Alegrías y tristezas en Navidad
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Si hay una fecha significativa en el año para que nuestra sociedad se reúna en familia es el 24 de diciembre, en ocasión de la celebración de la Nochebuena, y no cabe dudas que, mientras para muchos mañana será un día de alegría y unión, para otros representará momentos de tristezas, ya sea por la pérdida de algún ser querido o por encontrarse en un momento difícil de salud.
De su lado, los infantes, con su inocencia alimentada por los adultos, preparan sus listas de pedidos a Santa Claus, el legendario personaje que trae regalos y en muchos casos se llenan de ansiedad para que llegue rápido ese momento y poder recibir lo que entienden merecerse por haberse portado bien durante doce meses.
En el último mes del año, con su brisa fresca, la belleza de las decoraciones en luces, el regreso de los familiares residentes en el exterior, la activa comercialización, se incentiva la energía positiva, el espíritu festivo y la alegría en programar múltiples encuentros con amistades o compañeros (as) de labores a quienes apreciamos y con quienes hemos compartidos vivencias.
En la noche del día 24 el espíritu de la Navidad se intensifica con el encuentro familiar, preparándonos con entusiasmo para pasar una noche especial, en la cual recordamos que Jesús es la razón de la celebración y damos gracias por estar reunidos con pareja, hijos, padres, suegros, cuñados, primos, hermanos, sobrinos y relacionados cercanos.
Se suele preparar con entusiasmo el lugar del encuentro, la decoración, los alimentos, la bebida, música, regalos para los pequeñitos, en un ambiente de contagiosa alegría cuando los participantes saben que gozan de la bendición de tener salud y agradecimiento a Dios por las bendiciones compartidas.
Hay quienes incluso llegan a preparar una canasta para que los presentes coloquen sus celulares y puedan integrarse más a quienes tienen de cerca, en lugar de distraerse chequeando las redes sociales para observar como lo están pasando sus amistades o figuras reconocidas.
No obstante, la realidad será diferente en otros hogares, en el que habrá un sentir de tristeza en el encuentro familiar de la Nochebuena ante la pérdida reciente de un ser querido o la falta de salud de otros, lo que hace en algunos casos no sentir ilusión por ésta época navideña.
Pienso en todos los huérfanos de las víctimas de los feminicidios ocurridos en este año, que no tendrán un abrazo de su madre y ni de su padre, que en muchos casos se suicidan, y que por la falta de recursos económicos no tienen la posibilidad de recibir un regalo de consuelo que les alimente, aunque sea momentáneamente, la ilusión perdida.
En definitiva la vida es así, un equilibrio entre vivencias que nos proporcionan alegrías y penas, pero siempre debemos recordar que cada día es un regalo de Dios por el que debemos dar gracias y empeñarnos en siempre ofrecer a los demás lo mejor de nuestro ser.
Aprovecho este espacio para expresar el deseo de que, en cada hogar reine la comunicación afectiva, se comprenda el valor de la resolución de conflictos por la vía del diálogo y la negociación, que con empatía, comprensión y solidaridad se respete el sentir de cada miembro de la familia y que juntos fomenten la convivencia armónica con que merecemos vivir.
Feliz Navidad!!!
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia
@Yanira_Fondeur