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Crecer en la Humildad
Por Leonor Asilis
Rincón Digital
“Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”. Ciertamente, la humildad junto a la fe constituyen los cimientos de la vida espiritual.
Dice San Agustín: ¿Te deleita la contemplación de las alturas? Pues, el primer escalón para subir es la humildad. ¿Quieres ser grande? Comienza por hacerte pequeño. ¿Te propones edificar un edificio de gran altura? Procura primero que los cimientos sean profundos porque cuanto más alto sea el edificio que se desea levantar, tanto más profundo se cavan los cimientos. Si nos avergüenza imitar a un hombre humilde, contemplemos e imitemos al humilde Dios.
Sigue Agustín en su argumento:” El, que es Dios, se hace hombre, y tu que eres solamente hombre, no quieres reconocerte tal, esto es, no quieres reconocerte mortal y enfermo, para que como enfermo busques siquiera al Médico.” Ahora bien, que debemos hacer para adquirir tan preciosa virtud? Royo Marín en su libro Teología para la Perfección Cristiana nos sugiere los siguientes pasos: 1. Pedirla incesantemente a Dios.
“Todo don perfecto viene de lo alto y desciende del Poder de las luces. (Santiago 1, 17) 2. Poner los ojos en Jesucristo, modelo incomparable de humildad. Y es que Él mismo nos lo dice en el Evangelio según San Mateo: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón. Fijémonos en su vida oculta: desde el seno de María, los desprecios de la pobreza, nacimiento en un pesebre.
En Nazaret, su vida callada, obrero manual, sin transparentar su divinidad, obedeciendo a sus padres. En su vida pública vemos como escoge sus discípulos entre los más ignorantes: su preferencia por los afligidos, pobres, pecadores, niños …Su predicación con sencillez sin palabras rebuscadas….Sus palabras y su vida: “No he venido a ser servido, sino a servir”….
Antes de su Pasión como enseña a sus discípulos el servicio, lavándoles los pies (incluso a Judas, el traidor)! Todas las bofetadas, burlas, insultos, corona de espinas, salivazos, blasfemias, carcajadas, clavos que recibió en su Pasión por amor a nosotros…y en la Eucaristía, los malos tratos que tantas veces recibe desde el olvido, descortesías, afrentas, sacrilegios……… En fin, el principio de todo pecado es la soberbia ya que el principio de la soberbia del hombre es separarse de Dios. Es para curar la causa de todas las enfermedades, que es la soberbia, porque bajo y se hizo humilde el Hijo de Dios. “La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios.” San Agustín.