Tendencias de la moda que arrasarán esta primavera-verano 2025
El poder soberano del juez
“Legal Solutions in DR”
Dra. Susan Espaillat
Es una de las más altas dignidades de que puede estar investido el hombre.
El juez es la máxima autoridad de un tribunal de justicia cuya función principal es administrar justicia. El juez es la persona que resuelve una controversia o que decide el destino de un imputado, tomando en cuenta las evidencias o pruebas presentadas en un juicio.
Habitualmente son considerados funcionarios públicos y remunerados por el Estado e integran el Poder Judicial. Se caracterizan por su autonomía, independencia e inamovilidad sin que puedan ser destituidos de su cargo salvo por las causas establecidas en la ley. Son responsables de sus actos y sus decisiones son revisables y revocables por un organismo superior.
Nuestra Constitución establece los requisitos generales para ser juez en nuestro país: ser dominicano, hallarse en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos, ser licenciado o doctor en derecho, haber ejercido la carrera como abogado durante 2 años o haber desempeñado por igual tiempo las funciones de juez de paz o fiscalizador.
Además encontramos regulada sus funciones y actos disciplinarios por la Ley 327-98 del 9 de julio del 1998 que crea la Carrera Judicial y con ella la Escuela Nacional de la Magistratura. Dicha institución es dependiente de la Suprema Corte de Justicia, responsable de la coordinación e implementación del Sistema Nacional de Adiestramiento de todos los integrantes del Poder Judicial.
Sin lugar a dudas el juez es una de las más altas dignidades de que puede estar investido el hombre. Él es el dador de la justicia en nombre de la ley. Es el supremo defensor del derecho y de las instituciones jurídicas. Realmente goza de un poder soberano. Convive en aguas turbulentas por encontrarse entre dos intereses encontrados, por ende, suele ser la persona más incomprendida y más injustamente atacada.
A pesar de convivir entre diferentes razones y conflictos, el juez debe por tanto humanizar su actividad juzgadora. No basta ser un sabio y gran conocedor de las leyes, sino también, es necesario, administrar con misericordia y benevolencia, ya que resulta tener en sus manos el mayor poder entregado a un hombre sobre la tierra, como es el de decidir sobre la vida y la muerte, sobre la prisión o libertad, sobre la inocencia o culpabilidad de una persona.
La articulista es abogada, con una Maestría en Derecho Empresarial y un Post Grado en Procedimiento Civil, escritora del libro “La Responsabilidad Penal de las Sociedades Comerciales”.
Contacto: susan.espaillat@gmail.com.