Igor Rodríguez destaca como un paso de avance instalación de una base
Juventud: Un tesoro
Laura Saint-Hilaire
Buzón de mis Reflexiones
La época dorada de nuestras vidas es descrita como juventud.
Esas ganas insaciables de poseer el mundo y sus andares se nutre de alegría, retos y experiencias en la cumbre de la juventud.
Se pinta un mundo de colores, sin limitaciones ni obstáculos y con la convicción de que todo siempre estará bien.
Se vive con una cosquilla inquieta por triunfar, la creatividad es nuestro mayor incentivo y la energía es su medio de transporte.
En cualquier etapa histórica la juventud llama la atención.
Sus pasos siempre nos marcan y cambian el rumbo; llenos de esperanza y esplendor.
Sin embargo, las etiquetas sociales y laborales siempre atribuyen a la escasez de un buen manejo en los jóvenes. Ha sido una lucha constante el querer eliminar en muchos países de Latinoamérica la consideración de que juventud es sinónimo de inexperiencia o de irresponsabilidad.
Actualmente este tabú ha quedado atrás y como resultado tenemos una generación de jóvenes que no esperan las oportunidades para destacar sus capacidades.
Más bien ellos construyen nuevos ideales de trabajo con más facilidades y comodidades. Aceptando a todo tipo de personas sin exclusión alguna.
Hemos creado modalidades de trabajos virtuales que sin ser aún carreras universitarias. Han vencido la barrera que se tenía sobre los jóvenes. Estamos utilizando la creatividad y las fuentes tecnológicas para concebir una paleta laboral más factible y jugosa para todos.
El resurgir de nuevos escritores, músicos con sonidos frescos, profesionales en el área de la medicina, el magisterio, la psicología, arquitectura, entre otras profesiones son innovadas cada día por mentalidades jóvenes.
Un mundo moderno conspira cada día en brindarnos lo mejor. Producido por mentes asombrosas que no se encierran en una edad en particular sino en el espíritu de sentirnos jóvenes.
En el transcurso de la historia y el tiempo los aportes alrededor del mundo han sido albergados por sueños, ideas y propósitos de jóvenes. Al mencionar esta palabra me refiero a todo aquel que se siente emocionado, ilusionado y capaz de lograr algo.
Gente que se convierte en un relevo ejemplar a través de su unificación para crear programas que despierten el interés de todos.
Queda claro que la edad joven no existe.
Si tu mentalidad y modus vivendi están llenos de emprendimiento para poder alcanzar el éxito.
Una persona de edad madura con una mentalidad joven puede transformar su alrededor por completo si lleva juventud por dentro.
Y viceversa, un joven que está comenzando a vivir sus primeras etapas laborales puede liderar si se lo propone y prepara adecuadamente las mismas funciones de un individuo con experiencias de más tiempo.
No se trata de un número social o una experiencia. Por supuesto que valen pero sino tienen la intención verdadera de cambiar para hacer algo extraordinario y con toda la entrega. No será más que un intento fallido.
Así que jóvenes de todas las edades. Cree en que tienes el ánimo, firmeza y valentía para conquistar todas tus metas y hacer de tus planes algo infalible.
Mi recomendación es estar mentalmente jóvenes para seguir abrazando las oportunidades que nos trae la vida con la misma perseverancia y entusiasmo.
Para finalizar les dejaré uno de mis poemas preferidos sobre la juventud. Porque no tiene que ser un día especial para celebrarla, amarla y sentirnos como tal.
Se titula:
“Juventud, divino tesoro, del poeta y periodista nicaragüense; Rubén Darío”
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña,
en este mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía…
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé…
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe…
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la primavera
y la carne acaban también…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos
climas, en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo
terco, mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco a los
rosales del jardín…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
¡Más es mía el Alba de oro!
Gracias por leer este artículo.