La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
A Dios Padre
Por Leonor Asilis
Siento la inspiración de escribir estas líneas en honor a Dios Padre.
Esto así porque recién celebramos el día de los Padres, motivo personal inmenso de agradecerle el maravilloso padre que nos regaló a mis hermanos y a mí y que gracias a Él lo tenemos junto a nosotros (Bendícelo Padre Amado). Y porque siento una imperiosa necesidad de gritar al mundo cuánto le amo. Sería tan bello dedicar un día especial en su honor, y es que a Él le debemos nuestra vida, terrenal y celestial, gracias a su generosidad de entregarnos a su Hijo Jesús, Salvador nuestro, hermano mayor como le decimos los cursillistas a través de su Madre y también nuestra, María.
Insisto en que es justo y necesario cada día, cada minuto Agradarle, Invocarle, Glorificarle como rezamos en la Santa Misa («es nuestro deber y salvación darte gracias Dios nuestro»).
Que nuestra meta sea Amarte con gran amor, con mayor respeto y con creciente vehemencia. Que nunca nos abandones y tiendas Tu mano Protectora sobre quienes te amamos y buscamos en estos tiempos que vivimos.
Que cada día nos inspires a ser luz entre los demás, a vivir en la esperanza y a extender tu amor en cada acción y palabra. Te pido que nos guíes en el camino de la verdad, para que, a través de nuestras vidas, otros puedan conocerte y experimentar la esencia de tu amor infinito. Permítenos ser instrumentos de paz y comprensión en un mundo que tanto necesita de ti. Y, sobre todo, que nuestra gratitud hacia ti se refleje en nuestra devoción y en nuestra capacidad de amar.
De manera especial, quiero agradecerte por cada día que nos regalas, por cada amanecer que nos ofrece la oportunidad de comenzar de nuevo. La vida está llena de retos y dificultades, pero gracias a tu amor incondicional, encontramos la fortaleza para seguir adelante. Te ruego que nos ayudes a reconocer Tu Presencia en cada rincón de nuestras vidas, ya sea en los momentos de alegría compartida con nuestros seres queridos o en las pruebas que nos hacen más fuertes y resilientes.
Que cada conversación, cada mirada y cada gesto de bondad se conviertan en una manifestación de tu amor. Que podamos verte en aquellos que sufren y podamos ser el reflejo de tu compasión en el mundo. Haz que nuestro corazón se mantenga abierto y dispuesto a servir, a dar sin esperar nada a cambio, y a ser siempre un apoyo y un aliento para quienes nos rodean.
Te agradezco, Padre, por la abundancia de bendiciones que derramas sobre nosotros, por la familia que nos brindas y por los amigos que hacen nuestro camino más alegre, por nuestro bello país. Te suplico por los países que están en guerra, que haya Paz en el mundo.
Una vez más insisto en el gran honor que Dios nos llame Sus hijos, y nos dé la seguridad de que como Sus hijos somos herederos y coherederos con Cristo (Romanos 8:17). En su Evangelio, Juan también nos dice que Dios le da el derecho de convertirse en hijo de Dios a todo aquel que mediante la fe, ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador (Juan 1:12). Dios extiende Su amor a Su Hijo Jesucristo, y a través de Él, a todos Sus hijos adoptados.
Amado Padre, ayúdanos a recordar que todo lo que somos y todo lo que tenemos es gracias a Ti, y que nuestras vidas sean un testimonio de Tu Gracia y de Tu Amor infinito. Amén.
«Bendito y alabado seas, Abbá, Bendito y Alabado».