Raquel Peña resalta 100 años de la Cámara Española como puente de
Las pequeñas cosas
Pienso y Luego Escribo
Iranna Flaviá Luciano
Estamos en un nuevo año, tiempo de valorar lo aprendido y de encaminarse hacia nuevos senderos, siempre más y mejores productivos.
Como decía en mi artículo anterior, año nuevo vida nueva, ese es el nuevo concepto, la nueva forma de vivir.
Soy amante de la música en todas sus versiones, la escucho, la admiro, me transporta, me dedico a prestar especial atención a cada palabra, frase, que en ella se dice porque siempre conducen a una historia, una enseñanza.
Hay canciones que las prefiero unas más que otras, cuestión de gustos, cuestión de momentos, lo cierto es que es así.
Andando de copilota en mi carro escuché una canción excelentemente bien interpretada por Miriam Cruz, las pequeñas cosas.
Aunque pareciera una historia de una pareja y de un día de sus vidas, ella habla de las pequeñas cosas de la vida.
Siempre he sido de las que he valorado las pequeñas cosas de la vida, que simplemente son las grandes.
No entiendo porque las cosas necesarias, que le dan sentido a la vida, que nos ayudan a ver más y mejor las cosas solemos llamarles pequeñas.
Ciertamente pudieran llamárseles así porque tal vez están a la vista, en nuestro diario vivir y simplemente las vemos como normales.
Pero, cómo disfrutar de aquellas cosas que siempre están ahí y pasamos por alto? Teniendo apetito por la vida.
El apetito por la vida es disfrutar de cada cosa en su momento y lugar preciso, conociendo su inicio y su fin, sus interioridades.
Hay muchas cosas que el dinero no puede comprar y sí podemos saborear, que es el disfrutar, ver, oler, palpar, degustar, y de ahí el apetito por la vida, que no es más que abrir el cuerpo, el alma y el espíritu a aquellas cosas que no son pasajeras, y que se guardan en el recuerdo para siempre.
Pienso y luego escribo: Conoces tú las pequeñas cosas?