El amor reinventa y el maltrato violenta
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Las redes sociales pusieron el fin de semana de manifiesto el maltrato recibido por una perrita de una persona que resultó ser un profesional, lo cual causó un revuelo de críticas y demandas de sanción contra el agresor, demostrando el nivel de conciencia que ha adquirido la población de que la violencia daña, marca y transgrede los derechos de los animales, al igual que de las personas.
A propósito, este espacio semanal de promoción de la paz lo dedico para contar una experiencia personal sobre la historia de “Paquito”, un perrito de la calle rescatado por nuestros hijos Pamela y Anmer.
Un día, al irse ellos a montar a su vehículo después de salir de un supermercado, vieron como deambulaba un perrito en muy mal estado y delgadito, el cual les fue difícil tocar por el miedo que reflejaba.
A su llegada a nuestro hogar este perrito le llamamos Paquito, quien era totalmente huraño, por nunca haber recibido cariño y haberse criado en la calle. Su reacción común era la de rechazo a todo tipo de atención y cuidado.
El veterinario luego de atenderlo, suministrarle las vacunas necesarias y darle un baño como nunca había sucedido, nos informó que Paquito tenía aproximadamente tres añitos, viviéndolos bajo todas las posibles precariedades de las calles de la ciudad.
Pero, como todo es en el tiempo de Dios, el destino de Paquito estaba dirigido a encontrar una familia que lo adoptara y le brindara el amor que necesitaba y así ha sucedido.
Resulta que, poco a poco, Paquito fue encariñándose con cada miembro de la familia que les daba cuido y afecto, y tras casi dos años de mimos y consentimientos ya es considerado parte importante en nuestro hogar.
No sólo ha mejorado su aspecto físico, gracias a una alimentación regular, sino que es juguetón y descansa con mucha tranquilidad y beneplácito.
Su comportamiento ha sido un renacer de amor, Paquito en cualquier oportunidad se acurruca a nuestro lado y al cargarlo se queda quietecito para que les mostremos nuestro cariño, siendo su lugar preferido el estudio a donde sube a acurrucarse en el calorcito de un sofá.
Sin embargo, observamos que lleva en su conciencia los malos tratos y sinsabores de su historia de vida y cuando nota la presencia de un desconocido su reacción es de ladrar con mucha fuerza y hasta de atacar, sin importar su diminuto tamaño.
La lección de lo que he narrado es que, los animales, como las personas, reaccionan favorablemente cuando les proporcionamos cariño, protección y paz.
Es por ello que, hoy más que nunca, a casi un año de una pandemia que ha transformado nuestra cotidianidad, debemos estar consciente de que al actuar lo hagamos con prudencia, respeto y bondad.
Teniendo muy en cuenta que nuestro accionar sirva de fuente de inspiración, para que así dicha conducta sea multiplicada en los entornos donde interactuamos.
Al final, recordemos y tengamos muy presente que en la vida cosechamos lo que nos dedicamos a sembrar: El amor reinventa y el maltrato violenta, por lo que siempre sembremos semillitas de paz en cada acción de nuestras vidas y de seguro, ese fruto nos beneficiará con igual o más resultado.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia
@Yanira_Fondeur