La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Humedales del Ozama: entre la belleza natural y las amenazas medioambientales
- Este parque natural sufre el constante peligro que representa la contaminación de los ríos cercanos. Se ha erigido como un recurso esencial para mitigar el calentamiento global y el cambio climático.
- A pesar de que estos estanques son fuente de vida e importancia, sus aguas se encuentran amenazadas por la contaminación que fluye en los ríos cercanos a las lagunas, producto de los desechos arrojados, como los pesticidas utilizados en los predios agrícolas, los derrames de combustibles, entre otros elementos que afectan la calidad del agua.
Por Wigny Santos Taveras
y Valerie Ramírez Díaz
Entre bosques y lagunas, el Parque Nacional Humedales del Ozama se ha convertido con el paso del tiempo en el hogar de la naturaleza gracias a los importantes beneficios que aporta al medioambiente de la República Dominicana. Sin embargo, los cuerpos de agua de esta reserva natural se enfrentan a la problemática que lleva por nombre ‘contaminación’ debido a los desbordamientos y residuos de sus ríos más cercanos.
Entrada al parque desde la comunidad La Victoria.
El Parque Nacional Humedales del Ozama es un área protegida ubicada en el municipio La Victoria, ( perteneciente hasta recientemente a Santo Domingo Norte). Cuenta con una superficie de 47.42 kilómetros cuadrados. Su nombre está asociado a uno de sus principales límites, el río Ozama. “El parque nace en la Loma Los Siete Picos y todas sus lagunas se encuentran en la parte media de este importantísimo río”, explica Raúl Rustand, administrador del parque.
Desechos y pesticidas
A pesar de que estos estanques son fuente de vida e importancia, sus aguas se encuentran amenazadas por la contaminación que fluye en los ríos cercanos a las lagunas, producto de los desechos arrojados, como los pesticidas utilizados en los predios agrícolas, los derrames de combustibles, entre otros elementos que afectan la calidad del agua, que la hacen no apta para consumir y mucho menos para el baño. A esto se le suma que estos caudales son bastante profundos y no permiten que los visitantes puedan sumergirse. “Tienen una profundidad de 25 a 30 metros, dependiendo de la zona” manifiesta el administrador del área protegida.
El limitante principal de estos cuerpos hidrológicos es el Río Ozama y, según comentó recientemente el director del fideicomiso DO Sostenible, Armando Paíno, este río se ha convertido en el segundo vertedero más grande del Gran Santo Domingo, asegurando que hay empresas que vierten sus desechos allí, lo que provoca un riesgo claro para la biodiversidad del parque.
Laguna manatí, principal masa de agua de los Humedales del Ozama.
Según una investigación del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) y The Ocean Cleanup, el Ozama vierte entre un 40% y un 90% de sus residuos plásticos directamente al mar Caribe. Esto supone que los desechos transitan en el trayecto de sus aguas por diferentes emplazamientos, incluyendo las lagunas de los humedales. “El río Ozama deposita agua al río Cabón que, a su vez, la transfiere a las lagunas que tenemos en la zona de Manatí y en otros puntos”, alerta Rustand.
Protección
A pesar de las amenazas medioambientales a las que se enfrentan, los Humedales del Ozama se han erigido como un recurso esencial para mitigar el calentamiento global y el cambio climático. Para Aleyda Capella, coordinadora de la Campaña Educativa “Manglares” del Grupo Jaragua, esta área “ayuda a la recarga de los acuíferos subterráneos y a controlar las inundaciones”. Igualmente, asegura que esta reserva natural purifica el aire y es hogar de múltiples especies. Según un informe realizado por el Servicio Geológico Nacional de la República Dominicana, estos ecosistemas de bosques subtropicales húmedos vinculados con las aguas subterráneas garantizan la disponibilidad de esta sustancia para los seres vivos y estabilizan la calidad fisicoquímica hidrológica.
Para asegurar la conservación del parque, Rustand junto a Franklin de La Rosa, presidente de la Asociación Dominicana de Guardaparques (Asodogua), y a un gran equipo de 36 personas, realizan un monitoreo constante que evita que los visitantes viertan aceites o cualquier tipo de desechos a los estanques. “Los guardaparques patrullan a diario para evitar este tipo de situaciones, para que las aguas de las lagunas que tenemos en el parque no se contaminen”, aclara el responsable del lugar. En adición, explica que “mantener siempre poblada de árboles todas sus orillas o toda la zona” permite crear un sistema natural de filtración ante estas contaminaciones que atentan contra los ecosistemas que componen el área.
Población de árboles a las orillas de la laguna manatí.
Asimismo, para mantener la conservación del parque también se realizan jornadas estudiantiles y de fundaciones medioambientales que colaboran en la repoblación de la flora que se deterioró. “Los estudiantes que nos visitan reforestan algunos de los puntos que no están bien poblados de árboles y también restauran aquellos que se han deteriorado”, señala Rustand.
La variedad de estanques es una de las características que distingue a este parque. “Hay lagunas con hasta 1.5 kilómetros y otras más pequeñas», afirma Rustand, quien asegura que tan solo en la parte de Santo Domingo se encuentran alrededor de cinco de estos depósitos de agua, entre los cuales figuran la laguna Manatí, Flamenco, Enea, Catalino y Elpidio. En ellas habitan una vasta diversidad de peces como el bagre, tilapia, caballa y guabinas, las cuales se pueden percibir mediante paseos en botes y actividades de pesca.
Por otro lado, para la preservación de las especies, tanto de flora como de fauna que alberga este parque, la activista de Grupo Jaragua sostiene que “el Ministerio de Medio Ambiente a través del Viceministerio de Áreas Protegidas y Biodiversidad debe dotar al área de la cantidad necesaria de personal entrenado en las labores de control y vigilancia, conservación de la biodiversidad, etc”, tomando en cuenta que esta área protegida es una de las grandes comunidades que brinda numerosas ventajas al entorno ecológico dominicano.
De acuerdo con la Ley Sectorial de Áreas Protegidas, número 202-04, en su artículo 14 en la categoría sobre los Parques Nacionales, se establece que entre los objetivos de estas zonas están: proteger la integridad ecológica de los ecosistemas, evitar explotaciones y ocupaciones intensivas que alteren sus ecosistemas, proveer las bases para crear las oportunidades de esparcimiento espiritual, de actividades científicas, educativas, recreacionales y turísticas, por lo cual debe cuidarse en gran medida. Mediante esta disposición se conserva y preserva la diversidad biológica del país, además de que se “evita que en estas áreas la gente entre a talar o a tomar los terrenos”, declara Rustand.
Créditos de fotografías: Autoras