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Sobre Venezuela, lo que todos deben entender
La Cuartilla
Néstor Medrano
La situación de Venezuela es de una crisis insostenible que ha revuelto la paz de los ciudadanos y ciudadanas de ese gran país sudamericano, marcado por la incomprensión política interna y ahora por una grave amenaza contra la democracia en su expresión más amplia.
Lo último que esta crisis ha desempolvado es un estado de inestabilidad con la desembocadura de un autoproclamado presidente y el ataque furibundo de organismos internacionales, gobiernos de países de la comunidad internacional que han reconocido al autoproclamado presidente y poderosas potencias como la República Popular de China que han ratificado su apoyo irrestricto al presidente Nicolás Maduro.
Juan Guaido ha agradecido las muestras de adhesión que a su autoproclamado régimen han hecho los países que han publicado su reconocimiento.
Mientras Nicolás Maduro se cierne sobre el apoyo que le ofrecen las estructuras militares y políticas afincadas en su régimen, lo que proclama y postula desde la tribuna con el ejemplar miniatura de la Constitución en la diestra, blandida en cada una de sus intervenciones públicas.
El pueblo es víctima de este nuevo episodio y ya comienzan a contar los muertos en las calles, que incrementarán con las nuevas protestas convocadas por Guaido.
Las fuerzas de choque de Maduro no quedarán de brazos cruzados ante lo que muchos consideran ha sido la nueva modalidad de un golpe de Estado.
Viéndolo desde el aspecto más objetivo posible y pensando siempre en el pueblo como primer elemento de relevancia social, lo que más conviene es una renuncia doble.
Primero la del presidente Maduro y luego la del autoproclamado de la Asamblea Nacional para paso seguido, convocar a elecciones libres y generales.
La fórmula no es fácil, pues es muy necesario buscar árbitros internacionales no contaminados y los organismos internacionales ya con una opinión construida deben dejar de lado las pasiones de sus dirigentes, léase Almagro Organización de Estados Americanos (OEA) y otros, con posiciones públicas conocidas y de choque contra Nicolás Maduro.
También y sobre todo, hay que buscar apoyo en las organizaciones de la Sociedad Civil que se consideren inobjetables. Antes de buscar estas alternativas para llamar a elecciones presidenciales hay que tener muy claro que se trata de un problema de los venezolanos, aquí nadie puede tener el objetivo de la injerencia, de las enemistades ideológicas y las históricas contiendas personales que tanto daño han provocado a la democracia.
Los detalles deben ser discutidos y aprobados por los venezolanos. Nadie puede irrespetar al presidente Maduro como actor fundamental del proceso y quien originalmente fue puesto por el voto popular, no una autoproclamación coyuntural.
Si estas fórmulas propugnan por alternativas intermedias se debe escoger, a través de algún mecanismo decidido por la Constitución, un Gobierno provisional con un tiempo de dos o tres meses para convocar a elecciones y que de ahí surja el nuevo gobernante.
Lo más importante es que no perezca la democracia. Eso es lo que todos, de un lado y de otro, deben entender.