Feminicidios íntimos no cesan y son más crueles
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
La cruda realidad de nuestros tiempos es que en los seis primeros meses de éste 2022, 31 mujeres que deseaban ser felices con quienes un día dijeron amarlas, terminaron siendo asesinadas por sus parejas o ex parejas, 27 en su propio hogar, dejando en la orfandad a 36 menores de edad, algunos de los cuales fueron lamentablemente testigos de la tragedia.
Las estadísticas que recopila la Fundación Vida Sin Violencia, a partir de las informaciones publicadas en los medios de comunicación digitales e impresos, no tratan de visibilizar cifras frías, sino de crear cada vez mayor conciencia del derecho de vivir libre de violencia que merecemos todos y todas.
Los feminicidios son cada vez resultan más crueles, contribuyendo a aumentar nuestra capacidad de asombro. Para muestra citamos el caso de Themis Cruz en Santiago, que luego de ser asesinada a golpes, el agresor le inyectó gran dosis de cocaína para simular que había muerto de una sobredosis.
Asimismo, cabe mencionar los casos de una joven de nacionalidad haitiana que recibió 27 estocadas de armas blancas en Puerto Plata, el de una suegra que recibió 25, en plena Semana Santa, así como un hijastro fue gravemente herido o del hombre que tras discutir con su pareja embarazada estrelló el auto contra un árbol en la avenida Luperón falleciendo todos.
Consterna el feminicidio de Ingrid Germán Montero, en la provincia de San Juan, quien habiendo denunciado por violencia de género a su pareja, éste luego de salir de la prisión preventiva cumplió su promesa de asesinarla.
Amables lectores, pensemos en el valor que asume una víctima de violencia al denunciar a su agresor procurando que las autoridades la protejan, en cambio comprueba que sus esfuerzos resultaron en vano cuando el denunciado termina con su vida.
Es por ello que, todos y todas sin importar donde nos situemos, estamos compelidos a demandar y requerir que las autoridades, muy especialmente fiscales y jueces, tengan muy en cuenta la peligrosidad que representa un agresor antes de disponer de su libertad u otra medida que no le garantice a la víctima denunciante y sus familiares la debida protección.
¿Qué nos hace falta? Enunciamos no sólo el problema, aportamos soluciones ampliamente debatidas y consensuadas, como son estas:
- Que nuestros legisladores, con la misma facilidad que aprobaron en primera lectura un proyecto de ley que establece que los cigarrillos y el tabaco son patrimonio cultural, aprueben el proyecto de ley integral de prevención, atención, sanción y reparación para erradicar la violencia contra las mujeres, que tiene más de 10 años de estudio en el Congreso.
- Que el gobierno revise las políticas públicas, priorizando la eficiencia de las órdenes de protección judiciales de las denunciantes, para así garantizar sus vidas.
- Que se difundan campañas educativas de sensibilización en forma sistemática para fomentar una masculinidad respetuosa y corresponsable.
- Que, con carácter de urgencia, se les brinde asistencia psicológica y económica a los huérfanos de la violencia que les permita continuar su sano desarrollo emocional.
- Que eduquemos para la paz, con amor, límites claros, comunicación asertiva, en igualdad de derechos y valores de respeto, solidaridad y empatía para convivir libre de toda violencia.
Recordemos que, vivir en paz es un derecho que merecemos y requiere de acciones puntuales que deben adoptar las autoridades y del compromiso para su erradicación de toda la sociedad.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur