Los ultra-ricos de la industria tecnológica de Silicon Valley, se preparan con búnkers bajo tierra ante temores de una posible catástrofe mundial
Estados Unidos.- Los temores a una catástrofe global hacen que los ricos de la industria tecnológica quieran encontrar un lugar seguro para ellos. Al país que eligieron han comenzado a llegar constructores de refugios subterráneos al mismo tiempo que se triplicaron los pedidos de visa de inversores
El fin del mundo por un tuit o una jactancia atómica hace rato que es tema de conversación en las reuniones de los ultra-ricos de la industria tecnológica. Y aunque los incendios forestales, la escasez de agua y los terremotos son problemas más reales en California que la rebelión de los robots o la crisis alimentaria, de San José a San Francisco se puso en marcha un discreto Plan Invierno Nuclear. En los últimos meses al menos dos búnkers de supervivencia atravesaron tierra y mares hasta Nueva Zelanda, donde se instalaron a más de tres metros bajo tierra.
«Siete emprendedores de Silicon Valley compraron refugios subterráneos de Rising S y los plantaron en Nueva Zelanda», dijo a Bloomberg Gary Lynch, gerente general de la empresa de Texas que los fabrica. «Ante la primera señal de apocalipsis —guerra nuclear, un germen mortal, un levantamiento al estilo de la Revolución Francesa contra el 1%— los californianos planean treparse a un avión privado y encerrarse».
Entre los más caros (la Serie de Lujo, presumiblemente, es la favorita de Silicon Valley) se destacan El Veneciano (USD 3.290.000), El Presidecial (USD 4,2 millones) y El Aristócrata (USD 8.350.000). Para los más orientados a la seguridad, la Serie Xtreme oscila entre USD 400.000 y USD 1,5 millones. También hay opciones económicas: el Mini-Búnker, de la Serie Estándar (una cucheta, una kitchenette, agua y aire filtrados, un inodoro y una ducha), se consigue por USD 39.500.
«Su confidencialidad y su seguridad son nuestras preocupaciones principales. La diferencia entre Rising S y otras empresas es la pasión», según el sitio de la compañía. «Nuestros empleados no son sólo constructores y artesanos capacitados, sino también individuos afines y confiables, que preparan a sus propias familias para cualquier incertidumbre que el futuro nos reserve».
Tras enfatizar en mayúscula que todo lo que sale de la fábrica de Texas es de industria nacional, Rising S se presenta como una solución integral: «Diseñamos, construimos, transportamos e instalamos las unidades, todo con personal propio, para asegurar la calidad y la reserva». Un planisferio se llena de puntos rojos porque la empresa construye sus refugios subterráneos en cualquier lugar del mundo: un guiño a los que eligen Nueva Zelanda.
Se trata de un país muy especial: «No es enemigo de nadie. No es un objetivo nuclear. No es un objetivo de guerra. Es un lugar donde la gente busca refugio», dijo Lynch a Bloomberg sobre el archipiélago ubicado a 4.000 kilómetros de Australia, con una población de 4,8 millones de personas y seis veces más ovejas.
El aislamiento de Nueva Zelanda es una de sus ventajas principales. Y como permite que los extranjeros compren propiedades con visas de inversores, los ricos lo han hecho. Y tanto lo hicieron que en agosto de 2018, el gobierno puso restricciones a ese permiso, que se implementarán en los próximos meses.
«El mandamás de los fondos de inversiones, Julian Robertson, posee un hospedaje con vista al lago Wakatipu en Queenstown, el enclave turístico de lujo en la isla sur. El presidente de Fidelity National Financial, Bill Foley, tiene una finca en la región de Wairarapa, al norte de Wellington, y el director de Titanic, James Cameron, compró una mansión cerca del lago Pounui», según la publicación.
Peter Thiel, el multimillonario cofundador de PayPal, fue más allá: obtuvo la nacionalidad neozelandesa. Como lo logró en sólo 12 días, hubo un pequeño escándalo. Thiel invirtió USD 13,8 millones (alrededor del doble que la visa de Inversor Plus exige que se lleve en un plazo de tres años, USD 6,7 millones) en una casa sobre un terreno de 193 hectáreas en Wanaka, con vista a las montañas; luego compró una propiedad en Queenstown, que tiene una habitación de seguridad.
Sam Altman, presidente de la incubadora de startups Y Combinator, dijo en 2016 que lo acompañaría, pero ahora se echó atrás. No obstante, es un convencido de que la guerra biológica es la mayor amenaza que enfrenta la civilización: «La gente no está tan asustada como debería», dijo a Bloomberg. Confirmó que tiene listo un bolso de mano con un arma, antibióticos, baterías, agua, frazadas, una carpa y máscaras de gas.
Peter Thiel no sólo compró propiedades en Nueva Zelanda: también se convirtió en ciudadano.
Según la oficina local de Sotheby’s, más de 10 ultra-ricos de la Costa Oeste de los Estados Unidos compararon propiedades multimillonarias en la zona de Queenston en los últimos dos años. El país emitió 17 visas de Inversor Plus en 2017; la publicación estimó que la asunción de Donald Trump incidió en el aumento del promedio habitual, de seis solicitudes por año, a casi el triple.
El ex primer ministro neozelandés John Key habló para el artículo: «Si uno es la clase de persona que dice ‘Voy a hacer un plan para el Armagedón’, elegirá el lugar más alejado con el ambiente más seguro, y eso es Nueva Zelanda si uno lo googlea. Se la conoce como la última parada de autobús antes de la Antártida».
Si bien las fantasías sobre el fin del mundo son una marca cultural y social de los Estados Unidos, en el caso de los millonarios tecnológicos la diferencia es que pueden crear planes y concretarlos. Robert Vicino, fundador de Vivos Project, una empresa constructora de búnkers subterráneos, recordó que en el Foro Económico Mundial de Davos, en 2017, escuchó a las élites de Silicon Valley comparar sus planes de escape al valorado archipiélago.
Dijo que los movía el temor a «una revolución o un cambio por el cual la sociedad se levante contra el 1%», es decir, ellos. Pero Nueva Zelanda no le parece un gran plan a Vicino —»un tsunami causado por el choque de un asteroide en el Pacífico podría sumergir hasta el punto más alto»— pero, como es un hombre de negocios, trabaja en un proyecto para 300 sobrevivientes en el norte de la isla sur, a razón de USD 35.000 por persona.
«En tres fiestas recientes en Silicon Valley, los invitados discutieron la huida a Nueva Zelanda en caso de problemas, según asistentes que solicitaron que no se los identificara», señaló la publicación. En una de ellas, un importante inversor de capitales de riesgo dijo que en el garage de su casa de San Francisco tiene una motocicleta y un bolso de mano con armas.
«La motocicleta le permitirá avanzar en medio del tránsito hacia su avión privado, y las armas son para defenderse de los zombies invasores que podrían amenazar su escapada», citó Bloomberg. De la costa volaría hasta Nevada, donde un gran jet lo espera —como a sus otros tres copropietarios, también multimillonarios— para llevarlos a Nueva Zelanda, a la que llamó Aotearoa, que en maorí significa «tierra de la gran nube blanca».
Fuente: infobae