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El estudio no tiene sustituto: in memoriam Fernando Quiroz Cáceres
Iranna Flaviá Luciano
Pienso y Escribo
Existen personas que vienen al mundo y son únicas, nacen pocas cada 100 años, y llegan a marcar un precedente en la vida de las personas; ese era en vida mi querido suegro Fernando Quiroz Cáceres.
Fernando Quiroz Cáceres padre de 5 hijos, todos profesionales, justos y honestos, era un hombre cálido y de buenas maneras.
Era muy querido en su pueblo natal La Vega por todos los comunitarios, por ser un hombre desprendido con mano solidaria para quitar el hambre al necesitado de comida o de una sonrisa.
Lo conocí hace más de 15 años, y siempre fue el mismo, un hombre de buenas maneras y buen recibimiento, su casa era la casa a donde me gustaba llegar por su acogida, y por como era recibida.
Era un ebanista fino, tengo la suerte de contar en mi casa con algunos de sus trabajos que atesoro y cuido, la mayoría como regalo a su nieto Fernando Gabriel.
Cuando toco el tema de su parte como abuelo, diría que era uno muy consentidor, mi hijo siempre llegaba a La Vega y lo primero que hacía era tocar sus herramientas de trabajo, no puede negar, corre por sus venas, a lo que rápidamente decía déjalo, y hasta insistía en que el niño se llevara el martillo.
Por sus venas corría porque es de familia el ser honesto, legado que ha dejado a su hijo Fernando Quiroz, mi esposo, como su referencia a seguir.
Siempre me contaba muchas anécdotas, entre ellas sus trabajos con el ex agregado de la Embajada de los EE. UU., coronel Sam Houston. Siempre le decía a mi esposo: «¿Te acuerdas de Sam? Sam Houston, Houston como la ciudad». Él le aconsejaba: «Estudia, estudia, que el estudio no tiene sustituto». Fue de las últimas cosas que le oí decir y con las que se reía a carcajadas.
Esa es una de las mejores enseñanzas que le dejó a sus hijos y su mayor herencia, que sean hombres de bien pero sobre todo preparados.
Don Fernando siempre me demostró sus afectos y su aceptación, así eran sus obsequios, como los inolvidables sacos de plátanos, grandes y entrañables.
Nos vimos lo suficiente en estos más de 15 años como para siempre relacionarlo como si fuera mi padre, por sus acciones parecidas al mío, que partió hace casi 5 años, mi querido padre Guillermo Germán Flaviá Andújar.
Será difícil llegar a La Vega sin antes pasar por su casa, y no verlo rápidamente pararse de su jamaca a saludar y a agradar a su hijo, a su nuera y a su nieto.
Para Fernando Gabriel su nieto, será casi imposible explicarle que ya esas herramientas con las que jugó tantas veces, y a donde le gustaba tanto llegar ya no estarán.
Sí quedará su recuerdo por siempre, y los buenos momentos, sus carcajadas, y cada vez que vea Transporte Vegano, los víveres, los muebles y las herramientas todo me acordará a usted.
Sé que allá en lo alto está feliz, logró antes de partir reunir a toda su familia, todos se disputaban el cuidarlo, y como no hacerlo mi querido suegro, si era un amor.
Usted es de las personas que estará en mis conversaciones, y de las que han partido e indudablemente deseo volverle a ver.
Vuele alto don Fernando, nunca lo detuvo nada para lograr sus sueños. Tengo muchos recuerdos sobre usted, y su voz quedó grabada en todas sus canciones que tantas veces escuché.
Pienso y Escribo: Nunca está lejos aquel que está en nuestros pensamientos, quiero que sepa donde quiera que esté que los que estamos aquí en la tierra le queremos, su frase el estudio no tiene sustituto quedará por siempre en nuestra memoria.
Invito por esta vía a las misas que se estarán realizando esta semana en su memoria: