Joseito Mateo: “No quiero ni recordar que le canté a esa gente”
Fernando Quiroz
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Santo Domingo.- “Llévense a ese hombre, y tránquenlo”, gritó Ramfis, el hijo del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
A la media hora el hombre escuchó unos pasos, un militar abrió la celda donde estaba, y con una soga en la mano le dijo: “Joseíto, yo lo siento…”.
Esta historia la cuenta a LISTÍN DIARIO, Joseíto Mateo, “el rey del merengue”, quien por muchos años cantó en las fiestas de la familia Trujillo, pero pagó un precio que aún no le permite esconder su enojo e impotencia.
Aunque temió que lo ahorcaran, el general Ramfis lo había mandado a amarrar porque alegadamente podía escaparse de allí; le comunicó mientras lo sujetaba el militar solo conocido como Careto, quien fue jockey de los caballos del hijo del tirano y al momento era franqueador motorizado.
Joseíto fue atado como un andullo sentado en una silla, y así tuvo que tirarse al piso para poder descansar.
Su desgracia comenzó cuando Ramfis lo designó segundo teniente de la Aviación Dominicana en un viaje a Los Ángeles, California, en el Yate Angelita, el segundo más lujoso del mundo.
“Eso me sacó del arte, me limitó todo. Fui militar sin ser militar, siempre estuve como artista y me comporté como artista”, dijo.
Una de las cosas que más lamenta es que el régimen le negó el pasaporte para ser visado y cumplir su sueño de ir a cantar al extranjero. “Estaba hastiado ya de ellos, y de la manera que me trataban”, expresó.
Durante once años fue cantante de la Súper Orquesta San José, la cual junto a la orquesta Generalísimo, que dirigía el maestro Luis Alberti, eran las principales bandas musicales de la Era.
Todo un repertorio de merengues en alabanzas al tirano y a sus obras eran compuestos y tocados en los más elegantes salones de baile. La primera vez que Joseíto salió del país con la Súper Orquesta San José viajó a Puerto Rico en el año 1948, para amenizar actos de la juramentación de Luis Muñoz Marín y otras actividades en el pueblo.
En el año 1958 Joseíto pasó entonces a cantar al conjunto de Ramfis denominado “Decid tres veces que haces”, que tenía como consigna “beber, beber y beber”.
El hijo de Trujillo disfrutaba de la fama, del dinero y del poder en fiestas con bellas mujeres en las más famosas ciudades y los selectos centros de diversión del mundo. Cuando Joseíto viajó a Los Ángeles en el yate Angelita a tocar a celebridades de Hollywood, fue arrestado porque se negó a cantar, pues estaba enfermo.
La última fiesta
La última vez que amenizó una fiesta a Ramfis Trujillo fue la noche del 18 de noviembre de 1961, fecha en la que Ramfis abandonó el país. La fiesta de despedida fue realizada en la residencia de Boca Chica.
Ramfis no dijo nada en público, se observaba bailando, pero notablemente intranquilo.
“Creo, que fue después…cuando ultimaron en Hacienda María a los grandes héroes de aquella época, que Dios los tenga en la gloria”,
Los músicos llegaron cerca de las 8:00 de la noche de ese día, y se fueron, tras su salida, al otro día. Amanecieron tocando.
El Yate Angelita lo esperaba en alta mar para trasladarlo a Francia.
Frente a Trujillo
Un domingo temprano estaba Joseíto en Hacienda María, esperando para actuar con la orquesta en un pasadía que ofrecía Radhamés Trujillo, el hijo menor del dictador, a sus amigos de la “cofradía”.
Mientras esperaban a Radhamés y a sus invitados, llegó Trujillo y todos se sorprendieron. Andaba vestido de ropa de campo, con una fusta de montar a caballo.
El capitán que dirigía el grupo musical mandó de inmediato un atención militar y todos los músicos se pusieron de pie. Trujillo comenzó a preguntar por los nombres de cada uno de ellos, mientras se le colocaba al frente, llevando en las manos. El último resultó ser Joseíto.
Y usted ¿cómo se llama? le preguntó Trujillo.
Yo soy José Mateo, Joseíto, segundo teniente, adscrito a la banda de música de la Aviación Dominicana y del conjunto Decid Tres Veces que Haces, del general Trujillo hijo, señor, ñle respondió.
–Ah, tú eres el mentao Joseíto, –agregó el tirano.
–¡Sí, señor! –volvió a responderle el cantante a todo pulmón, mientras observaba que Trujillo echaba tremenda carcajada.
Un trago fuerte
Un 31 de un mes que no recuerda, Joseíto ya llevaba cinco días tocando sin descanso en las diferentes actividades que el régimen le agendaba. Estaban en Boca Chica y los músicos se caían del cansancio.
“Estos músicos están muy lento, denle un trago largo de whisky puro”, reclamó Ramfis.
La idea era que cada oficial se bebiera de un solo sorbo toda la bebida y pusiera el vaso boca abajo.
“A Joseíto, que es un greñú –buen cantante–, déselo más largo”, ordenó Ramfis.
El cantante dio unos pasos hasta quedar frente a Ramfis, y le dijo: “General, yo no puedo tomar ese trago”. Puso el vaso en la mesa y todos los presentes quedaron paralizados. En ese momento fue que Ramfis ordenó su encierro. Se le acercó un capitán de apellido Nolasco, un negro fuerte, y lo levantó por el cuello del traje mientras en la otra mano llevaba una ametralladora.
“¡Cuidado!”, advirtió Ramfis, enviando en un mensaje de que no lo fuera a asesinar. Nolasco entonces lo dejó caer y lo empujó en el suelo.
Lo montaron en un jeep del Ejército y lo llevaron arrestado por cinco días a un puesto de guardia en la entrada de Andrés, Boca Chica.
Al amanecer le quitaron la soga, pero lo dejaron por cinco días allí. Como castigo también le rasparon la cabeza, las cejas y el bigote.
LE RENUNCIÓ EN LA CARA A RAMFIS
Al concluir una de las fiestas que Ramfis les dedicó a sus padres, el dictador Trujillo y doña María, en su casa de Hainamosa, Joseíto recuerda que a él le gustaba compartir con los músicos como si fuera un cantante.
Esa noche se acercó, estaba la orquesta Generalísimo del “jefe”, dirigida por el maestro Luis Alberti, un hombre muy educado formado.
-Joseíto, habla algo, muchacho- dijo Ramfis.
-Bueno, general, cuando uno tiene unos tragos en la cabeza, siempre dice la verdad – le respondió, Joseíto.
-Pues di tu verdad, Joseíto- le autorizó.
-Yo lo que quiero es salir de la guardia- le expresó.
Ramfis no respondió. Bajó la cabeza y se marchó junto a sus amigos. Joseíto tuvo que enfrentar los severos reproches de sus compañeros músicos quienes entraron en pánico.
“Te voy a matar, si nos botan”, le dijo el tamborero Marino Cadet, quien también era oficial de la aviación, una categoría envidiada.
Cuando se presentaron el lunes al cuartel, seguía el temor de que el grupo se desintegrara si Joseíto renunciaba.
Lo llamó Gilberto Sánchez Rubirosa, el asistente de Ramfis, a la comandancia en San Isidro. Entró al despacho e hizo el saludo militar.
De inmediato el oficial le refirió que el comentario generalizado era que él había acabado la fiesta con el comentario que le hizo a Ramfis. Joseíto logró que aceptaran su renuncia y quedó como asimilado militar.
Publicado originalmente en el Listín Diario
30 de mayo de 2010
Entrevista realizada por Fernando Quiroz