La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Brasil polarizado
Manuel Díaz Aponte
Geopolítica
Los resultados de los comicios presidenciales en Brasil han sorprendido a las firmas encuestadoras que pronosticaron el triunfo en primera vuelta de Luiz Inácio Lula da Silva, pero el repunte del actual presidente Jair Bolsonaro faltando pocas horas para el evento ha sido “la gran sorpresa”.
¿Qué pasó en Brasil que Bolsonaro tuvo tan cerca de Lula en las elecciones del domingo obligando a la realización de una segunda vuelta? Lo primero es conocer la historia del gigante suramericano para entender la realidad política actual.
Los datos oficiales de los cómputos emitidos por el Tribunal Superior Electoral apuntan a que Lula da Silva ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48,4 % de los votos, frente al 43,2 % que obtuvo el actual gobernante, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Ninguno superó el 50 % de los sufragios, por lo que ambos disputarán la Presidencia de Brasil en una segunda vuelta prevista para el próximo 30 de octubre.
Se trató de un evento, que, según el Tribunal Superior Electoral Brasileño, transcurrió “en absoluta paz” y con “madurez democrática”, pero que, al mismo tiempo, marcó la tendencia hacia la polarización de la sociedad brasileña, lo que podría exacerbar los ánimos entre los partidarios de ambos líderes.
Las estrategias y esfuerzos de los equipos de ambos candidatos están enfocados a buscar obtener el triunfo en la segunda ronda de votaciones en una sociedad marcada claramente por dos tendencias fundamentales: la ultraderecha conservadora y la izquierda progresista.
Estos resultados impactaron a la mayoría de las firmas encuestadoras que daban como ganador en primera vuelta al líder del Partido de los Trabajadores (PT) y expresidente de la República Federativa de Brasil, Lula da Silva, inclusive, los principales medios de comunicación brasileños y de otros países igualmente lo pronosticaron.
El presidente Bolsonaro es una expresión de la ultraderecha que ha encontrado en sus lineamientos, excentricidades y actitudes un auténtico representante del conservadurismo de una nación que fue la última en superar la dictadura de 21 años consecutivos de los regímenes militares en Latinoamérica (1946-1985).
No hay que olvidar también, que Brasil fue el último país del hemisferio occidental en abolir la esclavitud el 13 de mayo de 1888 y que nunca ha tenido una guerra civil en su territorio. Alcanzó su independencia del antiguo Imperio de Portugal el 7 de septiembre de 1822, mediante un acuerdo político y diplomático.
Primero en ser elegido por voto popular
Tancredo Neves, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) que agrupaba a toda la oposición al régimen militar, falleció el 14 de marzo de 1985 justo el día anterior de su toma de posesión, siendo el primer presidente electo por el voto popular tras dos décadas de dictadura. Su vicepresidente, José Sarney, lo reemplazó.
El Congreso brasileiro aprobó en 1986 para honrar su memoria una ley para que fuese considerado oficialmente presidente de Brasil y figure en la galería de expresidentes con todos los efectos legales.
La restauración democrática durante el gobierno de Sarney (1985-1990) permitió colocar a Brasil en el mapa de las naciones latinoamericanas que buscaban afianzar su todavía frágil democracia, bajo el peso de altos niveles de inflación y de su deuda externa. Desde entonces, exhibieron la banda presidencial verde y amarilla Fernando Collor de Mello; Itamar Franco, Fernando Henrique Cardoso, Luiz Inacio Lula da Silva, Dilma Rousseff y Jair Bolsonaro.
Collor de Mello (15 de marzo de 1990-29 de diciembre de 1992), el más joven líder político en alcanzar el poder en democracia y por el voto popular fue destituido por el Congreso de Brasil bajo el cargo de corrupción. En tanto, Rousseff, primera mujer en gobernar la principal economía de América Latina, fue cesada en 2016 por dos presuntos casos de corrupción que fueron ventilados en el Congreso Nacional de Brasil.
Confrontación Política
Los niveles de enfrentamientos entre partidarios de Bolsonaro y Lula preocupan a muchos ciudadanos en una sociedad cuya identidad señorial ha sido precisamente la alegría y sus características hospitalarias para con los suyos y visitantes extranjeros. Ese discurso de confrontación enarbolado por los seguidores del actual presidente y ex capitán del ejército brasileño, Jair Bolsonaro, donde el debate de las ideas ha sido reemplazado por las amenazas ha sembrado niveles de temores en la tierra de la samba y el fútbol.
La popular artista brasileña Anitta, que apoya a Lula en sus aspiraciones de volver al Palacio Do Planalto en Brasilia reaccionó sobre los resultados de las elecciones del pasado domingo, expresando en sus redes sociales que: «una nación triste». Y a seguidas dijo: “Independiente del resultado de las elecciones, nadie saldrá enteramente vencedor, pues una nación dividida es una nación en guerra. Una nación en guerra es una nación triste y enferma».
En esta segunda vuelta electoral en Brasil, la capacidad de maniobra y sagacidad política que exhiban los dos candidatos presidenciales punteros será determinante para saber cuál de ellos asumirá el poder en esa hermosa nación suramericana, y en este escenario donde cada voto cuenta, Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), y de Simone Tebet, Movimiento Democrático Brasileño (MDB), tendrán la llave en la escogencia de las nuevas autoridades brasileñas
Amarres para la segunda vuelta
Gomes, criticó duramente a Lula en el tramo final de la campaña, pero ya economistas del equipo de campaña del ex presidente buscan integrar en el programa de gobierno del PT sus propuestas. Entre Gómez, un político de centro izquierda, y Tebet, de centro derecha, suman un poco más del 7% del electorado. Por la candidata del partido MDB votaron 4.854.204, 4,21%, mientras que el candidato de PDT recibió 3.524.458 votos, 3,08%.
El próximo debate presidencial podría incidir a juzgar por los analistas del acontecer político de Brasil y señalan los duros ataques de Bolsonaro contra Lula y el PT, acusándolo de corruptos. Mientras que por el lado de Lula da Silva, se plantea proyectar la imagen de Bolsonaro como hombre violento e inestable emocionalmente.
El voto de la clase media brasileña es buscado afanosamente por el equipo de Lula que tiene un soporte sólido entre las masas trabajadoras y la población más empobrecida de ese país de 8.5 millones de KM2 y más de 213 millones de habitantes.
La población votante de Brasil tendrá la palabra el domingo 30 de octubre. Esperemos.
El autor es periodista y profesor de comunicación