Consternación por casos de abuso infantil
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Consternan dos noticias de la pasada semana: La muerte por golpes de una madrasta a su hijastro y la investigación de ocho empleadas del Consejo Nacional de la Niñez, en Jarabacoa, quienes supuestamente amarraban y sedaban a niñas bajo sus custodias.
Estas estremecedoras informaciones, que parecen salir de una película de ficción, hicieron reflexionar a la ciudadanía sensible y consciente de la defensa a los derechos humanos que nuestros infantes merecen así como deben gozar de protección y cuidados si pretendemos lograr su sano desarrollo.
El menor asesinado apenas contaba con 13 años. Se dice que falleció de un infarto, fruto de todos los malos tratos que recibió de su madrasta, quien fue apresada por las autoridades, la cual según sus vecinos lo maltrataba desde sus seis añitos y en una ocasión anterior ya le había fracturado un brazo.
Recordemos amables lectores que las agresiones físicas no mejoran ni rehabilitan conductas, al contrario, generan más violencia y los adultos debemos estar conscientes de que las mismas laceran la dignidad del infante dejando secuelas para toda sus vidas.
Poner fin a los abusos, explotación y todas las formas de violencia y tortura contra los niños es la meta 16.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que nuestra nación está llamada a cumplir en alianza a gobiernos y organismos de las Naciones Unidas.
Pero, además de esa tragedia también es grave la escandalosa investigación por el ministerio público de empleadas del CONANI en uno de los hogares de paso de esa entidad en Jarabacoa, a quienes en franca violación a las leyes se les imputa haber maltratados física y psicológicamente a menores.
Ellas, niñas entre 12 y 16 años que necesitaban seguridad, cuidados y protección, sufrieron vejámenes al ser amarradas con sogas y sedadas, pero gracias a que pudieron denunciar la cruel situación las nuevas autoridades iniciaron una investigación por lo cual permanecen bajo arresto, cumpliendo el peso de la ley como corresponde que se haga justicia.
Nuestros niños, niñas y adolescentes merecen contar con entornos seguros en el que se les brinde respeto, amor, límites claros, apoyo, seguridad, protección económica y psicológica para su sano desarrollo, solo así podremos alcanzar una mejor nación.
Entendemos que, la supervisión y la capacitación del personal que opera en esos centros de apoyo, al igual que en las casas de acogidas, deben ser constante y especializada para lograr los mejores frutos.
La población infantil es muy vulnerable y como sociedad estamos llamados a contribuir para que gocen de la calidad de vida y paz que merecen.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia
@Yanira_Fondeur