¿Por qué nos comemos las uñas? La psicología tiene la respuesta
Si bien es un hábito común en el 30% de los niños y el 45% de los adolescentes, a partir de los 18 años por suerte disminuye. Ahora bien, cuando un adulto no puede dejar de hacerlo, la ciencia tiene una explicación.
La psicología define el hábito de comerse las uñas como onicofagia y, como consecuencia, no solo se ve afectada la apariencia del dedo sino que también la salud bucal. Diferentes estudios científicos revelan que esta mala costumbre responde a una conducta y estrategia contra el estrés.
Durante la infancia los niños lo hacen ante momentos de angustia, o cuando escuchan una historia de terror o triste, en el caso de los adultos el trasfondo es diferente. Según los expertos, esta sería la forma automática para descargar algo de tipo tensional o emocional.
Quienes son más propensos a caer en esta mala costumbre son las personas perfeccionistas o aquellos impacientes por cumplir las metas, quienes terminan convirtiendo este hábito en una manera de alivianar frustraciones. Los especialistas son enfáticos en que la frecuencia y la gravedad de este comportamiento pueden convertir al mismo en un trastorno. Sí, la onicofagia también se considera una actitud obesivo-compulsiva, pero la buena noticia es que se puede eliminar.
Tanto el factor estético como los esmaltes amargos pueden funcionar para evitar el impulso, sin embargo, lo más efectivo es identificar la verdadera razón que nos lleva a hacerlo.
¿Cómo solucionarlo?
Debes trabajar esto de forma consciente y proactiva, para así reducir las causas y eliminar el problema. Haz el siguiente ejercicio: Piensa, ¿Qué te pone nerviosa y qué te provoca estrés? También se aconseja prestar atención a las situaciones y momentos en las que recurres a morderte las uñas. Te aseguramos que, una vez que lo hagas y los identifiques, dejarás de hacerlo.
Fuente: msn.com