Aunque muchos no entiendan
Las Huellas de Jesús
Horacio Mejía Suárez
Muchas veces llegan situaciones a nuestras vidas que por lo regular erróneamente las calificamos como un inconveniente, y digo erróneamente porque a la postre son situaciones que fungen para nuestra conveniencia, por eso lo que un día fue nuestra tormenta, hoy es nuestro testimonio de conversión.
La transición de inconverso a creyente practicante es ese intervalo en el que la palabra inconveniente se vuelve un poco menos extensa, y queda siendo un conveniente. Todo aquello que nos conduce al Señor y a su voluntad es algo que nos resulta de ayuda.
Es normal que nuestro entorno terrenal no se sienta agradado de nuestra decisión de formar parte del cuerpo de Cristo.
Cuando el propósito de fructificación espiritual de nuestras vidas (sabiendo que toda buena obra puede y es englobada a la palabra amor) cuando también fructifiquemos el perfeccionamiento de nuestra fe, al llegar ese momento en que nuestra entrega es total (sabiendo que la palabra dice que no nacido de la carne, carne es, mas lo nacido del Espíritu, espíritu es) entendiendo que el evangelio de Jesucristo no es un entretenimiento, porque es necesario nacer de nuevo, como bien expone la Biblia.
Ese nacimiento es espiritual, porque vivimos espiritualmente según la resurrección de Cristo, quien resucitó luego de una entrega total de si mismo, a lo que somos llamados a emular entregándonos de todo corazón a Él, sin derramamiento de sangre, pero si derramando todo nuestro amor y disposición al Señor.
Te notifico que al llegar ese momento debes recordar que cuando Cristo estaba en la Cruz decía, Eli, Eli ¿lama sabactani? Esto es, Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has desamparado? al instante uno de ellos cogió una esponja y la empapo de vinagre y poniéndola en una caña le dio de beber, mientas otros decían, deja, veamos si viene Elías a librarle, mas Jesús habiendo clamado otra vez a gran voz entregó el espíritu. Fíjate que aunque hubo diferentes interpretaciones en aquel entorno, ninguna de las que fueron expuestas resultó ser certera, por esa errónea forma de entender e interpretar es que los perversos llaman al cristiano loco, en lugar de valiente. Recuerda que Jesús no pidió de beber, ni clamaba a Elías, pero el entorno se encontraba anárquico y confuso, y así mismo hoy se puede encontrar el tuyo, porque al Maestro eterno lo entienden sus alumnos, los detractores solo se confunden.
Horacio Mejía Suárez.
Coach/Cristiano
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