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Conflictos entre jóvenes por chichiguas en pandemia
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Dice un refrán popular “Sólo hay que estar vivo para ver cosas” lo cual es y comprobé al observar un video en las redes el sábado pasado, en donde un grupo de jóvenes, en pleno tiempo de cuarentena, se agredían físicamente tras discutir por el vuelo de chichiguas.
Manifestaciones conductuales como estas, violentas e inaceptables y de jóvenes mínimamente educados, no debe pasar desapercibida, sino que son merecedora en muchos aspectos de reflexión por un lado y acción por otro.
El hecho ocurrió en plena calle del sector Los Clavos, del Ensanche Isabelita, cuando aún prevalece el distanciamiento físico impuesto por las autoridades sanitarias y al que hacen un llamado a diario para evitar la propagación del coronavirus.
A ello se le suma que, la decena de jóvenes en el conflicto no portaban ningún tipo de protección de mascarillas, desoyendo e incumpliendo las recomendaciones para no ser parte de los más de 10,300 infectados por el covid -19 que tenía hasta ayer nuestro país.
Los empujones, trompadas y patadas que se registran en el video de parte de quienes iniciaron agresiones verbales y culminaron en física, no cedieron ante la intervención de mujeres adultas que intentaron calmarlos y que entraran en razón.
Volar chichiguas o cometas en tiempo de pandemia se ha convertido en una opción de distracción o entretenimiento para niños, jóvenes y adultos de diferentes barrios, quienes suben a la azotea de los edificios, aprovechando los vientos favorables y corriendo muchas veces riesgo de electrocutarse por los cables eléctricos en esos espacios.
Amables lectores este tipo de informaciones, como otras que dan cuentan de riñas por un mal manejo de los conflictos, ratifica la necesidad imperante que tenemos de educar en valores desde muy temprana edad y esa acción no es sólo responsabilidad de las autoridades educativas, sino de cada familia responsable, pues la formación de todo ser humano inicia en su hogar y refleja sus principios en todos los espacios en que se relaciona.
Si en su vivienda cualquier niño o joven observa que todas las diferencias se resuelven mediante acciones violentas, normalizarán ese accionar y así actuarán fuera de ese ámbito.
Por ello responde a una necesidad instruir en el respeto hacia los demás, en empatía para ponernos en lugar de los otros, en solidaridad para compartir lo que tenemos, en aprender a escuchar, a cuidar de las palabras que expresamos y a manejar la ira ante los conflictos que surjan en el diario vivir.
Recordamos que tenemos la capacidad de manejar nuestras emociones, de auto controlarnos, en razón de que la violencia genera más acciones violentas, que a larga destruyen el ambiente pacífico con que merecemos vivir y desarrollarnos sanamente.
Transformando los pensamientos podemos lograr cambios en el accionar de quienes educamos. Instruir para la convivencia en paz es una responsabilidad innegociable de todos/as.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur