Cuando la autoridad también viola
Promoviendo la Paz
Yanira Fondeur
Como madre y ciudadana sensible al dolor ajeno, manifiesto mi indignación y repudio al caso de la menor de 14 años que, al acudir con su padre a un destacamento policial a denunciar su violación sexual, fue objeto de otra similar vejación por la autoridad que estaba llamada a protegerla e investigar el hecho.
Cuánta injusticia, falta de respeto y empatía ante el estado de una adolescente vulnerable, cuánta desconsideración de parte del mayor Santo Oviedo de los Santos, de 46 años, adscrito al Departamento de Investigaciones Criminales (DICRIM), ante el dolor físico y psicológico de una menor mancillada, cuánta falla por parte del sistema de atención que debe tener mayores controles de su personal.
Desde éste espacio que promueve la paz, invito a que reflexionemos ante el dolor que sufrió esa niña al ser violada, el estado de miedo, ansiedad y vergüenza que debió padecer para comunicarle a su padre lo sucedido en búsqueda de apoyo, en la voluntad y valor que tuvo que tener para ir a denunciar el hecho deseando que se hiciera justicia con su agresor y más tarde, el trauma que debió vivir cuando la autoridad policial también la utilizó para satisfacer sus repudiables deseos sexuales.
Pensemos también en el sufrimiento del progenitor de la víctima que, marcado por la impotencia y el sufrimiento de su hija, ingenuamente confió en el agente policial que la cuidaría mientras cumplía su orden de buscar en su hogar una fotografía del primer violador, identificado como Johnny Herrera.
Sin lugar a dudas, esta doble violación sexual a una niña constituye un acto de barbarie que, estremece nuestra sociedad y demuestra la necesidad de continuar la motivación, a las víctimas o a sus familiares, a denunciar estos casos, a través de una llamada telefónica al 911, al 809-200-1202 de Línea Vida, la Línea 700 del Consejo Nacional de la Niñez (CONANI) o en la Fiscalía comunitaria más cercana.
A la fecha, el primer violador permanece prófugo y el segundo fue enviado a la cárcel de Operaciones Especiales de la Policía Nacional por un mes de prisión como medida de coerción.
Este vergonzoso hecho ha provocado en las redes sociales, sobre todo en twitter, que los usuarios vuelquen su indignación y expresen hasta improperios al agente policial, que con su conducta resta aún más confianza de la población a esa institución del Estado, llamada a velar por la seguridad e integridad de las personas, preservando los derechos humanos y la convivencia pacífica.
Lo único positivo de éste trágico caso que nos ha lacerado el alma es que, a pesar de su dolor, temor y trauma, la jovencita no se mantuvo en silencio, sino que tuvo el valor de denunciar a sus dos violadores.
Como madres, padres o tutores debemos permanecer vigilantes a las manifestaciones conductuales de los niños, niñas y adolescentes, pues al ser abusados se comportan más tímidos de lo normal pero con agresividad, más dependientes de los padres de lo usual, dejan de comer o en cambio comen en exceso, poco interés y motivación en las tareas escolares o falta de cuidado personal, entre otros.
El abuso infantil afecta la autoestima de quienes lo padecen, afecta sus procesos de aprendizajes, hace que tengan desconfianza y visión negativa hacia los demás y engendra más violencia.
Como sociedad tenemos que unirnos en reclamar justicia para éste y tantos otros casos abusivos que ocurren.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur