Ministro Paliza supervisa construcción de verja perimetral entre RD y Haití
Discurso del presidente del Instituto Duartiano, Wilson Gómez, en “Marcha Patriótica RD” en Azua
Honorables y distinguidas autoridades del país, de la heroica Azua y de la aguerrida Región Sur.
Entidades patrióticas que con tanta fe duartiana escenifican estas demostraciones; distinguidas personalidades del municipio de Azua de Compostela y de toda la provincia de Azua;
Buenos dominicanos y dominicanas de toda la República que con su presencia y mensajes expresan su apoyo sin reservas a estas intensas jornadas patrias.
Honorables y distinguidos directivos, miembros del Instituto Duartiano; presidentes y delegaciones de los Centros Duartianos de Azua, Barahona, San Juan, San Cristóbal, Bani, Neyba, Las Matas de Farfán y San Francisco de Macorís.
Profesores y estudiantes, miembros de la prensa local y nacional, profesionales en general;
Dominicanos, dominicanas; hermanos en la Patria y en Duarte todos y todas:
Otra vez se vuelve a escuchar como un atronador eco prolongado del Manifiesto del 6 de agosto pasado, leído en el marco del Altar de la Patria sus piedras centenarias y ante el Mausoleo que, celosamente guarda las cenizas venerables de los Padres Fundadores; esta vez se ha escuchado en la tierra suroestana donde se libraron durante doce años, encendidas acciones libertarias expresadas en batallas, duros encuentros y combates, donde el pueblo azuano expuso la más elevada dignidad, coraje y gallardía.
Aquí, la heroica juventud de este pueblo se integró a la defensa patria conjuntamente con hateros y montoneros y recibieron los entrenamientos militares de los generales Antonio Duvergé y Francisco Soñé… ellos también contaron con la valentía y determinación de hombres como entre otros, quienes preservaron los ideales de nuestra Independencia Nacional, la única, la del 27 de febrero de 1844.
El Cerro de Resolí, se constituyó en un emblemático escenario donde las armas dominicanas sellaron el primer gran triunfo de las armas dominicanas, a solo veinte días de la proclamación de nuestra independencia; nuestra primera gran batalla, la de Azua, la del 19 de marzo de 1844; ahí quedó sellado el triunfo de mas de una veintena de acciones armadas de significativa importancia histórica.
Señoras y señores, pueblo de Azua, también aquí, la divisa trinitaria se tiñó de la pólvora de los cañones de gloria de nuestros artilleros, militarmente liderados por el general Antonio Duvergé, y apoyados por Francisco Soñé, Vicente Noble, Nicolás Mañón, José Leger, José del Carmen García, Matías de Vargas y Federico Martínez, quienes decidieron que se sellara el triunfo de las armas dominicanas, entre otros.
Esta vez, convocados y reunidos aquí en Azua, abrazados a nuestra Bandera Nacional dominicana y a los principios enarbolados por Juan Pablo Duarte y Díez, privilegiando los más elevados principios de la Nación dominicana, recibimos la proclama de adhesión plena de esta Región al contenido y alcance del Manifiesto del 6 de agosto del año en curso, leído en el Altar de la Patria; de ahí que resulte procedente resaltar de este el siguiente contenido:
Estamos al filo del grave riesgo de que se afecte gravemente la República, sin ni siquiera haber entrado en la gran resistencia, la cual ha de expresarse en la intensificación de los esfuerzos de nuestros gobernantes y líderes de todos los ámbitos, de los cuales hoy se requiere que apliquen el reclamo de nuestro Padre Fundador, quien, en 1865, en una carta dirigida desde Caracas al gobierno restaurador (con sede en Santiago) le expresó: “El gobierno debe mostrarse justo y enérgico… o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
La Nación dominicana, que nadie lo dude, enfrenta en la actualidad las pruebas más complejas y peligrosas de toda su existencia histórica, una realidad dramática y riesgosa, próxima y dolorosa, con raíces históricas muy hondas: compartimos el espacio isleño con una nación que, como Haití, tiene características particulares, y que al mismo tiempo ha devenido penosamente en un Estado fallido, colapsado, desvertebrado; y sobre todo, lo más triste e injusto, desahuciado y abandonado por la Comunidad Internacional, en especial, por los Organismos Internacionales, como la ONU y la OEA, así como por grandes naciones que, como EE.UU., Francia y Canadá, están comprometidas con la nación vecina.
Hoy aquí y ahora, en esta heroica y fecunda tierra azuana, queremos proclamar con toda fuerza y vigor, con determinación y rectitud de conciencia, en nombre de todo el pueblo dominicano, en nombre de los nobles y buenos dominicanos, que no hay ni habrá jamás solución dominicana a los problemas de Haití, ni aquí en nuestro territorio, ni allá en el suyo.
Queremos que lo entiendan bien los grandes poderes de la tierra y los dirigentes de Haití: los problemas de Haití deben y pueden ser abordados y superados con urgencia, efectividad y responsabilidad, en primer término, por los propios haitianos; pero cómo está demostrado, en el porvenir inmediato ese objetivo supremo no lo podrán alcanzar los haitianos sin un esfuerzo de corresponsabilidad de la Comunidad Internacional.
La ONU, la OEA ni las grandes naciones no pueden seguir rehuyendo o mediatizando por más tiempo el cumplimiento de sus obligaciones con una Nación que, como Haití, ha tocado fondo en su situación de crisis.
Más aún, denunciamos, una vez más, ante el mundo, que contra ambas naciones se comete un crimen de alta inteligencia y ejecución continuada, cubierto por una conspiración de silencio: la brutal violencia que se desata en Haití, con cada vez mayor intensidad y crueldad, por parte de grupos fuertemente armados y financiados desde el exterior y que se encuentran en proceso de unificación y organización creciente, que sólo procura hacer destruir las pocas estructuras que le quedan a Haití y provocar que su población desesperada, huya despavorida de más en más hacia República Dominicana, a la vez que se maniobra en la sombra para que se complete el proceso de trasladar millones de haitianos, para su asentamiento definitivo la parte oriental de la Islaque corresponde a la República Dominicana.
Al respecto, deben saberlo muy bien los que conspiran, aquí y fuera de aquí: los dominicanos nos uniremos como nunca antes, como Duarte nos ordenó hacer en momentos de extremo peligro, para enfrentar esa ignominia, que conduciría a la destrucción final de su obra histórica, a la negación más abyecta o vil de todos nuestros derechos como Nación.
La verdad ha de ser dicha: los líderes de la comunidad internacional y hemisférica, nunca han hecho un esfuerzo auténtico, consistente, sincero, de rescatar y reconstruir a Haití en Haití. Aquí y ahora corresponde reiterar que ningún pueblo de la tierra ha sido más solidario con el pueblo haitiano, ni más comprensivo de su drama histórico que el dominicano.
Señores, dominicanas y dominicanos, queremos insistir, la crisis de Haití, tiene el potencial de desatar un conflicto de envergadura, que los dominicanos no deseamos y que haremos todos los esfuerzos necesarios para evitarlo.
Pero que se sepa bien, sin renunciar en modo alguno al derecho supremo e inalienable que tenemos como pueblo de defender y preservar por todos los medios a nuestro alcance nuestro propio desarrollo, las conquistas alcanzadas a lo largo de nuestra historia, nuestra soberanía y autodeterminación, nuestra integridad territorial y demográfica, así como la identidad nacional anclada profundamente en los valores de una cultura cristiana y humanista, principios y valores que se apoyan en la Constitución dominicana actual, con la misma fuerza de legitimidad con que figuran en el Proyecto de Ley Fundamental o Constitución de Duarte, a propósito de conmemorarse mañana el 178 aniversario del Texto Supremo de 1844.
Estamos compelidos a rechazar con nuestro enérgico proceder y nuestras actitudes, el discurso mentiroso y avieso que pretende estigmatizarnos como pueblo xenófobo, racista, anti-haitiano, genocida, para agredirnos a mansalva y descalificar nuestras firmes posiciones. No lo hemos sido, no lo somos, ni lo seremos; pero nunca entregaremos a los organismos internacionales ni a las grandes potencias el derecho a nuestra tierra, ni nuestra identidad de Nación “indómita y brava, que siempre altiva su frente alzará”, como reza nuestro Himno Nacional, escuchado por primera vez en el interior del país esta ciudad de Azua, donde ejerció el magisterio Emilio Prud-homme.
“Hoy vivimos un singular momento histórico que mueve a recordar la admonición de nuestro Padre Fundador Juan Pablo Duarte sobre nuestro destino: “Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda dominación extranjera o se hunde la Isla”.
Hermanos en la Patria y en Duarte, ante la dramática situación descrita, reiteramos nuestra exhortación vehemente al ciudadano señor Presidente Abinader y a todos los poderes públicos nacionales y municipales, a nuestras Fuerzas Armadas y de seguridad que tienen mandatos constitucionales muy precisos, así como a todo el liderazgo nacional político y no político, de gobierno y oposición, a asumir el solemne compromiso de adoptar rectas Políticas y Estrategias de Estado para alcanzar con el mayor sentido de urgencia los siguientes objetivos de Supremo Interés Nacional:
- a) La agilización de los trabajos de construcción del Muro o Valla Física Tecnológica. Aunque esta obra fue anunciada e iniciada por el actual gobierno, respondiendo a un creciente clamor nacional, la mayoría de los dominicanos tenemos la expectativa, la misma debe recibir el mayor impulso, con la trasparencia y efectividad que demandan las circunstancias críticas antes señaladas.
- b) La aplicación enérgica del Código Laboral con base al mandato que establece el mínimo del 80 % de mano de obra dominicana
- c) El cumplimiento riguroso y justo de las normativas migratorias, en consecuencia, la repatriación sostenida y creciente de todos los extranjeros en situación migratoria ilegal o irregular.
- d) Que se adopten todas las medidas y providencias, para que, conforme a la realidad precedentemente expuesta, los soldados de nuestras FF.AA. sean llevados a ejercer control fronterizo para evitar el regreso de los repatriados y nuevas incursiones ilegales en un número tan suficiente como lo demandan las circunstancias actuales.
- e) Que el Ministerio de Educación cumpla con el artículo 63, numeral 13, de la Constitución de la República el cual manda lo siguiente: “Con la finalidad de formar ciudadanas y ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, en todas las instituciones de educación pública y privada, serán obligatorias la instrucción en la formación social y cívica, la enseñanza de la Constitución, de los derechos y garantías fundamentales, de los valores patrios y de los principios de convivencia pacífica”.
- f) Que el Congreso Nacional de cumplimiento al artículo 10, numeral 2, de la Norma Suprema y cumpla con la reserva de ley establecida al precisar: “El régimen de adquisición y transferencia de la propiedad inmobiliaria en la Zona Fronteriza estará sometido a requisitos legales específicos que privilegien la propiedad de los dominicanos y dominicanas y el interés nacional”. Asimismo, instamos a los poderes públicos a repoblar la frontera y convertirla en una zona de desarrollo de alta prioridad nacional.
- g)La adopción de una política altamente restrictiva en relación de los consulados dominicanos en Haití y la emisión de visas por parte de los mismos durante el tiempo que sea necesario hasta tanto se supere la situación actual.
- h) La revisión y la supervisión minuciosa del Registro Civil, así como del Libro de Extranjería, en particular, en lo concerniente al registro de los hijos de haitianos nacidos en territorio dominicano desde el año 2000. Por igual, exigimos que nuestra diplomacia produzca un rechazo contundente a las campañas engañosas que quieren confundir apatridia con indocumentación, pretendiendo revertir la histórica Sentencia núm. 168-13, emitida por el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, con la cual se definen aspectos sustanciales de la nacionalidad dominicana.
- i) Es necesario, acometer una gran ofensiva diplomática mundial, incluido un amplio ejercicio de diplomacia pública y ciudadana, con guía escrita, rigurosa y unidad de criterios, ante todas las Embajadas, Parlamentos y los organismos internacionales de la Región y el Mundo, con un contenido histórico veraz y objetivo acerca de las relaciones dominico-haitianas así como de los datos socioeconómicos, demográficos y medioambientales que fundamentan nuestros legítimos y justos reclamos.
Resulta necesario incorporar la valiosa diáspora dominicana en todo el Mundo, en especial, la radicada en Estados Unidos y Europa, la cual está llamada a convertirse en una poderosa vanguardia de esta lucha nacional y patriótica, de resistencia y restauración del pueblo dominicano, marchando “serenos, unidos y osados”, como manifestó Duarte en su sentido canto a la “Unidad de razas”, hacia una cita con la historia, donde se volverá a demostrar que somos una gran Nación, que existe porque Dios quiere y porque en cada generación hay dominicanos patriotas dispuestos a asumir todos los sacrificios: los de su vida, su libertad y sus bienes si fuere preciso.
Hermanos en la Patria y en Duarte, defendamos con determinación nuestra soberanía, permaneciendo unidos y alertas, en uno de los momentos de mayor dificultad de nuestra historia, guiados por la inteligencia y la voluntad duartianas, sin permitir los sectarismos ni los protagonismos de los que pretenderán desviarnos, y de aquellos que seguirán pretendiendo disminuir la intensidad de la Nación como parte de la trama internacional, que, si no la vencemos, nos conducirá a ser dos naciones destruidas en medio de una isla fatalmente condenada.
A una sola voz, declaramos que no podrán despojar al pueblo dominicano de su territorio, ni destruir sus instituciones y derechos jurídicos, ni anular su soberanía, ni desvanecer su Independencia Nacional.
A todos nos une la historia, la cultura, la Patria, el ejercicio de la libertad y la democracia, el derecho al gobierno propio e independiente. A todos nos une el dominicano de gloria más pura, Juan Pablo Duarte y Díez.
Hermanos en la Patria y en Duarte, solo con la unidad del pueblo dominicano, puede preservarse su continuidad histórica.
Somos un Pueblo de Dios. Nacimos como República con la divisa trinitaria y hoy Lema constitucional nacional de los dominicanos: “Dios, Patria y Libertad”.
¡Viva la Independencia Nacional!… ¡Viva la República Dominicana! ¡Viva el Pueblo de Azua!
¡Duarte Vive! ¡Duarte siempre! ¡Por Duarte tenemos Patria!
Gracias!
Wilson Gómez Ramírez
Presidente del Instituto Duartiano
5 de noviembre de 2022.