana es casi la mitad de la población nacional: 50.2% es masculina, y el 49.8% es femenina (1). El deterioro familiar ha incrementado el liderazgo exclusivamente femenino en los hogares. Nuestro país, en el marco latinoamericano y caribeño, posee uno de los más altos niveles en disolución marital. El concepto «hombre proveedor» desvanece. Ella asume tareas de proveer y cuidar, realidad que exige trabajos informales para garantizar flexibilidad de horario; las estadísticas muestran mejorías en las viviendas que estas mujeres lideran(2). El Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) reconoce el trabajo doméstico, no remunerado, como productivo. Pero no lo registra en el sistema como aporte económico, como sucede en otros países. El 96.5% de estas labores son realizadas por mujeres(3).
- Es de alabar el hecho de que la mujer dominicana cada vez más se preocupa por su propia formación y desarrollo, con una participación más activa y de incidencia en la vida social y política de la nación. Con su capacitación profesional, como lo testimonian las matrículas y graduaciones universitarias (62.8% mujeres, 37.2% hombres)(4) ella va ocupando puestos en las diversas esferas laborales que le auguran un mejor porvenir para sí misma y su familia. Es deseable que sus esfuerzos y sacrificios sean bien valorados.
- Como nota muy positiva debemos destacar la labor que en nuestra sociedad realizan muchas mujeres en todas las áreas profesionales. Con su trabajo, disciplina y pensamiento, aportan eficazmente al desarrollo dominicano. Varias figuras femeninas descuellan en la promoción de valores humanos y cívicos, enalteciendo el ejercicio y la ética profesional.
- Es importante destacar que también en el campo de la política se está tomando conciencia del aporte que la mujer, con su especial sensibilidad humana, puede dar a la sociedad. Así lo muestran los datos de la recién pasada contienda electoral del 2016. El 44.32% de las candidaturas para todos los cargos fueron mujeres, y el 55.68% hombres. Sin embargo, se destaca la ascensión femenina a puestos de segunda autoridad o suplencia como vicepresidentes, vicealcaldesas, subdirectoras, suplente de regidor, etc.(5). La participación actual de la mujer en los gobiernos locales es clave para la promoción de una política integradora.
- Hemos de reconocer también el aporte que dan a nuestra economía nacional muchas de nuestras mujeres que han tenido que sufrir el problema de la migración. El 54% de las remesas recibidas en el país, a través de canales formales, provienen de mujeres migrantes(6).
- Son heroínas nuestras mujeres más pobres, madres del campo y de los barrios de nuestras ciudades, que poseyendo menos estudios y, consecuentemente, con menos posibilidades de trabajo formal (7), viven una vida de muchos sacrificios, trabajando duramente en medio de precariedades para sostener sus hogares.
- No obstante lo anterior, la pobreza y el analfabetismo generan grandes problemas que afectan también significativamente a nuestras mujeres, como es el embarazo en edad temprana, cuyas causas principales son la desintegración familiar, la falta de educación en valores, la mentalidad subjetivista, relativista y de consumo de nuestra sociedad actual. Se evidencia la necesidad de reforzar nuestras familias, de seguir educando fundamentado en valores, sobre todo en el ámbito de la sexualidad, a nuestros niños y adolescentes; además de esto, hace falta que las autoridades tomen medidas más eficaces para impedir que se promueva libremente en los medios, la violencia, la vulgaridad y las expresiones dañinas, especialmente para los más jóvenes.
- Por otro lado, notamos que una espiral de violencia invade los espacios de la sociedad dominicana. Dicha violencia alcanza diversos escenarios, entre ellos: el intrafamiliar; el laboral; el vinculado a un contexto social y cultural, donde se somete a la mujer por el hecho de serlo; de conflictos de relaciones de parejas y exparejas (8). Es oportuno recordar que conforme a la ley 24-97 es un delito la violencia contra la mujer.
- Aunque las mujeres pobres son las más afectadas, la violencia contra ellas se registra en diversos estratos sociales. La violencia en la familia es escuela de resentimiento y odio en las relaciones humanas básicas (9). El reporte de la Procuraduría General de la República confirma que el nivel de denuncia femenina es mayor que las órdenes de protección. En el 2014, se emitieron 271.4 órdenes para cada 1,000 denuncias(10). Desde enero hasta julio del 2016 se han registrado 98 homicidios y feminicidios, contra mujeres en edad de 18-34 años11. La ley 88-03 afirma que es un derecho tener garantizado un hogar de refugio para mujeres, niños y niñas amenazados de muerte y agresión física, verbal, sicológica y sexual.
- Sentimos profundo dolor con el drama de tantos niños y niñas huérfanos que ven morir a su madre por manos de su pareja, con el agravante suicidio de su padre, deján- dolos en total abandono por la ausencia de una respuesta del Estado.
- La precaria situación del hogar o la pobreza, incitan a muchas jóvenes hacia la actividad de la prostitución. En muchos casos, detrás hay una historia infantil triste y desconcertante: golpes, violaciones, humillaciones, desamparo, etc. Estos son algunos de los factores que las empujan a la calle. Estudios revelan los múltiples abusos que sufren a manos de clientes(12). Algunos de ellos les exigen el uso de drogas, prometiéndoles mejor remuneración (13). Cuando son madres, la adicción genera, al mismo tiempo, niños desamparados, aumentando de este modo la tragedia.
- Otro mal poderoso y «silencioso» es la trata de personas. El país ha sido identificado como proveedor de mujeres para el negocio ilícito de la industria del «entretenimiento mundial» (14). En este orden, esperamos que se hagan mayores esfuerzos en la aplicación de ley 137-03 que condena la trata ilícita de personas.
- Vemos también los rostros de tantas madres de policías sentenciadas al sufrimiento cuando estos salen a las calles arriesgando sus vidas con sueldos de miseria, y un poder judicial lleno de precariedades y poco control de los jueces y fiscales que con tanta facilidad liberan a delincuentes; y además con un Código Penal que no sanciona ejemplarmente a los que tanto daño hacen a la sociedad. Y también los rostros de tantas madres que como a María, la espada de la inseguridad ciudadana les atraviesa el corazón al ver a sus hijos morir en manos de delincuentes o de policías en «intercambios de disparos»; además, de las madres de jóvenes sin oportunidades, víctima del narcotráfico, atrapados por la ola de violencia, atracos y robos.
- Hemos de señalar que en el viacrucis de sus vidas, muchas mujeres dominicanas transitan por la calle de la amargura y el sufrimiento, cargando con los pecados y errores de una sociedad que no las valora ni respeta; condenadas a grandes sacrificios de pago de impuestos para mantener la vida de confort de muchos políticos sin escrúpulos. Las garras de la corrupción impenitente las despojan a ellas y a sus familias de las vestiduras, de la comida, de la medicina… y las condenan a tener que vivir debajo de los puentes o a orillas de ríos y cañadas, mientras desde su pobreza observan cómo algunos políticos disfrutan sin consecuencias e impunidad de riquezas mal habidas. Mujeres que, como Jesús camino al calvario, caen al suelo una, dos, y más veces, por el peso insoportable de una canasta familiar inalcanzable y el drama de sus hijos pasando hambre. Falta la conciencia de un Estado que como el Cirineo esté dispuesto a hacer sacrificios reduciendo el gasto de la burocracia y el clientelismo político para ayudar al desarrollo de la familia dominicana.
- La gran mayoría de nuestras mujeres dominicanas, tienen que cargar con la cruz de un sistema de salud inoperante para los que no tienen recursos, rebotadas de las clínicas privadas por no tener seguro ni dinero, empujadas a hospitales públicos deficientes, teniendo que pagar los precarios(10) servicios que les ofrecen. Otras instancias del Estado creadas para la protección de la mujer, viven entretenidas con la agenda anti-vida internacional, encubierta en la ideología de género y hacen muy poco por asumir y encarar los verdaderos problemas que aquejan a las mujeres dominicanas.
- En esta sociedad capitalista, donde lo que cuenta para mucha gente es sólo el tener, el consumismo y la vida fácil, la mujer está siendo el ser más atacado. Las élites de ciertos países ricos, dueños de los grandes laboratorios y fábricas de armas mortales, bajo el pretexto de la «superpoblación mundial», con el apoyo de organismos internacionales de prestigio, se han inventado la ideología de género, cuyo propósito principal encubierto es destruir la familia y arrasar con todos los principios éticos y morales. Invierten cuantiosas sumas de dinero, en los países del tercer mundo como el nuestro, montando campañas mediáticas, comprando autoridades y presionando a gobiernos para imponer sus criterios. Es todo el trasfondo de la ideología de género, usando como pretexto la liberación femenina. Es esa corriente ideológica la promotora del libertinaje sexual en adolescentes y jóvenes, del homosexualismo, del lesbianismo y del aborto.
- El Papa Francisco nos pone en alerta sobre esta corriente ideológica: «Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo». Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños»(15).
- Y en lo que tiene que ver con el aborto que a ningún católico le quepa la menor duda de que éste es uno de los peores crímenes de la humanidad, como bien lo enfatiza el Papa Francisco: «El aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto» (16). Y agrega: «Es necesario reiterar la oposición más firme a cualquier atentado directo a la vida, especialmente inocente e indefensa, y el nonato en el seno materno es el inocente por antonomasia. Recordemos las palabras del Concilio Vaticano II : ‘La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables»(17).
- Pero el aborto no sólo es un asunto de moralidad: «El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico. Se asesina a una persona para salvar a otra (en el mejor de los casos) o para vivir cómodamente. Va contra el juramento hipocrático que los médicos deben hacer. Es un mal en sí mismo, pero no es un mal religioso al inicio: no, es un mal humano. Después, evidentemente, como es un mal humano, cada asesinato es condenado» (18).
- En esta sociedad marcada por el afán del dinero se instrumentaliza todo. También a la mujer dominicana se quiere instrumentalizar y usar como a un bien de consumo. Muchas veces tanto ella como el fruto sagrado de su vientre son vistos como un objeto desechable. Constantemente el Papa Francisco nos hace referencia sobre esta mentalidad del descarte: «Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no’ a una economía de exclusión y la desigualdad. Esa economía mata. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además se promueve. Y así se descarta también la vida» (19).
- No obstante lo anterior, a pesar de todas estas dificultades, nuestras mujeres, generosas y trabajadoras están llenas de esperanza, con la conciencia de que todo su sufrimiento no será en vano y que llegará el día en que se encenderá la luz de la resurrección en nuestro pueblo, y habrá respeto a la dignidad humana, oportunidad de educación y de trabajo para todos, y donde florecerán la unidad, el amor, la paz y la felicidad para todas nuestras familias dominicanas.
Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez,
Arzobispo Emérito de Santo Domingo,
Francisco Ozoria Acosta,
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América
Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez,
Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros
Gregorio Nicanor Peña Rodríguez,
Obispo de la Altagracia, Higüey
Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
José Dolores Grullón Estrella,
Obispo de San Juan de la Maguana
Vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
Diómedes Espinal De León,
Obispo de Mao-Montecristi
Julio César Corniel Amaro,
Obispo de Puerto Plata
Víctor Emilio Masalles Pere,
Obispo de Baní
Fausto Ramón Mejía Vallejo,
Obispo de San Francisco de Macorís
Andrés Napoleón Romero Cárdenas,
Obispo de Barahona
Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez,
Obispo de La Vega
Rafael Leónidas Felipe Núñez,
Obispo Emérito de Barahona Administrador Apostólico de San Pedro de Macorís
Valentín Reynoso Hidalgo,
M.S.C., Obispo Auxiliar de Santiago de los Caballeros
Carlos Tomas Morel Diplán
Obispo Auxiliar de Santiago de los Caballeros
Ramón Benito De La Rosa y Carpió
Arzobispo Emérito de Santiago de los Caballeros
Fabio Mamerto Rivas Santos
S.D.B., Obispo Emérito de Barahona
Jesús María De Jesús Moya,
Obispo Emérito de San Francisco de Macorís
Antonio Camilo González,
Obispo Emérito de La Vega
Pablo Cedano Cedano,
Obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo
Amancio Escapa Aparicio, O.C.D.,
Obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo
Enlace para texto
http://conferenciadelepiscopadodominicano.com/cartas-pastorales/1175-carta-pastoral-enero-2017