El amor brinda bienestar, no malestar
Promoviendo la Paz
Yanira Fondeur
En este mes de febrero, que recién empieza, en el que se resalta la celebración del amor, considero oportuno abordar sobre este hermoso y noble sentimiento, en nombre del cual se pretende muchas veces justificar agresiones y asesinatos a mujeres por parejas o ex parejas, que aseguraron amarlas.
Si observamos las estadísticas de los feminicidios del presente año, las edades de las víctimas eran apenas de 16, 17, 20, 21, 24, 28 y 30 años, lo cual me motiva a concentrar mi artículo de hoy en crear conciencia de la diferencia existente entre una relación amorosa sana y una tóxica.
Cuando vivimos con vínculo de compromiso real y sano, anhelamos reencontrarnos con nuestra pareja y sentimos emociones de alegría con una mirada, beso, abrazo o tomarnos de las manos, generando en nuestro ser gozo, bienestar, paz, ternura, a pesar de que, conscientemente somos capaces de reconocer las diferencias y aceptarlas, apoyarnos mutuamente, compenetrándonos en momentos de felicidad, angustia o tristeza.
En las relaciones positivas de parejas se comparten los proyectos de vida, sean profesionales o personales, con inteligencia emocional se dialoga, no se grita, se generan acuerdos, no imposiciones y esto así porque no se trata de un amor basado en dominación y sumisión, sino en igualdad de derechos, manteniendo un equilibrio para el cual ambos deben trabajar siempre.
En el amor sano la pareja fortalece su relación, según va superando etapas, construyéndolo día a día con detalles, entrega, entusiasmo, empatía, comprensión y admiración, lo que genera que se consolide con el tiempo.
En cambio, en el amor tóxico se siente con frecuencia descontento con la pareja que obsesivamente trata de dominar, ya sea controlando su tiempo, ropa, forma de pelo, amistades, familia y economía, provocando -como hemos manifestado en artículos anteriores- ansiedad, miedo, vergüenza así como culpabilidad y aislamiento.
Recordemos que, el control es manipulación, no amor, y va generando diferencias e incompatibilidades que terminan causando rechazo, agobio, frustración y depresión en quien lo padece.
Amables lectores el amor que merecemos disfrutar implica complicidad, placer, dedicación de tiempo de calidad, no sobreprotección o en caso contrario frialdad o indiferencia que producen sufrimiento.
También es necesario entender que, la felicidad debe de nacer de nuestro interior y compartirla con entusiasmo con nuestra pareja, sin aspirar a que sea nuestro complemento, porque de lo se trata es de formar un equipo, en el que el término “nosotros” sea el norte para aceptarse, apoyarse y admirarse.
En definitiva, el amor sano construye y brinda bienestar, mientras el tóxico destruye y genera malestar.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.