Violencia vicaria. Estrategia para provocar dolor y sufrimiento a la madre
Unidos por la Altagracia
Por Leonor Asilis
Rincón Digital
En ocasión de un día sagrado en la agenda nacional: 21 de enero, fiesta de nuestra Madre y Protectora, Virgen de la Altagracia.
Desde antes de llegar, el pueblo dominicano corre y se apresura a celebrarlo por todo lo alto y ancho y profundo de nuestro territorio. Me refiero a la Bendición que Ella nos trae de su Hijo Jesús por aire, mar y tierra.
El pueblo de Dios agradecido por tantos favores ha recibido una moción del Espíritu Santo para suscitar un movimiento en el cual cabemos todos, los de aquí y los de allá, «Unidos por la Altagracia» el cual quiere venerar y honrar a la Madre Dios que ha querido quedarse con nosotros muy dentro de nuestros corazones.
Estas líneas no pretenden hacer un recorrido histórico de cómo surgió nuestra devoción, ya que para estos fines les invitó a leer el nuevo libro que ha sido elaborado con mucho amor por la Comisión Nacional para la Celebración del Año Jubilar Altagraciano, cuya documentación histórica estuvo a cargo por el Lic. Alcides Díaz Batista y al cuidado de su edición Monseñor Grullón, doctora hermana Ángela Cabrera, arquitecto Kirsis de los Santos y Monseñor Raúl Berzosa, disponibles en la sede del Episcopado Dominicano y próximamente en librerías católicas, con el merecido título, «Nuestra Señora de la Altagracia, un regalo De Dios al pueblo dominicano. Tampoco me referiré en esta ocasión a tantos testimonios de su intercesión a modo personal, grupal y nacional, del cual me consta que la mayoría de los dominicanos somos testigos.
Mi intención expresa de esta entrega es el manifestar porque me consta y soy testigo de la alegría, acogida y algarabía que ha producido esta celebración. No hay puerta que haya sido tocada que haya sido cerrada, muy por el contrario, se abren de par en par, y otras que al ver a quien presentaban se abrían automáticamente ofreciéndose a unirse en esta celebración.
La pregunta que muchos podrían hacerse, y por qué este afán en medio de esta pandemia? la respuesta va directamente a esa inquietud. Los que la conocen bien, saben que Ella si puede mediar para que esta pesadilla termine. Y hay evidencia histórica de lo que hizo precisamente hace 100 años que es el motivo de esta celebración jubilar. Nosotros, representados por el Arzobispo de Santo Domingo de entonces, Monseñor Adolfo Nouel la coronamos precisamente el 15 de agosto de 1922 como nuestra Soberana y Protectora. En aquel entonces, vivíamos grandes dificultades. Una intervención americana que no se iba, y por igual, la gripe española. La historia está ahí. Los hechos son los hechos. Es constatable que poco después de esta coronación ambos males desaparecieron.
No sabemos qué sucederá con esta gran demostración de cariño, cuando con el favor De Dios y ante la oración incesante y solemne desde nuestras Eucaristías a celebrarse en nuestras parroquias y catedrales y con la culminación visible de la presencia del Señor Sacramentado bendiciéndonos junto a su Madre a través de vehículos, helicópteros, aviones, y embarcaciones. Vale destacar que tanto el sector civil como oficial participaran de manera conjunta, armónica y espiritual. Los fieles podremos gozarnos de este momento histórico elevando nuestras oraciones implorando misericordia divina por nuestras vicisitudes y dolores presentes, confiados y esperanzados en que Dios conmovido nos atraerá su favor.
No sabemos cómo será su respuesta, pero conociendo su bondad, sabemos por fe, que todo cuanto acontezca será por nuestro bien.
Finalizando estas líneas quiero decirles que nuestra Madre tiene un gran regalo que nos llega en su año jubilar gracias a nuestros pastores y por disposición particular del Papa Francisco: la indulgencia plenaria. Una oportunidad maravillosa de limpiar nuestra alma gracias a la confesión sacramental y participando plenamente de la Eucaristía en uno de los templos jubilares dedicado a la Altagracia dispuestos por nuestros Obispos.
En la Arquidiócesis de Santo Domingo están: el Santuario de la Altagracia y la Catedral Castrense Santa Bárbara ubicados en la zona colonial y la Iglesia de la Altagracia en la sede de las Fuerzas Armadas. También en el resto de las diócesis del país (catedrales e iglesias escogidas por sus obispos).
Aprovechemos y agradezcamos la gracia de nuestra Madre y Protectora, Virgen de la Altagracia.