Impacto de la pandemia en aprendizaje de estudiantes
Alliett Ortega
Desde mi Perspectiva
Desde mi perspectiva esta semana abordaremos un tema que nos inquieta al menos a todos los que entendemos que la educación es el camino al desarrollo como país, y es el impacto de la pandemia de COVID-19 en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes, sobre esto se ha dicho muchas cosas, análisis, algunas estadísticas, pero aún carecemos de políticas públicas objetivas que nos dé respuesta a los cambios en que se encuentra el mundo, y permita identificar posibles consideraciones para los sistemas escolares que apoyen a los estudiantes en la recuperación y más allá , que nos permita volver a un esquema de confinamiento si la pandemia retorna, porque bien es sabido que aun la misma no ha terminado.
Desde mi perspectiva se hace necesario abordar esta problemática con un sentido de urgencia, ya que el desarrollo de Políticas Públicas que regule el acceso a un aprendizaje remoto e híbrido de calidad, y que permita variabilidad del lugar donde se implemente, minimice la inequidad existente de cada zona es urgente.
Ciertamente el desarrollo de mecanismos como lecciones por radio, por televisión y el aprendizaje en línea fueron respuestas no necesariamente inmediatas a la pandemia, pero que en cierta medida contuvieron la situación, pero a este retraso en el aprendizaje relacionados con la pandemia debemos de sumarle desigualdades históricas en el aprendizaje que venimos arrastrando. En promedio, los estudiantes tienen un atraso de 12 a ocho meses de clases respecto de lo que habrían sido sin la pandemia, pero el impacto varía ampliamente a las zonas del país debido a los niveles de pobreza. Y es que la pandemia también aumentó dichas desigualdades, por ejemplo, amplió las brechas entre la educación impartida por las escuelas públicas y las privadas. Otro aspecto relevante que nos ha dejado la secuela de la pandemia, y que nos dejara años de trabajo, y va más allá del aprendizaje, son los impactos sociales y emocionales en los estudiantes, con crecientes preocupaciones en la salud mental, informes de violencia contra los niños, aumento de la obesidad, aumento de los embarazos adolescentes y niveles crecientes de ausentismo crónico y abandono escolar.
Desde mi perspectiva los sistemas educativos a todos los niveles deben de responder a través de múltiples horizontes, adaptando sus estrategias en función del desempeño educativo preexistente, la profundidad y amplitud de los retrasos en el aprendizaje y la capacidad y los recursos del sistema tomando en cuenta aspectos como:
- Resiliencia: Reabrir las escuelas de manera segura para el aprendizaje presencial mientras se garantiza los mecanismos y la resiliencia para futuras interrupciones.
- Reinscripción: Anime a los estudiantes, las familias y los maestros a volver a participar en el aprendizaje en entornos de aprendizaje efectivos.
- Recuperación: Apoye a los estudiantes mientras se recuperan de los impactos académicos y socioemocionales de la pandemia, comenzando con la comprensión de las necesidades de cada estudiante.
- Reimaginar: Comprometerse nuevamente con una educación de calidad para todos los estudiantes, duplicando los fundamentos de la excelencia educativa e innovando para adaptarse.
Si bien es demasiado pronto para catalogar todas las formas en que los estudiantes se han visto afectados, estamos comenzando a ver indicaciones iniciales del costo que COVID-19 ha tenido en el aprendizaje en todo el mundo. Los retrasos en el aprendizaje fueron significativos, y los reveses fueron aún mayores, actuar con decisión a corto plazo podría ayudar a abordar los retrasos en el aprendizaje, así como el impacto social, emocional y de salud mental más amplio en los estudiantes. Al movilizarse para responder al efecto de la pandemia en el aprendizaje y la prosperidad de los estudiantes, hace necesario que el país deba reevaluar su sistema educativo: lo que ha funcionado bien y lo que debe reinventarse a la luz de los últimos dos años.
Desde mi perspectiva una comprensión tanto de la profundidad como de la amplitud de las necesidades de los estudiantes, el sistema educativo podría considerar tres palancas de aceleración académica: más tiempo, más atención dedicada y contenido más enfocado, se hace urgente un rediseño del currículo a todos los niveles, y es probable que la implementación de estas palancas varíe según el contexto, pero los objetivos generales son los mismos: superar tanto las brechas históricas como las nuevas pérdidas relacionadas con el COVID-19, y hacerlo en todos los indicadores académicos. Y es que el COVID-19 fue indiscutiblemente una crisis sanitaria y económica mundial, que causó una crisis educativa en una escala nunca antes vista. Sin embargo, la pandemia también demostró que la innovación y la colaboración pueden surgir de las dificultades. Trabajando juntos todos los actores del sistema se puede garantizar que los estudiantes que soportaron la pandemia no sean una generación perdida, sino que se definan por su resiliencia. Hasta una próxima entrega.