Danilo, la cercanía del primero entre sus iguales
La Cuartilla
Néstor Medrano
Danilo Medina es un hombre, un ser humano sencillo, de carne y hueso, a quien se puede palpar, estrechar las manos en un saludo cálido, abrazarlo, sin concepciones hegemónicas de un endiosamiento mesiánico tan en boga en nuestras naciones, en las que el Presidente de la República es un dios que despacha desde la cima de oro, distante, difícil e impenetrable, con su séquito de también inalcanzables ángeles de tridentes refulgentes y tan lejos de la humanidad.
No. Danilo Medina ha dicho que la mayor satisfacción que para él tiene haber alcanzado la Presidencia de la República es la cercanía con la gente. El contacto físico más allá de la campaña política, el seguimiento en las comunidades, donde la gente ha vivido durante décadas en el fondo del olvido, e incluso, el contacto físico de campesinos, hombres y mujeres de nuestras tierras más remotas con Danilo Medina, ha surtido un efecto de esperanza. “Si este hombre viene hasta aquí, es porque le importamos”, han dicho miles de ancianos, jóvenes, mujeres y adolescentes.
Es el efecto del contacto humano.
Hay en ese contacto del presidente Danilo Medina un efecto psicológico y espiritual que revitaliza la vida de la gente, porque es el Presidente de la República, históricamente el hombre más encumbrado del país, quien se detiene debajo de una enramada, se sienta en una silla de guano, toma del café recién colado que le sirve una mujer humilde del pueblo, el pueblo que lo eligió para que dirigiera el rumbo de su destino, con la puesta en marcha de las políticas públicas más revolucionarias de las últimas décadas, que desciende hasta las entrañas del corazón de los pobres para llevarse sus reclamos, llevarse sus quejas de siglos, llevarse sus llantos y sus risas y hacer de ellas, con un equipo compacto, centralizado y firme, realizaciones materiales para solidificar la proclama más elevada de su amor al prójimo: dignificar la vida de la gente.
Esa cercanía, ese contacto, traducen una esencia humana del hombre que llegó al poder para servir a la gente. Danilo Medina es un hombre sencillo, humilde, con una recia formación académica, con una amplia trayectoria política y experiencia de Estado probada, legislador, expresidente de la Cámara de Diputados, Secretario de la Presidencia y con el bagaje formativo técnico que conoce al dedillo los recovecos de la economía, la problemática global del cambio climático y la sostenibilidad del desarrollo.
Un estadista de los nuevos tiempos conoce la problemática humana desde el hombre y a partir del hombre, entiende de las concepciones y las nuevas corrientes del pensamiento, se une a organismos internacionales de deliberación regional, postula en los más diversos escenarios y debate en ellos no solo las posibilidades de soluciones tangibles para su país, sino que aporta esquemas y paradigmas que han resultado modélicos para otras naciones, como las Visitas Sorpresa.
Para Danilo Medina, el ciudadano y la ciudadana, la gente, constituyen el centro de todas las políticas públicas de su gestión.
Toda la sensibilidad humana, la prédica con el ejemplo, la cercanía con la gente y esa epidermis del hombre a quien nunca se le han subido los humos a la cabeza por ocupar la más importante de las posiciones del país, de ser el primero entre sus iguales, se ha encargado el propio Danilo Medina de difundirla con sus acciones desde antes de estar en el Poder. Es que así ha sido su vida. Nadie puede cambiar drásticamente una actitud para estar bien con todo el mundo, ni venderse en un abigarrado esquema de marketing político como un ente de empatía social con todos los sectores, desde los más poderosos y tradicionales, hasta los de menos posibilidades económicas.
(Fragmento del libro inédito “Danilo Medina: la cercanía de un Estadista”)