El apego
Alliett Ortega
Desde mi Perspectiva
Esta semana en Desde mi perspectiva quiero compartir un poco con ustedes un tema algo sensible, y que quizás muchos de nosotros estemos viviendo, y quiero aprovechar este espacio para externar mi empatía, y en cierto modo apoyar, y es hablarles sobre el Apego, según el psicólogo Walter Riso el apego es un vínculo obsesivo que una persona establece ya sea con otra persona, objeto, idea o cualquier cosa. Y el mismo se dispara cuando esta persona no está dispuesta a perder el vínculo bajo ningún concepto, y es que para la persona que establece el vínculo, el objeto del vínculo constituye la justificación de su existencia, felicidad y sentido. Ustedes dirán, que estoy exagerando, bueno pues no, piensa en la ultima vez que sentiste ese apego, esa necesidad como solemos llamarle, pues eso puede desencadenar crisis emocionales, stress, e incluso depresiones cuando no lo manejamos correctamente, y cada persona según su nivel de inteligencia emocional lo manejara diferente, o entrara en un estado de negación de la realidad que vive. Comúnmente se ha asociado este tipo de vínculo al amor, y social y culturalmente se ha fomentado esta asociación mediante novelas como Romeo y Julieta o canciones de todo tipo. Es cierto que cuando acabamos de conocer a una persona y nos enamoramos atravesamos una fase en la que podemos tener pensamientos similares, pero no suele durar más de un año. No hay que confundir el enamoramiento con el apego.
Desde mi perspectiva quiero enfocarme en el apego laboral, las personas que sienten que su vida exclusivamente adquiere sentido en el trabajo han desarrollado apego al trabajo, son incapaces de disfrutar de su tiempo libre y vacaciones porque sienten que no están siendo productivos, este apego en momentos de despidos, o cuando se hace necesario una renuncia ya sea por enfermedad, o porque el espacio laboral es tóxico, se les hace imposible romper el vínculo, y es que este tipo de personas entregan su vida a su autorrealización, pero no es cierto, no se trata de pasión, si no obsesión, y es que cuando no hay un equilibrio entre lo laboral y lo personal, se convierte en algo obsesivo.
El apego al trabajo suele estar vinculado a 3 aspiraciones: poder, prestigio y posición, y las personas para conseguirlas, sacrifican la familia, la pareja, las amistades, etc. Todo esto va degradándose en la escala de prioridades del apegado. La ambición y el ansia por destacar suelen ser las mayores fuentes de estrés laboral. Lo más habitual es que además se elabore una creencia irracional de que si no se destaca en el trabajo, no se destaca en nada y aparece el sentimiento del fracaso. Todo esto genera frustración y ansiedad y de nuevo un ciclo de estrés.
Y no es que el apego sea malo, lo que es malo es cuando el mismo es en demasía, y sin control, porque en la vida , como a la vida misma siempre estamos apegados a algo, la clave es el equilibrio, no soy la excepción cuando recuerdo los momentos más difíciles en el ámbito laboral me doy cuenta de lo apegada que he estado siempre a todo lo que me rodeaba, y todo es por mi afán de perfección, y de orientación a resultados, lo cual no es malo, pero debemos siempre trabajar en el equilibrio, es algo que se aprende con los tropiezos, y nos hace la vida más ligera, créanme, todo fluye y emocionalmente somos más fuertes. Cuando nos damos cuenta que todo lo que nos causa malestar en nuestro día a día es apego a algo, no les garantizo que se elimine , pero si que lo podamos manejar, el apego al trabajo, al dinero, a las cosas que perdemos (¿cuántos disgustos te has llevado por haber perdido algo de lo que hoy ya ni siquiera te acuerdas?), a las personas que dejamos atrás, apego a que todo permanezca como está y a que nada cambie. Apego a que los demás te quieran y te correspondan como tú crees que han de hacerlo. Apego a que las cosas sean como tú esperas que sean. Apego a que los demás te traten como tú crees que deben tratarte y apego a que te pidan perdón si no lo hacen. Apego a que todo tenga una explicación, a que para todo haya una respuesta y a que todo tenga un sentido. Desde mi perspectiva creo que la lista de apegos puede ser interminable, porque a todo podemos apegarnos. Y es curioso que creamos que eso a lo que estamos apegados es lo que nos salva, cuando en realidad ese apego es precisamente lo que nos está produciendo malestar y sufrimiento y tapando nuestro verdadero Ser, nuestra esencia. Porque el apego, como la propia palabra indica, nace del ego. Es decir, de esa idea errónea que tenemos de nosotros mismos y de quién somos. De ese personaje que nos montamos y al que nos aferramos para sentirnos seguros y para que los demás nos visualicen como nosotros lo hacemos, para que nos acepten.
Dice Walter Riso que hay tres motivos principales por los que desarrollamos estos apegos tan insanos:
- La inmadurez emocional. Es decir, no saber aceptar el dolor como parte de la vida, querer que todo salga siempre bien, ser muy susceptible al placer y pretender que todo dure para siempre.
- La carencia de algo. Cuando nos falta algo y eso que nos falta nos hace sentir inseguros, buscamos sustitutos que nos aporten esa seguridad de la que carecemos. Por ejemplo, si no nos amamos a nosotros mismos, nos apegamos a que otra persona nos de ese cariño, a costa de lo que sea.
- La búsqueda de autorrealización. Solo que en vez de buscar eso que te realiza dentro de ti, lo buscas fuera… Y te apegas a algo que crees que te hace sentir realizado, por ejemplo, un trabajo reconocido socialmente, cuando la verdadera autorrealización se alcanza mirando hacia dentro de uno mismo, nunca hacia fuera.
Desde mi perspectiva les digo que no podemos dejar de desear, que el deseo forma parte del ser humano, pero sí podemos dejar de vivir apegados… ¿Cómo se hace? Cultivando el desapego. Recuerdo que en un proceso de crecimiento personal el Coachee decía que ella siempre había pensado que el desapego era algo negativo. Que vivir desapegado era como que nada te importaba, como que no le dabas valor a nada, como que no sentías amor por nada., pero que en realidad el desapego no es que nada te importe, sino que nada te posea. Es aprender a soltar y a dejar ir, a ser emocionalmente independiente. Es dejar atrás la creencia de que necesitas eso o para sentirte bien o para que tu vida tenga sentido.
Cuando aprendemos a darnos cuenta de que la vida es mucho más sencilla, de que no necesitas vivir tan apegada a todo, de que puedes prescindir de tantas necesidades que tú misma te has creado (puede que llegaran de fuera, pero cada uno es responsable de haberlas integrado). Y no es que no vayas a sentir o que todo te vaya a dar igual. Simplemente es que tu estado emocional y tu bienestar ya no dependerán de algo externo a ti… Así que fíjate si es importante el desapego, estoy convencida de que la respuesta a la mayoría de nuestras preocupaciones y de todo aquello que nos causa dolor es el desapego. Hasta una próxima entrega.