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Los secretos de la miniserie de Netflix Gambito de Dama sobre la niña prodigio del ajedrez : la asesoría de Garry Kasparov y el fantasma de Fischer
Elogiada en todos los niveles, “Gambito de dama” –siete capítulos por Netflix que dispararon las descargas de las apps del juego– muestra la lucha contra las adicciones y la búsqueda del éxito en una actividad sexista. Cómo influyeron los campeones del mundo en el universo del director
El ajedrez se trata de un juego milenario vinculado con la lógica, la memoria y la concentración, que además posee un alto contenido táctico y estratégico que acompañan la planificación de sus movimientos. La atrayente figura y el relieve de sus piezas cautivaron a la industria del cine, en particular, para asociar su imagen y trama en historias de guerras o thrillers que atrapan la atención del espectador.
La miniserie The Queen´s Gambit (Gambito de dama), disponible en Netflix en 7 capítulos, de 60 minutos de duración cada uno, se trata de una historia ficticia, intensa y feminista, ligada al ajedrez; basada en la novela homónima, del escritor norteamericano, Walter Tevis. Está ambientada en los años sesenta y setenta del siglo pasado en Estados Unidos; tiempos en los que una despiadada condición de género, relegaba a las mujeres a casi una única opción, en el rol de madres y esposas, y de una sociedad en vilo frente al avance del comunismo.
La trama de la serie gira alrededor del sufrimiento, las dificultades y los ánimos de venganza de una adolescente (adoptada por un matrimonio en descenso de Kentucky), dispuesta a desafiar a un ámbito exclusivo y machista como el mundo del ajedrez profesional. Pero para alcanzar la cima, la joven deberá superar sus propios demonios: las adicciones que conoció de niña, cuando huérfana de 9 años llegó a un orfanato (El hogar para niñas de Methuen) donde permaneció hasta los 15. Por entonces, el Estado autorizaba que a los internados se les suministraran sedantes para tranquilizar sus emociones. Durante esos años, la niña Elizabeth Harmon (Beth, como la llaman sus compañeras y maestros) descubriría el ajedrez de la mano del encargado de mantenimiento del lugar, el Sr. Shaibel, quien le ayudará a pulir sus rudimentos en el juego.
A menos de una semana del lanzamiento, la serie se convirtió en un éxito de audiencia; entre las más vistas y con grandes elogios. En Estados Unidos se trata del programa de televisión más visto, y se ubica primero en 27 países, entre ellos, Reino Unido y Rusia. Sobre las críticas a la serie sobresale la del famoso escritor norteamericano Stephen King que la calificó como la mejor serie de 2020. En su cuenta de Twitter dijo: “He visto mucha televisión durante este maldito año. Sé que no estoy solo, y lo mejor de lo mejor es The Queen´s Gambit. Totalmente emocionante. Pensé que nada superaría a The Trial of the Chicago Seven, pero lo hizo”.
Elizabeth Harmon, la protagonista principal de la historia es interpretada por tres actrices; aunque Anya Taylor-Joy es la que ocupa más tiempo en la pantalla, las otras dos son: Isla Johnston (Beth, adolescente) y Annabeth Kelly (Beth, niña). Curiosamente, la actriz Taylor-Joy, de 24 años -nacida en Miami en 1996- es la menor de sus seis hermanos; hija de madre inglesa (con ascendencia española), de profesión fotógrafa y diseñadora de ambientes, y padre argentino (con ascendencia escocesa) un ex banquero. Entre 1996 y 2002, la pequeña Anya vivió junto a su familia en Argentina, y concurrió al colegio Northlands School, en Olivos. Aunque solo permaneció aquí hasta los seis años -la familia se mudó a Londres-, ella conserva algunos lazos con este país; de regreso visita a familiares y se da ciertos gustos gastronómicos: “Lo que más me gusta de la comida argentina son las empanadas, el pan de provolone –que me gusta más que las pizzas–, y los churros rellenos con dulce de leche”, contó la actriz, en conferencia para redes sociales de la plataforma de Netflix en Latinoamérica. Y completó: “Vengo de muchos lugares diferentes, pero creo que mi calidad y actitud a la vida es argentina. Me siento muy orgullosa”.
Entre otros integrantes de la serie estrenada el pasado 23 de octubre, sobresalen las actuaciones de Bill Camp, en el papel del Sr. Shaibel. Jolene, la mejor amiga de Beth en su etapa en el orfanato lo interpreta Moses Ingram; Alma Wheatley asume el rol de madre adoptiva, y el gran maestro y campeón mundial, el soviético Vasily Borgov es personificado por Marcin Dorociński.
Bobby Fischer aprendió a jugar a los seis años mirando las instrucciones de la caja del ajedrez. En la miniserie hay mucho del clima que vivió el campeón cuando comenzaba la década del 70
La esencia de los movimientos
Una de las razones que marcan la diferencia de popularidad entre los deportes, sin dudas, es la audiencia de transmisión de sus juegos; el ajedrez no es de fácil comprensión para el inexperto, la visualización de una posición no alcanza para saber qué está pasando o lo que pasará sobre el tablero. En otras actividades como el fútbol, tenis, golf, boxeo o básquetbol, con un mínimo de atención bastará para saber lo que sucede en el juego.
Frente a esta dificultad, Scott Frank, el director de la serie, eludió los primeros planos sobre la posición de las piezas; los esquemas, combinaciones o celadas en el tablero, y en cambio optó por captar con más atención, los ademanes y mohínes de cada jugador; para que mediante sus gestos adviertan al neófito o experto en el ajedrez, la fuerza de cada jugada y la reacción de cada rival, a la hora del desenlace, con actitudes que van desde sonrisas cómplices hasta la doliente resignación. Es decir, no se precisa ser un avezado ajedrecista para comprender lo que sucede en cada escena, ni tener conocimiento alguno sobre las reglas del ajedrez. Se encargará el film de dejar sus enseñanzas.
¿Qué es un gambito?
En el ajedrez se denomina así a la entrega de una pieza (el peón) durante la apertura del juego (con los primeros movimientos); un lance para lograr una posición favorable, asociada al dominio del centro del tablero o de un rápido desarrollo de las piezas. El término deriva del italiano, gambetto, sinónimo de “zancadilla”.
Los gambitos pueden ser de reina (dama, como se denomina a esa pieza en la jerga del ajedrez) o de rey. Este último está en desuso en la práctica magistral por su arriesgada estrategia; en el siglo XIX gozó de popularidad y fue paradigma del ajedrez de ataque o romántico.
El rival, al que se le ofrece el gambito tiene dos alternativas: aceptar o rechazarlo. En el ajedrez no es obligatorio “comer” o tomar una pieza, ya sea que se encuentre defendida o no.
Niños prodigios
A lo largo de los más de quince siglos de historia documentada, el mundo del ajedrez reúne a una gran cantidad de niños prodigios (en mayor número de varones); muchos de ellos aprendieron los movimientos de las piezas con la simple visualización de una partida; poseedores de un talento innato, en soledad se perfeccionaron en el juego, y estimulando su imaginación y concentración lograron prescindir del uso del tablero. Eran capaces de jugar de memoria.
Bobby Fischer aprendió a los 6 años, sin más ayuda que leyendo el instructivo que acompañaba la caja del juego; Samuel Reshevsky, a los 9, dio una simultánea jugando contra 20 rivales a la vez, en la Academia Militar de West Point; ganó 19 juegos y empató 1. José Raúl Capablanca y Garry Kasparov aprendieron los movimientos de las piezas mirando una partida de sus padres; Miguel Najdorf, a los 11, comenzó a jugar de memoria después que su madre le quemara los libros y el tablero porque había descuidado el colegio; en 1947, en Brasil, estableció un récord mundial al desafiar a 45 jugadores en una exhibición simultánea a la ciega (de espalda a los tableros), ganó 39, empató 4 y perdió solo 2.
Semejanzas reales con el perfil ajedrecístico de Elizabeth Harmon
Beth, como la llaman sus seres más cercanos a la principal protagonista, es un personaje que entre su niñez y juventud atraviesa vicisitudes similares a las vivencias de otros grandes jugadores de la historia del ajedrez. Autodidacta como Capablanca, cae y supera las adicciones como Alekhine, Kramnik o Tal; entabla una lucha en un ámbito sexista, como le sucediera a Vera Menchik, a comienzos del siglo XX, o a Nona Gaprindashvili a mediados de siglo, y consigue superarse y emular logros como el caso de Judit Polgar, que derrotó a 10 campeones mundiales masculinos. Por su condición de ajedrecista norteamericana y en un ámbito dominado por los jugadores soviéticos, Beth Harmon se vuelve una luchadora individual y desconfiada como le ocurriera al excéntrico Bobby Fischer en los años de la Guerra Fría. Durante 24 años de manera ininterrumpida, entre 1948 y 1972, todos los campeones mundiales de ajedrez fueron de origen soviético; Fischer cortó esa serie durante tres años; luego, el reinado de Karpov y Kasparov continuó otros 25 años.
Madre y coach acompañando la carrera
No son muchos los casos -y aún menos los que tuvieron un desarrollo positivo-, en los que los padres de niños prodigios ayudaron a su crecimiento en el ajedrez. Paul Morphy (ajedrecista norteamericano, campeón mundial oficioso en 1857) fue obligado por su familia a abandonar el ajedrez, a los 17 años. Fischer padeció la falta de atención de sus padres junto a su progreso en el juego, Reshevsky fue explotado al trabajo por sus progenitores, que cobraban grandes sumas por las exhibiciones que brindaba el niño. Gata Kamsky que conoció el rigor de los golpes de su padre (un ex boxeador) ante cada derrota. En el caso de Beth Harmon, huérfana a los 9 años y que vivió en un orfanato hasta los 15, cuando fue adoptada por un matrimonio de Kentucky, acaso, tenga a partir de entonces, un hilo conductor con la niñez de Garry Kasparov (uno de los asesores, en el guión de la serie): que tras la muerte de su padre, fue su mamá Klara Kasparova, un ingeniera armenia, la que dedicó su vida al cuidado y atención de la carrera ajedrecística de su hijo. Beth encontró en su madre adoptiva, la persona que se encargaría de las reservas de pasajes, hoteles y gastos durante las competencias y de la elección de los torneos con mejores premios en metálico.
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Las enseñanzas
Si bien existen casi medio centenar de películas, cuyas tramas giran en torno a los misterios del ajedrez -entre las que sobresalen algunas, como En búsqueda de Bobby Fischer, Fresh, El jugador de ajedrez o Los caballeros del sur del Bronx, la serie Gambito de dama se destaca por su fuerza pedagógica, por cómo transmite breves enseñanzas para el público que desconoce sus reglas. Acompañando los avances de Beth, uno descubrirá que un tablero bien colocado tiene su cuadro color blanco, abajo y a la derecha, el orden y el movimiento de cada pieza, el por qué y el modo de uso del reloj y la planilla para anotar los movimientos. Cómo un jugador ingresa al ranking, cuáles son los pasos para llegar a ser gran maestro (una especie de cinturón negro en el Judo), de qué se trata y cómo se disputa una exhibición simultánea (el jugador participante efectúa la respuesta sólo cuando el maestro se detiene frente a su tablero), cómo son los enfrentamientos entre jugadores en un torneo abierto (en cada rueda juegan entre sí los que tienen el mismo o similar puntaje), en qué consiste dejar una jugada sellada (antes de la aparición de las computadoras, los jugadores, al completar su tiempo y estando aún pendiente la definición del juego, dejaban en un sobre cerrado y sellado su movimiento hasta el día siguiente, cuando el árbitro abría el sobre a la vista de los jugadores y efectuaba el movimiento que allí había quedado escrito y guardado en el mismo), y de la vasta bibliografía existente para perfeccionarse en las distintas fases de una partida: apertura, medio juego o final.
Las imperfecciones
Los fanáticos del ajedrez, aficionados y expertos, suelen irritarse por las torpezas que se suceden con el juego al ser retratado por la pantalla de la TV o el cine; la errónea posición del tablero, incluso el orden de las piezas, los exagerados gestos, las miradas prolongadas al rival, o la ejecución de movimientos carentes de lógica, entre muchas cosas más. Acaso, en The Queen´s Gambit la participación de Garry Kasparov y Bruce Pandolfini –un experto profesor y entrenador norteamericano de ajedrez- consiguió mitigar buena parte de esos problemas.
“Estaré eternamente agradecido con Bruce. Es como mi padrino del ajedrez. Es increíble y muy comprensivo”, le dijo la actriz Taylor-Joy al editor de Chess Life, John Hartmann, durante la entrevista para ese medio.
El elogio de Stephen King a la serie: “He visto mucha televisión durante este maldito año. Sé que no estoy solo, y lo mejor de lo mejor es ‘The Queen´s Gambit’. Totalmente emocionante. Pensé que nada superaría a ‘The Trial of the Chicago Seven’, pero lo hizo”
Sin embargo, algunos tips irreales en la práctica -pero atrayentes para un medio visual-, se repitieron. No es legal ni real que los jugadores conversen o analicen las ventajas o desventajas de un movimiento durante el desarrollo de una partida. Los ofrecimientos de tablas (empate) se efectúan una vez que el jugador que lo propone realice su movimiento, no antes, y mucho menos cuando se está a una jugada de perder la partida. Hay un abuso con la caída de reyes como señal de abandono, o en el aplauso con el que el derrotado homenajea a su vencedor. Tal vez, un caso único recordado en la historia de este juego haya sido cuando Boris Spassky aplaudió de pie a Bobby Fischer tras ser vencido en el sexto juego del match en Reikiavic en 1972. ¿Otra coincidencia? Ese día, 22 de julio de 1972 Fischer, con blancas, utilizaría por primera vez, el Gambito de Dama.
Por todo lo expuesto, acaso, con sus virtudes, que son muchas y disfrutables, y sus imperfecciones, pocas y ya detalladas, la serie The Queen´s Gambit, le ofrece al jugador (en este caso el espectador) al igual que en el tablero, durante la partida viva, la posibilidad de la toma de decisión. El gambito está allí para ser aceptado o rechazado. A no dudar.
Fuente: Infobae