Discurso de Juan Manuel Ureña, presidente del Consejo de Administración de Manuel Arsenio Ureña S.A., como orador invitado de la XV Graduación Ordinaria
Dr. Franklyn Holguín Haché, Rector de UNAPEC.
Lic. Opinio Alvarez Betancourt, Presidente de la Junta de Directores de UNAPEC.
Lic. Francisco D’Oleo, Vicerrector Académico.
Dra. Luz Inmaculada Madera, Vicerrectora de Investigación, Innovación y Relaciones Internacionales.
Lic. Araminta Astwood, Administradora General.
Lic. Luz Bienvenida González, Directora de la Extensión Cibao.
Distinguidos integrantes de la Junta de Directores de UNAPEC y del Grupo APEC.
Honorables Señores Decanos y Directores Académicos.
Directivos Administrativos de UNAPEC.
Apreciados graduandos, familiares y relacionados:
Recibimos con inmenso regocijo la noticia de que había sido propuesto para ser el orador invitado de esta decimoquinta ceremonia de graduación en la cual se invisten 367 nuevos profesionales. Es difícil creerse uno merecedor de tan alta distinción y de la invaluable oportunidad de compartir algunas ideas con un grupo de jóvenes que cumplen hoy una importante etapa de su vida que les otorga credenciales que sabiamente usadas les permitirán explorar nuevas dimensiones y triunfar en un mundo cada vez más lleno de oportunidades y desafíos.
La invitación para hablarles es aún más significativa por ser esta Universidad una institución ante cuyos fundadores y ante los que los han sucedido, tenemos que inclinar la cabeza en señal de admiración, no sólo por haber fundado y mantenido este espacio de aprendizaje de la más alta calidad, sino también por la visión que la guía y por haberse sobrepuesto a lo que eran las circunstancias del país en el tiempo en que fue fundada.
Como miembro que somos de una generación de relevo, no nos cansamos de admirar la iniciativa que tomó el grupo de empresarios y hombres de bien en 1965 de formar una nueva universidad que posteriormente se ha venido a llamar UNAPEC, ya con más de medio siglo de existencia y sobre 30 mil graduados. En 1965 estábamos en medio de la inestabilidad que trajo el fin de la larga dictadura, y ocupados por una potencia extranjera, con residuos todavía de una guerra civil reciente; un panorama capaz de desalentar a los más optimistas.
Pero tal vez lo más impresionante es la visión de los fundadores. Es posible que esta visión haya sido articulada después, pero desde el inicio quedaba claro que tenían una visión futurista que el paso del tiempo se ha encargado de validar. Establecieron como compromiso social la “formación de líderes creativos y emprendedores para una economía global, mediante una oferta académica completa con énfasis en los negocios, la tecnología y los servicios”. Cuando UNAPEC fue fundada, faltaban aún ocho años para que se publicara el libro de Richard Barnet “The Global Reach” que muchos valoran como el primero en anticipar la globalización que vendría. Los fundadores de UNAPEC se le adelantaron.
Las ideas que deseo compartir con ustedes giran alrededor de la tesis de que la República Dominicana es una sociedad que históricamente ha demostrado una capacidad de superación nacional, inclusive en medio de inmensas dificultades, capacidad que viene del hecho de ser un pueblo esencialmente noble en el cual el sentido patriótico podría esconderse de vez en cuando pero nunca ha pasado de moda, ni con las vicisitudes ni con la modernidad. Los que nos conocen nos definen como gente generosa y compasiva y en verdad que no se equivocan al emitir este juicio sobre el pueblo dominicano. Este pueblo ha generado tantos hombres de buena voluntad en todas las épocas que siempre ha sido posible superarnos a nosotros mismos.
Hay profundas razones para ser optimistas con relación al futuro de la República Dominicana. El país cuenta con profesionales de calidad, a los cuales hoy se suman 367 más.
El país cuenta con gente muy trabajadora que lucha cada día, y que por encima de todo, se enfrenta a la vida con optimismo.
El país tiene líderes de gran valía y tiene instituciones que son fruto de la iniciativa ciudadana. Un ejemplo de lo que digo es esta magna universidad.
Por otro lado, tenemos ya muchos años construyendo un proceso de democratización de la vida política y como resultado tenemos gobiernos estables que se renuevan cada cuatro años, y un sistema de partidos políticos que aunuqe necesita de muchas mejoras, no tiene nada que envidiarle al resto del continente. Como también existe una sociedad civil que cada día luce más organizada y participa más en los procesos de la democracia.
Tenemos además un Gobierno con las mejores intenciones y la disposición de poner su parte para el engrandecimiento de nuestra nación, de la nación de todos.
Se ha dicho tantas veces que el progreso social y económico de un país depende de sus recursos humanos y siempre se cita a Japón como ejemplo de una potencia económica con recursos naturales muy limitados pero con una población altamente educada y con una disciplina a toda prueba.
Nosotros somos una isla tropical de ecosistema frágil, relativamente pequeña y dividida en dos países y esto nos obliga aún más a apostar a la educación, a la formación de nuestros recursos humanos. En este sentido, debe ser una fiesta para el país y una esperanza para la patria que hoy reciban su investidura 397 jóvenes en disciplinas que son relevantes para construir un futuro mejor.
En el caso que hoy nos reúne, la Universidad y sus líderes han cumplido de la mejor manera con facilitarles las oportunidades, conduciendo un proceso de aprendizaje de calidad, y ustedes y sus familias han aportado el esfuerzo, la inversión de tiempo y de recursos como apoyos para trajinar la senda que hoy culmina con éxito.
Este paso que ustedes completan hoy es un paso necesario pero no suficiente en el proceso de construir su propio futuro y participar en la construcción de un mundo mejor.
Todo ser humano debe tener la oportunidad de usar con sabiduría los conocimientos para asegurar ingresos que les permitan vivir una vida con el mínimo de privaciones, sin pisotear a nadie. Pero este triunfo personal hay que comprarlo con una caracteristica que considero indispensable para el éxito en cualquier area, la actitud.
Siempre recuerdo una anécdota que le escuché contar a mi padre: A Collin Powell, hombre de color, nacido en el barrio negro de Harlem, hijo de inmigrantes Jamaiquinos, que llegó a ser jefe del ejército más poderoso del mundo y luego jefe de la difícil diplomacia de alcance mundial de los Estados Unidos, le preguntaron en una entrevista cuál había sido el punto de inflexión que había cambiado el curso de su vida y él sin titubear aseguró recordar exactamente el momento. Dijo que siendo un adolescente su padre le consiguió un puesto para limpiar en la noche el piso de la planta de Coca Cola, en Atlanta, y la primera noche él decidió que iba a llegar a ser el mejor limpiador de pisos del mundo.
Por otro lado, un amigo me contó que su hija, graduada de administración de empresas, no conseguía trabajo porque no aceptaba un puesto que no fuera de administradora. Les puedo afirmaer que no importa cuán humilde sea el puesto que tomamos. Como empresario joven puedo dar fe de que en los trabajos siempre llamará la atención el que tiene una actitud de hacer su tarea de la mejor manera posible; esos son los que se notan, esos son los que crecen.
Por otro lado, estamos moralmente comprometidos a poner nuestro talento, conocimientos y comportamiento al servicio de la construcción de un mejor país, contribuyendo a la solución de los grandes desafíos nacionales. Decimos que el Proyecto de Nación es aún una tarea pendiente. Particularmente yo pienso que siempre lo será si pretendemos seguir superandonos.
En este Proyecto de Nación hay líneas de contenido que son prioritarias en esta coyuntura. Sin que la lista sea limitativa, o excluyente, nos permitimos citar y comentar las más perentorias:
Tenemos que construir entre todos una cultura de paz para evitar que acabemos de ser arropados por la violencia que resta tanto a nuestra calidad vida. Hay que respaldar los esfuerzos para combatir los malos ejemplos de dinero rápido y fácil que se da a todos los niveles de nuestra estructura social y que interfiere con esa deseada y necesaria cultura de paz.
Debemos crear más escuelas donde los jóvenes de los barrios puedan aprender un oficio y recibir formación ciudadana de calidad; esfuerzos que deben ser complementados con la creación de oportunidades para que esos jóvenes tengan acceso a un empleo, sin lo cual el intento de capacitarlos sólo profundizaría la frustración. Esta sería una forma efectiva de romper el círculo intergeneracional de reproducción de la pobreza socialmente heredada y atacar así uno de los factores que generan violencia y delincuencia.
La pobreza en general se ha reducido en nuestro país, aunque a veces por razones políticas se quiera decir lo contrario. Los servicios de salud se han puesto más al alcance de los barrios y comunidades rurales, también el servicio eléctrico y de agua potable; ha habido un esfuerzo considerable para mejorar el sistema de educación y aliviar la carga de las familias de escasos recursos; el empleo, fuera de la informalidad, es un desafío pero también avanzamos en la dirección correcta aunque de forma quizá más lenta de lo que debemos aspirar. No podemos, sin embargo, conformarnos con los avances.
Hay un pensamiento que viene al caso en esta ceremonia, que es una fiesta de esperanza: “Ningún ser humano de buena voluntad puede descansar hasta que el más débil de nuestro semejantes tenga suficientes recursos materiales y fortaleza espiritual para vivir con dignidad”. Es una utopía, pero las utopías marcan la dirección del camino.
Preocupa, dentro del pensamiento de este Proyecto de Nación, el hecho del desbalance regional en población y en medios para promover el empleo y el desarrollo. Santo domingo y sus alrededores concentran más de un tercio de la población del país, y en una especie de círculo vicioso, esta concentración contribuye a aumentar las inversiones en infraestructura y en servicios lo que a su vez se convierte en facilidades para las inversiones productivas que atraen más población y alimenta a su vez una corriente migratoria que va drenando los pueblos del “interior” y las zonas rurales.
Nosotros insistimos en que un desarrollo regional más equilibrado, que cree más oportunidades locales, sería más sano para una nación dispuesta a crear las condiciones sociales para que sus ciudadanos vivan en paz y en armonía.
Mirando a Europa y otros tantos países, uno pensaría que la desaparición de los pueblos y la concentración en las grandes urbes es un fenómeno de los tiempos, de la dinámica del desarrollo, aunque la existencia de mega ciudades, como San Pablo y Ciudad México no es un fenómeno de ahora.
Es cierto que la tendencia del ser humano es a migrar, a moverse hacía donde piensa que tendrá más fortuna. Dice la canción de ese clásico de la buena música popular que se llama Joan Manuel Serrat, “..y si te toca llorar es mejor frente al mar..” y otra canción, un tango, dice en una de sus estrofas, despidiéndose de Las Pampas: “..me voy camino de la esperanza”
Pero también se dice que una tendencia no es un destino y es un error alimentar esa tendencia con políticas equivocadas.
Creemos firmemente que es posible una política de Estado que estimule el crecimiento económico geográficamente más equilibrado, que contribuya a una distribución más igualitaria de la población.
No nos parece económicamente saludable, hasta por cuestión de vulnerabilidad, que los servicios portuarios se concentren en Santo Domingo y sus alrededores, donde también se concentra el grueso de la producción de electricidad y del refinamiento de los combustibles que por lo menos debieran de transportarse a estas zonas quizá a través de un gasoducto.
La lista de la descentralización es más larga, pero factible. Son una serie de medidas tendentes a incentivar la inversión privada, más allá de Santo Domingo y sus alrededores, para crear riquezas en otros pueblos y regiones y consecuentemente crear empleos productivos y así evitar que la mitad o más de ustedes y otros tengan que irse para Santo Domingo donde prácticamente está todo.
Otro asunto vital en la lista es el tema del medio ambiente y los recursos naturales. Por muchos años se ha hablado de ello, pero da la impresión de que sigue pendiente. Hay esfuerzos meritorios como el Plan Sierra y la Fundación Sur Futuro que han adelantado tareas importantes en la reforestación, la conservación de los suelos y protección de las fuentes de aguas. Hay esfuerzos más individualizados, también meritorios, en la misma línea que están siendo sacados a la luz pública con el Premio a la Siembra de Agua que lidera Sur Futuro.
Por otro lado, el tema mundial del calentamiento global y el consecuente cambio climático que trastorna los ciclos y la distribución geográfica de las lluvias, ha entrado con fuerza en la agenda mundial y los países grandes y pequeños, con excepciones, han contraído el compromiso de asumir la agenda. El último y prolongado período de sequía nos hizo el favor de preocuparnos y de hacer que comenzáramos a ocuparnos más seriamente del tema:
El Poder Ejecutivo formó la Comisión Coordinadora del Ordenamiento de las cuencas de los ríos Ozama e Isabela con la participación del sector privado. Más reciente, el Gobierno estableció la Mesa de Coordinación del Recurso Agua, cuyo propósito es coordinar las acciones tendentes a lograr una gestión sostenible del recurso agua. La Asociación para el Desarrollo (APEDI) ha organizado y opera el Fondo de Agua y hay un movimiento alrededor de promover el ordenamiento y gestión de la Cuenca del Río Yaque del Norte. Estos movimientos buscan aumentar la eficiencia en el uso del agua potable y de irrigación, la reducción de la contaminación, que es una forma de desperdiciar el agua, y la protección de los almacenamientos naturales de agua y las presas.
Nosotros como ciudadanos debemos entender que los esfuerzos por la protección de los recursos naturales que protegen la vida civilizada en nuestra nación deben ser respaldados con entusiasmo, estímulos y participación. Es una parte fundamental e ineludible del Proyecto de Nación.
Otro problema muy serio, quizá uno de los grandes desafíos que enfrentamos y que debe ser una parte fundamental del Proyecto de Nación, es la llegada sin control de inmigrantes a nuestro territorio. El hecho de ser vecinos de un país con más limitaciones económicas y sociales que el nuestro, produce un efecto de vasos comunicantes cuya tendencia en el largo plazo es a igualar hacia abajo el nivel de vida nuestro y el desarrollo institucional que tanto sacrificio ha costado.
Ese Proyecto de Nación debe plantear, dentro del espíritu solidario y cristiano, y sin arbitrariedades, haciendo uso de los mecanismos del estado de derecho, de que forma se regulan los flujos migratorios acorde con la capacidad del país. No enfrentar con valentía y decisión este problema puede amenazar con revertir la historia que se ha forjado con tantas luchas heroicas.
Como vemos, la lista de desafíos es larga. La esperanza en ustedes es mucha. Tener la oportunidad de recibir una educación del nivel cualitativo que han recibido crea obligaciones con ustedes mismos y con la nación.
El Proyecto de Nación, tanto en el proceso de ser concebido como en su implementación, no es de ninguna manera una tarea sólo del Gobierno. Es ante todo, es una alianza de los sectores nacionales en pro de la construcción de una patria cada día mejor, partiendo de lo mucho que hemos avanzados y del camino que aún nos queda por recorrer.
Si Juan Pablo Duarte creyó que un país con menos de medio millón de habitantes, sin comunicación y casi el 90% de la población en la zona rural y con una economía de subsistencia, podía ser una nación independiente, y el tiempo le ha dado la razón, nada parece imposible. Se puede construir ese país mejor para el bien de los que actualmente lo habitamos y de las generaciones por venir!
Gracias de nuevo por la oportunidad.
Suerte a los graduandos en los nuevos caminos a recorrer y en el cumplimiento de su responsabilidad social.
Que el Todopoderoso nos bendiga a todos!