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SUGERENCIAS PARA EDUCAR EN IGUALDAD
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
La formación de un hijo o una hija depende en gran medida del nivel de conciencia que tenga el padre, la madre o el tutor para educarlo a crear un mundo justo para hombres y mujeres, rechazando los estereotipos que justifican y mantienen la desigualdad de los géneros ocasionando violencia.
Es por ello estimados lectores que desde éste espacio que promueve la paz, me complace compartir con ustedes las sugerencias que le hace la escritora nigeriana Chimananda Ngozi Adichie a una joven madre primeriza en su libro “Querida Ijeawele, cómo educar en el feminismo” y que constituyen reflexiones interesantes.
Recordemos que según Wikipedia “feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres”.
La primera de la sugerencia a la amiga es hacerla sentir como una persona plena, que trabaje con gusto en lo que hace y no en lo que otros quisieran que haga, concediéndose espacio para el fracaso.
Compartir los cuidados con la pareja de manera igualitaria y sin resentimiento es la segunda recomendación, en la que reflexiona que el padre no merece una alabanza especial porque “ayude”, en razón de que está haciendo algo que debe hacer, con una presencia activa desde la infancia, que constituye un beneficio para él y para la familia.
El tercer consejo a destacar es la necesidad de desaprender roles de género que limitan el rol de una niña al color rosado, juguetes pasivos y a pensar que el matrimonio es un premio, cuando lo que debe enseñársele es independencia, aprender hacer las cosas y valerse por sí misma.
Para la escritora nigeriana el cuarto consejo sería alejarse del feminismo light, que sigue haciendo posible que juzguemos más duramente a las mujeres poderosas que a los hombres con igual poder.
Amar a los libros predicando la lectura con el ejemplo es el quinto consejo que ofrece, razonando que con ellos aprenderán a entender el mundo, a cuestionarlo y a convertirse en el profesional que deseen. De hecho plantea el ejemplo de una madre que motivaba a la hija a la lectura pagándole cinco pesos por cada página hasta formarle el hábito.
Enseñarle ha cuestionar el lenguaje, rechazando llamarle “princesa” o “linda” y en lugar de ello sustituirlo por cualidades como valiente, inteligente o creativa, haciéndole entender que no tiene la obligación de gustarle a todo el mundo, que existen privilegios y desigualdades y deben respetar la dignidad de los demás.
Además invita hacer una análisis de que no debemos limitarnos solamente a alabar las características físicas sino su personalidad y capacidades, por ello debemos transmitir a nuestras hijas que son dignas de admiración, que deben practicar algún deporte para mantenerse activa, que merecen vestirse o maquillarse a su gusto así como usar su pelo natural sin sentir acosada por diferenciarse de los patrones de belleza clásicos.
En la parte final del libro la autora recomienda empezar hablarle de sexo a temprana edad, a enseñarle a cuidar su cuerpo, saber decir que “No” cuando se sienta presionada y enseñarle que el amor no es sólo dar sino también recibir, “que su vida sea lo que ella quiera que sea”.
En la medida en que apliquemos estas reflexiones en la educación de nuestras hijas, estaremos creándoles conciencia y fomentando que ellas luchen por una sociedad con más igualdad, respeto, justicia y paz.
La autora es la Presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur