Raquel Peña resalta 100 años de la Cámara Española como puente de
Haití, postal de la deshumanización mundial
Editorial
Muchas generaciones nacieron y murieron escuchando hablar en los medios de comunicación sobre las dificultades de la República de Haití, considerado el territorio más pobre de esta región.
Sucesivas tragedias han impactado en el corazón haitiano a lo largo de los años, y hoy el drama proyectado ante la estampida de miles de haitianos que desafían el peligro para buscar nuevos horizontes, vuelve a poner en primer plano la necesidad de una acción concreta por la comunidad internacional.
La reciente Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, colocó el tema de Haití en el centro de las intervenciones de los jefes de Estado que asistieron en forma presencial y otros de manera virtual.
El discurso más contundente de exhortación a la comunidad mundial para que se busquen alternativas de solución a la crisis haitiana fue la pieza oratoria del presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, quien advirtió que la postergación de ese drama pone en peligro la estabilidad de la región.
El mandatario demandó del liderazgo mundial una acción inmediata que permita “asumir con urgencia y de una vez y por todas, la crisis haitiana como una de altísima prioridad y de permanente seguimiento”.
Advirtió que no “habrá jamás” una solución al drama haitiano desde la República Dominicana, e instó a la comunidad internacional a adoptar medidas urgentes para socorrer a Haití.
“Ante la división que existe entre el liderazgo haitiano y el peligro que representan las bandas criminales que controlan parte del territorio de ese país, los haitianos por sí solos no podrán pacificar a su país», advirtió el presidente dominicano.
Tras su alocución en la ONU, otros países como Colombia, Panamá, México y Costa Rica han reaccionado por intermedio de sus máximas autoridades fijando posiciones de solidaridad con la vecina nación, incluso, firmando un documento conjunto, expresando profunda preocupación ante la situación.
Llama la atención el discurso ante la ONU del primer ministro haitiano, Ariel Henry, quien dijo que la migración haitiana no se acabará mientras exista injusticia en el mundo.
“No deseamos desafiar el derecho de un estado soberano de controlar las fronteras de entrada a su territorio o regresar a su país de origen a quienes entran al país ilegalmente”, sostuvo.
Lo cierto es que ya de discursos sobre la tragedia haitiana estamos sobrecargados y hemos llegado a un punto en que las propias resoluciones de la ONU no alcanzan el impacto que demandan las circunstancias.
Ojalá que no estemos en la antesala de una tragedia humana de consecuencias impredecibles en la región.
Editorialista Manuel Díaz Aponte