Apostemos a un discurso coherente
Por Jorge Casado
El domingo 23 de febrero, la Plaza de la Bandera, frente a la sede principal de la la Junta Central Electoral, fue tomada en toda su extensión para continuar con las protestas pacíficas hasta que se explique el motivo y se identifiquen los responsables de las alteraciones del sistema automatizado que obligó a la autoridad pertinente a la suspensión de las elecciones municipales recién pautadas.
Aquí los jóvenes patrocinadores, niños y sus familias se expresaban inconformes haciendo jornadas de yoga o divirtiéndose en armonía a través de diferentes juegos recreativos.
Es evidente que lo hacían de forma original y moderna manteniendo siempre el respeto a la integridad de las personas, a las autoridades y a las estructuras físicas.
Al final de la jornada todo transcurrió en paz y el mensaje llegó dando la multitud muestra de civilidad y de buen manejo de crisis y conflictos.
En el otro extremo del Distrito Nacional, en la Máximo Gómez con 27 de Febrero, se congregaban más de 13 partidos políticos de oposición al gobierno central dominicano para emprender por calles y avenidas en su “Marcha por la Democracia”.
El norte era llegar hasta el Altar de la Patria y allí alzar su voz con las conclusiones plasmadas en un manifiesto consensuado por sus convocantes
Desde que trataron de convencer a la población para que apoyara la actividad, imaginé miles de dominicanos en peregrinación y a pies expresándose respetuosamente en completo orden.
Esperaba ver tantas caras circular y marchar, quizás con un mismo estribillo “Pro- Democracia” y con un ánimo y desplazamiento controlado nada perturbador, ni invasivo del entorno que usarían otros en su cotidianidad.
Entre esos otros estoy yo, y al que le estropearon el domingo por más de seis horas en el sector de Gazcue.
Ni en mi casa podía estar, alterado por la alta música en competencia que promocionaba a los más reconocidos candidatos de los partidos organizadores de la marcha que se convirtió en un mitin multicolor.
No se puede exigir democracia alterando la cotidianidad y espacios de los ciudadanos al margen de la convocatoria
Tampoco se puede denunciar la violación de los derechos ciudadanos usando un tono y frases provocadoras de los contrarios en el poder.
República Dominicana, tierra bendita, ahora lo que necesita son líderes reales promotores de tolerancia, respeto, armonía, unión y paz que garantice su estabilidad y desarrollo para el bien común.
Apostemos al discurso coherente que se refleja en la práctica y que se escribe y se pronuncia sin ira, sin ofensas y sin violencia, procurando la luz en la tiniebla, la calma en la crisis, la alegría en el dolor y la confianza de tiempos mejores de su paradisíaco y bendecido terruño de lienzo tricolor aspirando siempre la paz del cielo.
El autor es periodista y fotógrafo