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Huérfanos feminicidios, realidad desgarradora
- Una investigación para la Fundación Vida sin Violencia, realizada por la antropóloga social Tahira Vargas García y su equipo, revela las consecuencias devastadoras que enfrentan estos niños, desde cambios radicales en su presente hasta desafíos socioeducativos y separación de hermanos.
- Se destaca la falta de herramientas en centros educativos para apoyarlos y la importancia de contarlos oficialmente, proporcionarles asistencia inmediata y proteger su derecho a vivir dignamente y libres de violencia.
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Las necesidades urgentes de atención, seguimiento y protección a los niños, niñas y adolescentes huérfanos por violencia machista han de ser visibles al Estado y la sociedad, en razón de que no pueden seguir siendo “víctimas invisibles” como siempre se les ha considerado.
A iniciativa de la Fundación Vida Sin Violencia, entidad que me honro en presidir desde hace 14 años, solicitamos a la reconocida antropóloga social Tahira Vargas García y su equipo de investigación, un estudio para conocer la realidad de los infantes huérfanos de los feminicidios del año 2022 y por considerarlo de interés destacaré sus resultados significativos.
La población huérfana investigada, en su mayoría antes de la tragedia, tenía indicios de que sus madres podían ser asesinadas, en razón de que ya habían recibido amenazas de muerte de sus ex parejas e intentaron prepararlos por si el hecho se materializaba.
El feminicidio le impactó su presente y futuro, generándole un cambio radical, tragedia en la que no sólo pierden al ser más sagrado que les da vida, sino también la figura paterna, ya sea por suicidio o por su apresamiento judicial.
Las condiciones socioeducativas de los huérfanos varían, ya que, algunos continúan su escolaridad observándose mayor presencia de las niñas y adolescentes, pero otros terminan abandonando las escuelas por recibir burlas, discriminaciones y bullying de sus compañeros o porque sus familiares no cuentan con los recursos económicos necesarios para que estudien en un colegio privado.
Llama la atención de la investigación que, el personal docente, directivo y de orientación de varios centros no cuentan con las herramientas necesarias para acoger y proteger a los huérfanos de los feminicidios y así evitar los patrones de exclusión.
A ello se le suma la dolorosa separación de sus hermanos, cuando la víctima deja 4, 5 y hasta 6 hijos e hijas, que muchas veces ocurre por la falta de ingresos económicos de los parientes, así como los conflictos de culpabilización que generan las familias maternas y paterna a raíz del hecho sangriento.
El drama humano no queda ahí, sino que, en muchos de los casos no reciben el amor y los cuidados que por sus derechos merecen de las familias acogedoras, sino prácticas de crianza desprovista de disciplina positiva, centrada en los intereses de los adultos, sin diálogos ni justicia para los infantes, lo que lastima su autoestima y sano desarrollo.
Otra realidad encontrada en la investigación fue que, las hermanas mayores se hacen cargo de los menores, pero el Estado no reconoce esta tutela y por ello no reciben los beneficios de programas sociales, además de que por falta de recursos la asistencia psicológica que reciben no es tan inmediata y sistemática como lo ameriten.
En definitiva, consideramos que a los huérfanos de los feminicidios hay que contabilizarlos oficialmente, asistirlos inmediatamente y protegerlos con todo el derecho que tienen de vivir dignamente y libre de violencia.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur