Reírse de la Vida

Pienso y Luego Escribo
Iranna Flaviá Luciano

 Soy de las que digo y mantengo que quien deja de reírse de la vida, se pierde del sentido del resto.

Lo sostengo porque en el constante caminar del día a día, nos damos cuenta con el pasar del tiempo los pasos que hemos avanzado, y los retos que hemos vencido.

Sí queridos lectores, cada segundo que pasa de la existencia es una lección que debemos de aprender o de enseñar.

A muchos les pasa por arriba, por esa razón constantemente están tropezándose con la misma piedra, y la enseñanza que está por venir está en un nivel más avanzado.

Cada mañana es un despertar que Dios nos regala para que sigamos moviéndonos, descubriendo, encontrando el sentido, el propósito, y en donde se abre cada día más el entendimiento.

En toda esta tarea que el humano tiene que es obligatoria, porque razonamos, no es instintivo, porque el saber es obligatorio, es mejor realizarla de la mejor manera.

La alegría del vivir no es un cliché ni un traje a la medida, ni un presumir ni demostrar, es un estilo de vida sano, saludable, que le da color a las cosas.

No es el sonreír para un flash ni una red social, es sentirlo y por ende transmitirlo.

Las imágenes por más que se quieran acomodar, truquear, transmiten, las miradas traspasan al mundo real, y resulta fácil saber si se es alegre o no.

Reírse de la vida es un método que se aprende para sobrellevar todas las situaciones que se presentan, buenas y las no tan.

De eso se trata la vida, de la diversidad, de la diferencia, de abrazar todo, y aceptar, porque todo parte de lo mismo, la existencia.

No es rebeldía, porque eso es evasión de imposición, es no tomarse las cosas tan a personal, y siempre ver el lado bueno, el beneficio, que vale más que las enseñanzas de mil libros.

Sonreír previene enfermedades pero con sentido, del alma, hace que adores cada elemento, cada cosa, cada persona, y disfrutes a plenitud, vivir cada instante sabiendo que si no es bueno, también pasará.

Pienso y Luego Escribo: Reírse de la vida no es burlarse del sistema, es crear tú tu propio sistema. A veces es el momento de empezar a latir, de volver a crear, de tener otra vida, como dice la canción El Momento, de Casa Azul.

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