Un día a la vez
Iranna Flaviá Luciano
Pienso y Luego Escribo
Cuanto se preocupa el ser humano por lo que fue o lo que no ha llegado, por aquello que queríamos que pasara y que no pasó, y viceversa.
Solo tenemos un día a la vez.
Tener un día a la vez no es el puro conformismo de limitarse a respirar, a ser seres robotizados, o de vivir lo que de manera automática nos impone la rutina.
Es el gran regalo que reciben día a día los dichosos de aquello que no se compra porque se nos da de manera gratis, sí de lo gratis de la vida.
Cuando decimos solo un día a la vez vivimos intensamente el momento, nos adentramos a esas fibras que no pasan desapercibidas por el simple ir y venir.
Estamos atentos a disfrutarlo todo, a no buscar tantos por que´s y a saber que todo obra para bien.
Sí amigos, solo los más aptos logran sobrevivir en este mundo animado de puros retos.
Nos dotaron de herramientas precisas, el cerebro, por el que podemos hacer uso de nuestras facultades y nuestros cinco sentidos.
Que bonito es poder respirar en el presente, no preocuparnos por lo que quisimos hacer ahorita, o lo que queremos hacer mañana.
Si ya el pasado ya pasó y jamás volverá, y el futuro aún no llega, aunque todos queremos que llegue, para qué más atrás o más hacia delante si lo mejor se vive en equilibrio.
No entiendo a las personas que dicen sentirse aburridas en un mundo que ofrece un sinfín de entretenimientos, y donde cada cosa aún manufacturadas en la misma máquina nunca será exactamente igual una de otra.
Todo es un experimento y un descubrir, donde aunque no exista nada nuevo debajo del sol se van mutando las personas y las cosas, y así tenemos la oportunidad de escribir los mejores capítulos de nuestra vida.
Una canción, un simple árbol, la brisa, el cielo, la risa, sentir, un chocolate, el café, el vino rosa, como no poder sentir agradecimiento de un planeta que todo lo que te da es enseñanzas hasta en los peores momentos.
¿Hacia que nos preparamos? Cada día nos lo enseña, y de eso se trata de un día a la vez, no podemos leer la página del libro que le toca a mañana, y de nada nos sirve releer aquello que aprendimos cuando fue bueno el aprendizaje.
Este mundo con todos sus colores a diario nos despierta sonriéndonos, por qué no devolverle el favor si siempre será bueno para nosotros y la colectividad.
Pienso y luego escribo: Un día a la vez y la felicidad de ser tú mismo y no tu mismo ser.