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Crítica de cine: El fotógrafo de la 40
Los directores exponen el caso de los dos hermanos que ofrendaron sus vidas, por exponer el rostro verdadero de la dictadura trujillista en 1959, los cuales todavía hoy son dos desconocidos. Una pena.
José Rafael Sosa
Gracias selección de Omar de la Cruz, director del XVI Festival Global Santo Domingo 2024, pudimos ver El fotógrafo de la 40 (Erica Santelices/Orlando Berría), un proyecto revelador que expone la enorme deuda nacional con dos héroes/mártires que se atrevieron a presentar internacionalmente en 1958 el rostro verdadero de la dictadura de Trujillo, un factor fundamental para incrementar la presión contra el régimen y que creó las condiciones para facilitar el ajusticiamiento del 30 de mayo de 1961.
Santelices y Berría, fotoperiodistas radicados en el país por su trabajo informativo internacional, han dado un ejemplo de solidaridad para con estos dos fotógrafos, Pedro Aníbal y Gilberto Fuentes Berg, con un documental que ofrece un modelo es distinto respecto de la tradición del manejo de los temas históricos en el cine.
Se trata de una pieza realizada en conciencia del uso cuidadoso de los recursos del lenguaje del cine a pesar de ser opera prima de dos artistas que nunca antes habían realizado una película. De seguro que leyeron a fondo el manual “Como hacerse director de cine en doce pasos”
Este documental es un poderoso y artístico llamado a revisar los criterios al camino que el país ha recorrido en materia de cine, historia, con sus heroísmos no reconocidos y sus martirologios ignorados.
El proyecto expone una experiencia temáticamente inédita y única: el martirologio patriótico, prácticamente desconocido, al mostrar el ejemplo de los hermanos Fuentes Berg, merecedores del reconocimiento nacional a internacional con que no cuentan aún.
Santelices y Berría entregan un producto digno, con enorme sentido de su ritmo emocional. Visualmente se apoyan en el ambiente del laboratorio fotográfico de antaño, apelando a sus recursos: ácidos reveladores, instrumentos manuales, la tendedera de fotos como forma de “secar” las fotos procesadas. Los directores juegan con esos elementos y los usan como hilos conductuales, haciendo del cine, un arte que comunica.
Los hermanos Pedro Aníbal y Gilberto Fuentes Berg, los dos patriotas responsables de haber presentado al mundo el rostro de represión y tortura de la dictadura trujillista, gesto que les costó la vida a ambos. Aún hoy, no se sabe dónde están sus restos.
El documental da voz a los parientes de los dos hermanos (cuyos cuerpos – probablemente luego de ser torturados – fueron desaparecidos por los esbirros de la dictadura), en unos testimonios que convocan la solidaridad y la impotencia de los espectadores.
La locación principal es el humilde ambiente del ambiente su hogar, manejando cámara y ambiente los recuerdos fotográficos, con sensibilidad e inteligencia.
La banda musical del maestro Manuel Tejada es mortalmente emotiva, que marca los puntos cruciales, al punto de erizar la piel con esas notas. El maestro Tejada tiene enorme responsabilidad en el impacto artístico y humano al estructurar un soporte.
Estamos ante una obra de arte intimista, elaborada con sentido en cada escena, con que comporta un elevado sentido patriótico, y que nos resitúa frente a la necesidad de fortalecer el cine histórico dominicano, que ha tenido piezas memorables, (baste recordar Perejil, (José María Cabral) o Caamaño, de militar (René Fortunato) a pero que requiere de mucho mayor atención.
Los directores nos presentan un ejemplo de valor patriótico que, hasta el momento, y que terminan entregando un producto cinematográfico de una calidad artística, técnica y temática, de altísimo valor histórico.
Los directores del documental Erica Santelices y Orlando Berría.
Es injusto que los hermanos Fuentes Berg, no tengan al día de hoy, la consagración social que merecen y que no se compensa con una resolución municipal que designa con su nombre un trozo de la calle de la casa materna. El acto que protagonizaron, a sabiendas del peligro de muerte que implicaba, lo hicieron. Y perecieron por ello.
No hay una tumba en la cual acudir a rendirles los honores. No hay un monumento que los reivindique. No hay declaratorias del Congreso, ni decretos presidenciales que ubiquen sus nombres en el sitial que merecen.
El fotógrafo de la 40 es un documental que recomendamos ver por la información histórica que transmite, por la forma artística en que lo logra y por el ejemplo de solidaridad profesional que implica.
El documental estará en pantallas de Caribbean Cinemas, en abril próximo, por lo que hago, desde ahora, la recomendación de ir a verlo.
Foto de portada: Escena del documental El fotógrafo de la 40. FOTO CEDIDA POR LA PRODUCCION.