Estado del clima en 2017: condiciones meteorológicas extremas y efectos devastadores
Estados Unidos.- Una temporada ciclónica muy activa en el Atlántico Norte, las grandes inundaciones causadas por los monzones en el subcontinente indio y continuas sequías graves en zonas del África Oriental contribuyeron a que 2017 fuese el año en que se documentase el mayor número de pérdidas económicas relacionadas con fenómenos meteorológicos y climáticos extremos.
Los efectos devastadores de las condiciones meteorológicas extremas en el desarrollo económico, la seguridad alimentaria, la salud y la migración se pusieron de relieve en la Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2017, que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publica todos los años. En el informe, confeccionado por la OMM con los aportes de los Servicios Meteorológicos Nacionales y los asociados de las Naciones Unidas, se brinda información detallada para respaldar la agenda internacional relativa a la reducción del riesgo de desastres, el desarrollo sostenible y el cambio climático.
La Declaración, en su vigesimoquinta edición, fue publicada para el Día Meteorológico Mundial, que se celebra el 23 de marzo. En la publicación se confirma que 2017 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tienen datos y el más cálido sin haber tenido influencia del fenómeno de El Niño. Asimismo, se examinan otros indicadores de largo plazo del cambio climático, como las crecientes concentraciones de dióxido de carbono (CO2), el aumento del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el calor oceánico y la acidificación del océano.
En 2017 se registraron temperaturas medias mundiales de alrededor de 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales. La temperatura media mundial del período comprendido entre 2013 y 2017 es la media quinquenal más elevada jamás registrada. Los nueve años más cálidos jamás registrados se han dado a partir de 2005 y los cinco más cálidos de todos ellos a partir de 2010.
“En el comienzo de 2018 se mantiene la tendencia de 2017: las condiciones meteorológicas extremas continúan cobrándose vidas y destruyendo medios de subsistencia. En el Ártico se observaron temperaturas excepcionalmente altas, mientras que las zonas densamente pobladas del hemisferio norte se vieron afectadas por fríos de especial crudeza y tormentas de invierno devastadoras. Australia y la Argentina padecieron olas de calor extremas, la sequía siguió azotando a Kenya y Somalia, y Ciudad del Cabo (Sudáfrica) se enfrentó a una gran escasez de agua”, afirmó Petteri Taalas, Secretario General de la OMM.
“Desde la primera Declaración sobre el estado del clima mundial, publicada en 1993, los conocimientos científicos sobre nuestro complejo sistema climático han avanzado con rapidez. Por ejemplo, podemos documentar la presencia de fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, el grado en que estos pueden atribuirse a la influencia del ser humano, y la correlación del cambio climático con las epidemias y las enfermedades transmitidas por vectores”, añadió el señor Taalas.
“Durante el último cuarto de siglo, las concentraciones de CO2 en la atmósfera han aumentado de 360 partes por millón (ppm) a más de 400 ppm, y se mantendrán por encima de ese nivel durante varias generaciones, por lo que el planeta enfrentará un futuro más cálido y una mayor cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos”, explicó el señor Taalas.
Las mediciones directas del CO2 atmosférico durante los últimos 800 000 años han indicado variaciones naturales de entre 180 y 280 ppm. “Esto demuestra que la concentración actual de CO2 de 400 ppm excede la variabilidad natural observada durante cientos de miles de años”, se especifica en la Declaración.
Repercusiones socioeconómicas
En 2017 se produjeron numerosos desastres con grandes impactos económicos. Munich Re evaluó el total de pérdidas por desastres provocados por fenómenos meteorológicos y climáticos en 2017 en 320 000 millones de dólares de los Estados Unidos, la mayor cuantía anual jamás registrada (después del ajuste por la inflación).
La temporada de huracanes del Atlántico Norte, impulsada por las temperaturas cálidas de la superficie del mar, fue la más costosa de la historia de los Estados Unidos y destruyó décadas de logros en materia de desarrollo en pequeñas islas del Caribe, como Dominica. De acuerdo con las estimaciones de los Centros Nacionales de Información Ambiental, las pérdidas totales en los Estados Unidos causadas por los huracanes Harvey, Irma y María ascendieron a 265 000 millones de dólares. El Banco Mundial estima que los daños y pérdidas totales ocasionados por el huracán que azotó Dominica alcanzan los 1 300 millones de dólares o el 224 % de su producto interno bruto.
Las naciones vulnerables se ven especialmente afectadas por los impactos climáticos, como se pone de manifiesto en un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional, en el que se advirtió que un aumento de 1 °C de la temperatura podría reducir considerablemente las tasas de crecimiento económico en muchos países de bajos ingresos.
El riesgo general de contraer enfermedades relacionadas con el calor o de fallecer como consecuencia del calor ha aumentado de forma constante desde 1980, y actualmente cerca del 30 % de la población mundial vive en condiciones climáticas capaces de generar temperaturas potencialmente letales al menos 20 días al año, según datos de la Organización Mundial de la Salud que se citan en la Declaración. En la publicación también se incluye una sección sobre la relación entre el clima y la epidemia del virus del Zika en América durante el período 2014‑2016.
En 2016 los desastres meteorológicos obligaron a 23,5 millones de personas a desplazarse. Como en años anteriores, la mayoría de esos desplazamientos internos estuvieron asociados a crecidas o a tormentas y ocurrieron en la región de Asia-Pacífico.
En Somalia siguen produciéndose desplazamientos internos masivos a causa de la sequía y la inseguridad alimentaria. Desde noviembre de 2016 hasta diciembre de 2017 la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registró 892 000 desplazamientos motivados por la sequía. En el Cuerno de África, a la limitada estación de lluvias de 2016 le siguió una rigurosa estación seca durante enero y febrero de 2017 y una estación de lluvias con escasas precipitaciones de marzo a mayo. En Somalia, a partir de junio de 2017 más de la mitad de las tierras de cultivo resultaron afectadas por la sequía, y desde diciembre de 2016 los rebaños disminuyeron entre un 40 y un 60% debido al aumento de la mortalidad y a las ventas a precios desfavorables, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Las crecidas afectaron al sector agrícola, especialmente en los países asiáticos. En mayo de 2017 se produjeron fuertes lluvias que causaron graves inundaciones y deslizamientos de terrenos en zonas del suroeste de Sri Lanka. Además, los efectos adversos de las crecidas en la producción de cultivos agravaron aún más las condiciones de seguridad alimentaria en un país ya asolado por la sequía, de acuerdo con la FAO y el PMA.
Los océanos
La temperatura en la superficie del mar a escala mundial en 2017 estuvo ligeramente por debajo de los niveles de 2015 y 2016, pero fue la tercera más cálida jamás registrada. El contenido calorífico de los océanos, que es una medida del calor existente en las capas superiores de los océanos hasta los 2000 metros, alcanzó nuevos niveles máximos sin precedentes en 2017.
En la Declaración se indicó que la magnitud de casi todos los componentes específicos del aumento del nivel del mar se ha incrementado en los últimos años, en particular, el derretimiento del manto de hielo polar, principalmente en Groenlandia y, en menor medida, en la Antártida.
Por segundo año consecutivo, las temperaturas de la superficie del mar superiores a la media que se dieron en la costa oriental de Australia provocaron una significativa decoloración de los corales de la Gran Barrera de Coral.
En la Declaración se incorporó una sección especial sobre la acidificación del océano de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). A lo largo de los últimos diez años, diversos estudios han confirmado que la acidificación de los océanos repercute directamente en la salud de los arrecifes de coral; en la prosperidad, la calidad y el sabor del pescado y el marisco de acuicultura; y en la supervivencia y calcificación de diversos organismos esenciales. Estas alteraciones tienen efectos en cadena dentro de la red alimentaria, lo cual se prevé que tenga, a su vez, impactos cada vez mayores en las economías con litoral.
Criosfera
A lo largo de 2017, la extensión del hielo marino se situó muy por debajo de la media del período 1981-2010 tanto en el Ártico como en la Antártida. La extensión máxima de hielo marino del Ártico en invierno fue la más baja recogida en los registros satelitales. El valor mínimo estival fue el octavo más bajo registrado. Sin embargo, debido a la lenta congelación, la extensión del hielo marino volvió a descender a unos valores mínimos casi sin precedentes para el mes de diciembre.
La extensión del hielo marino de la Antártida se ubicó en niveles mínimos jamás registrados, o cerca de ellos, a lo largo de todo el año.
El cambio del balance de masa del manto de hielo de Groenlandia entre septiembre y diciembre de 2017 estuvo cerca de la media. Aunque se produjo un aumento global de la masa de hielo, esto tan solo constituye una pequeña desviación con respecto a la tendencia general a la baja observada en los dos últimos decenios, durante los cuales, desde 2002, el manto de hielo de Groenlandia ha perdido cerca de 3 600 000 millones de toneladas de masa de hielo.
La extensión del manto de nieve del hemisferio norte estuvo cerca o ligeramente por encima de la media del período 1981–2010 durante la mayor parte del año.
Fuente: public.wmo.int