A 63 años de Las Expediciones de Junio, el principio del fin de Trujillo: Testimonios y documentos históricos
Fernando Quiroz I Director de AplatanaoNews
Las expediciones armadas de junio de 1959 que procuraban derrocar al dictador Rafael Leónidas Trujillo, tejen punzantes historias de muerte, dolor, sufrimiento, humillaciones y abusos, que aún siguen vivas.
Este lunes 14 se conmemora el 63 aniversario de esta gesta, una de las más importantes en el país, protagonizada por 150 dominicanos procedentes del exilio, con la solidaridad en el terreno de 22 cubanos, 13 venezolanos, cinco puertorriqueños, dos estadounidenses, dos españoles y un guatemalteco.
La expedición aérea fue encabezada por Enrique Jiménez Moya, el comandante general, e ingresó el 14 de junio por Constanza, desde Cuba, con 54 hombres. El avión C-46 Curtiss, camuflado de la Aviación Militar Dominicana, regresó a Cuba con piloto venezolano Julio César Rodríguez y copiloto cubano Oreste Acosta. Presentó 11 perforaciones.
La ruta fue asesorada por el capitán desertor de la aviación trujillista, Juan de Dios Ventura Simó. En el trayecto, para animarse, interpretaron tres veces el Himno Nacional.
Mientras que el día 20, con seis días de retraso por contratiempo y sabotajes, entraron las embarcaciones Carmen Elsa, por Maimón, con 96 combatientes, y la Tínima, con 48, por Estero Hondo, provincia de Puerto Plata, comandadas por José Horacio Rodríguez (apoyado por José Messón Acosta) y por José Antonio Campos Navarro. El contingente marítimo fue arrestado, torturado y fusilado.
De los 196 expedicionarios solo sobrevivieron los cubanos Delio Gómez Ochoa, asesor de las expediciones y delegado del líder revolucionario Fidel Castro, y Pablito Mirabal, y los dominicanos Poncio Pou Saleta, Francisco Medardo Germán, Gonzalo Almonte Pacheco y Mayobanex Vargas. Actualmente solo vive Gómez Ochoa, el más reciente en fallecer fue Vargas, en diciembre de 2017, a los 80 años.
Se ideó que el frente aéreo y el marítimo llegaran el 14 de junio, por eso las dos lanchas involucradas habían salido la víspera, pero por severos contratiempo llegaron seis días después.
Ya fuerzas de la aviación militar, ejército y marina de guerra del régimen trujillista le esperaban y fueron ametrallados. Los que no murieron en el lugar del hecho, fueron apresados al instante, o días después, torturados y fusilados en paredón, bajo órdenes de Ramfis Trujillo, hijo del tirano.
En el caso de Constanza lograron realizar un buen aterrizaje, abrieron fuego a dos vehículos que se acercaban y lograron ocultarse de inmediato en montaña.
Se internaron en las montañas durante 26 días, sin comida y fuera de ruta. En medio de ataque de las fuerzas militares el grupo se dividió en dos, uno (34) comandado por Enrique Jimenes Moya, comandante general, y el otro (20) por Gómez Ochoa, elegido en medio del imprevisto.
De manera burlona Ramfis llegó a decir a Mayobanex Vargas en un interrogatorio: “Primera vez que hablo con un cadáver”. Para terror psicológico, en la madrugada se escuchaban los pasos de los torturadores hacia las solitarias hacinadas, abrían la puerta, manipulaban la pistola, la ponían en la cabeza de los expedicionarios, y entonces decían, “vamos a dejarlo para luego”.
Previo, en un interrogatorio falseado dirigido a Mayobanex, que fue recuperado, otros torturadores le preguntaban y respondían por él:
-¿Qué tú ibas hacer con el Jefe, si ustedes ganaban? –Oh, lo fusilaba.
Se enrolaron en la expedición jóvenes médicos, abogados y economistas que habían estudiados en el extranjero. Recibieron torturas por heridas de diversas, con objetos contundentes, descargas de potentes armas, ahorcamiento o torturados en silla o con bastón eléctrico, plancha caliente, con alambre de púas, arrancándoles los dientes y uñas.
Detrás de cada uno de estos expedicionarios hay un relato dramático, aún se desconocen donde fueron enterrados muchos de ellos. Un dolor inacabable para sus familiares, madres, hijos, viudas, hermanas. Cartas de despedida de hijos a madres, padres que vinieron a morir con hijo en la lucha.
Compañeros agonizantes en las montañas pedían a otros “si tú sobrevives, recuérdate de mis hijos”.
Uno de los casos más conmovedores casos es el de Octavio Mejía Ricart-Guzmán, médico, estudió en Oxford, Inglaterra, e hizo una especialidad en cirugía torácica en Alemania. Era del grupo de Estero Hondo, fue llevado amarrado a Santiago, luego trasladado a San Isidro donde fue muerto, tenía herida de machete en la nuca, disparo en el hombro. Dejó un testamento emocional.
Apoyo de Fidel Castro
Con el triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba a partir de enero de 1959, cumplió con la carta compromiso de apoyar la causa dominicana, devolviendo el apoyo recibido por exiliados. Permitió entrenamiento en el campamento Mil Cumbres a partir de marzo.
Venezuela, gobernada por Rómulo Betancourt, y que había salido de la tiranía de Marcos Pérez Jiménez en enero de 1958, también apoyó el proyecto dominicano con financiamiento.
Los dominicanos de diferentes tendencias constituyeron el Movimiento de Liberación Dominicana, y su brazo armado fue el Ejército de Liberación Dominicana. Venían con un Programa Mínimo, con pilares en los aspectos políticos, social, económico e internacional, que comenzaba con el fin de la dictadura y crear las condiciones para un gobierno de libertades.
Confusión con 1J4
Hay muchas personas que confunden las expediciones con el Movimiento 14 de Junio (1J4), que conspiró clandestinamente contra la tiranía, luego fue agrupación política. El nombre fue puesto, en honor a las expediciones, por Minerva Mirabal, quien lo lideró junto a su esposo Manolo Tavárez Justo.
En enero de 1960 cientos de sus integrantes fueron arrestados, torturados o fusilados. Cuando asesinaron en Puerto Plata a las hermanas Mirabal, además de Minerva, Patria y María Teresa, habían salido de ver a sus esposos en prisión, Manolo, Pedro González y Leandro Guzmán. A ellos les mostraron un periódico que reseñaba “Hermanas mueren en accidente de tránsito”.