A propósito del mes del amor
Leonor Asilis E.
Rincón Digital
Leí una vez esta frase que me llamó mucho la atención: “El éxito de la vida se mide por el aumento de la caridad”.
El autor de esta bella sentencia es Royo Marín proveniente de su libro: Teología para la perfección cristiana.
Él dice que la forma para uno saber si el crecimiento de la caridad se verifica sucede cuando realizamos un acto más intenso que el hábito que ya se posee.
Puso de ejemplo el termómetro. Si su escala está marcando 25 grados es inútil tratar de hacerla subir aplicándole millares de veces calores inferiores a los 25 grados que ya tiene.
Para que suba un grado más es preciso aplicarle- aunque sea una sola vez un calor equivalente a 26 grados.
Si no se produce este aumento de calor, el termómetro seguirá marcando los 25 que ya tenía, aunque multipliquemos por millares las aplicaciones de calores inferiores.
Ahora nos corresponde ubicar esta realidad física a nuestra vida espiritual. Hay múltiples formas de aumentar el grado calórico de nuestra caridad.
Me viene a la mente tal vez el más difícil, el que ataca a nuestra sensibilidad y ¿por qué no? A nuestro orgullo. La acción de perdonar al que nos ofende, y por supuesto, el que nosotros bajemos la cabeza y pidamos perdón al que ofendemos.
Sigamos en nuestra revisión, y veremos cómo andamos en nuestras obras de caridad o por el contrario en la inacción u omisión.
Aquí hay tela donde cortar….Vivimos en un mundo donde el egoísmo trata de arroparnos, con el lema subyacente: «Sálvese el que pueda»….
En lugar de hacer vida el que dice: «La unión hace la fuerza». Es cierto. Vivimos tiempos difíciles, sin embargo cuando la solidaridad se presenta la facilidad empieza hacerse presente porque la corriente del amor es rápida, eficaz y segura.
Hablemos ahora sobre el amor de benevolencia. Aquel por el cual queremos el bien para otro, poniendo sus intereses sobre los nuestros. Me encanta la siguiente frase de San Agustín quien dijo: “Señor, yo soy Agustín, y tú eres Dios; pero si sucediera lo que no puede suceder, que yo fuese Dios y tú fueses Agustín, querría cambiar contigo y convertirme en Agustín para que tú fueses Dios.
Sobre el amor, agrega San Gregorio que hay que probarlo con las obras y que nunca está ocioso. Cuando existe, obra siempre grandes cosas; pero, si pudiendo no quiere obrar, no hay tal amor.
Encontré más frases sobre la caridad: “La caridad prefiere siempre equivocarse por exceso de indulgencia y de bondad antes que por el juicio precipitado y rigorista”.
Del perdón, gran acto de amor leí lo siguiente: “Perdonar de corazón, olvidar las injurias recibidas, tratar al culpable con la misma cordialidad que antes de cometer su fechoría son ya magníficos ejemplos de virtud. Pero excusarle, es decir, buscar argumentos para eximirle de una responsabilidad a todas luces contraída, es índice del heroísmo más sublime”.
Espero que estas breves frases que les he compartido sirvan para examinarnos mejor sobre cómo anda el termómetro de nuestra caridad y nos reten a subir nuestra temperatura en el amor.