Día Internacional de las Mujeres Rurales: Igualdad de acceso a las tierras para producir alimentos
Las Naciones Unidas hacen foco en el papel que cumplen las mujeres en los sistemas alimentarios a nivel mundial en un marco de desigualdad de género.
El primer Día Internacional de las Mujeres Rurales se celebró el 15 de octubre de 2008. Fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en su resolución 62/136. En ella reconoce «la función y contribución decisiva de la mujer rural incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural».
Este año se celebra el tema “Las mujeres rurales cultiva alimentos de calidad para todas las personas” «, con el objetivo de destacar el papel fundamental que desempeñan las mujeres y niñas rurales en los sistemas alimentarios de todo el mundo.
Desde la ONU destacan que la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos, el trabajo de las mujeres —tanto remunerado como no remunerado— alimenta a sus familias, comunidades y el mundo. «Sin embargo, no ejercen el mismo poder que los hombres, por consiguiente, ganan menos dinero y experimentan una mayor seguridad alimentaria».
En los países en desarrollo, las mujeres representan el 45% de la mano de obra agrícola: desde un 20% en América Latina hasta el 60% en zonas de África y Asia.
Las mujeres suelen trabajar entre 12-13 horas más que los hombres por semana.
Menos del 20% de los propietarios de tierras en el mundo son mujeres.
En la región el 39% de las mujeres rurales mayores de 15 años no tiene ingresos propios, versus el 12,7% de los hombres.
Las mujeres reinvierten hasta el 90% de sus ganancias en sus hogares, dinero que se destina a nutrición, alimentos, atención médica, escuela y actividades generadoras de ingresos.
Discriminación y acceso a la tierra
Según María Beatriz «Pilu » Giraudo, co fundador a de Red Mujeres Rurales, «las mujeres rurales se ven más afectadas por la desigualdad en el acceso a recursos naturales y económicos tales como, el agua, el control de la tierra, acceso al crédito, la capacitación y la tecnología, también en espacios de socialización y participación. Todas estas limitaciones se traducen en desventajas concretas como la sobrecarga y superposición de tareas, la escasa o nula autonomía económica, la falta de valoración respecto de su contribución a las actividades productivas y de representación de las mujeres en las instituciones, la gobernanza, liderazgo y otros espacios de toma de decisión».
Para la ONU, «si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2,5 y 4% y el número de personas desnutridas en el mundo disminuiría aproximadamente entre un 12% y un 17% (FAO, 2011)».
El último informe de ONU Mujeres, «más allá de la pandemia de COVID-19: un plan feminista en favor de la sostenibilidad y la justicia social», insta a reconstruir el desgastado sistema alimentario mundial desde la base, apoyando los medios de vida de las mujeres rurales para producir y distribuir productos alimenticios diversos y saludables.
Fuente: Perfil