Comunicación y efectos en los hijos
Soraya Lara | Psicóloga – Terapeuta Familiar
Fragmento del libro “Desafío de ser padres”
La comunicación con los hijos ha de ser clara, precisa y coherente. Las palabras deben ir acorde con las acciones, con el tono de voz, con las expresiones faciales y gestuales. Cuando la comunicación es incongruente, se dice algo, y paradójicamente, con los gestos se niega asumiendo una actitud que la contradice.
La comunicación incongruente se da en dos niveles de significación. El primero, puede ser verbal. El segundo, no verbal. Una madre o padre pueden decir a su hijo “te quiero mucho”; sin embargo, se le retira con las manos, o quizás, al expresarlo no se acompaña de una caricia, tono de voz cálido, un beso o una sonrisa.
La comunicación incongruente es disfuncional por la falta de claridad que encierra, quien recibe el mensaje confuso y no saber a qué atenerse. Virginia Satis, en su libro Psicoterapia Conjunta (1983), indica: “El comunicador disfuncional deja al receptor buscando a tientas y adivinando qué hay dentro de la cabeza y dentro del corazón del que habló”.
Este tipo de mensaje tiene doble significado, el cual se contradice en sí mismo, y en consecuencia promueve una respuesta confusa y paralizante. El receptor no sabe con cual mensaje quedarse. Salir sanamente de este paradójico sería elegir uno de los dos y asumir las consecuencias. Si es una pauta que se sostiene en el tiempo, y el niño o adolescente no aprenden a decodificar el mensaje, podría implicar un trastorno del pensamiento o de la personalidad.
El mensaje da un mandato imperativo, una orden, que ha que cumplir o obedecer contradiciéndola. Se hace más complejo porque hay una disonancia afectiva y una relación asimétrica en la jerarquía de autoridad. Es desobedecer a un adulto, a quien se debe respetar y la forma de hacerlo es dejar de cumplir el mandato, no mojarse, no juntarse con el mucho, cuando expresamente se dice que se haga. El mensaje encubierto es “no te atrevas a hacerlo”.
La comunicación implica un compromiso y una manera de comportarse. La forma en que se desarrolla el diálogo define la relación de una persona con la otra. El compromiso indica que no se puede dejar de responder a la comunicación, sea verbal o no.
Los padres dirigen poderosas estrategias silenciadoras que pueden provocar aumento de la conducta sintomática de los hijos.
Como padres hay que ser cuidadosos en instrumentar estrategias como patrón para someter y controlar a los hijos.
En la estrategia de “lavado de cerebro” las expresiones van dirigidas a imponer la forma de pensar. Exige al otro que no piense diferente, que se someta a lo que dice y piensa. Además, lavado el cerebro se daña la integridad psicológica del hijo minimizándolo, acusándolo, atacándolo, humillándolo, despreciándolo, descalificándolo, de manera que el hijo termine autopercibiéndose como le dice su silenciador. Así se somete a él y su deterioro lo haría percibirse desvalido para afrontar su sí mismo. Termina plegándose a los padres. No tienen opción.
Les invito a revisar su patrón de comunicación y a buscar nuevas formas asertivas de diálogo con sus hijos.