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La personalidad, y el entorno laboral
Desde mi Perspectiva
Alliett Ortega
Esta semana en Desde Mi perspectiva, quiero continuar llevándoles temas relativos a lograr el Bienestar organizacional, y porque no iniciar por las personalidades, y es que es uno de los temas más discutidos, y es que por lo general se cree que el desempeño exitoso en un empleo involucra solo destrezas intelectuales y prácticas, pero sin embargo especialistas aseguran que el conocimiento, y la experiencia necesitan integrarse también a relaciones interpersonales efectivas, pero como lograr esto cuando tenemos tantos tipos de personalidades, y es que teóricamente, ese conjunto de actitudes para interactuar de forma apropiada con los demás se conoce como inteligencia emocional y hace referencia a las competencias que determinan la conducta de un individuo para reconocer rasgos de personalidad tanto propios como ajenos.
Actualmente tener esta habilidad aplicada al campo laboral permite que un empleado se sienta satisfecho con el cargo asignado, desarrolle hábitos productivos, sea persistente en los proyectos, esté motivado, desarrolle empatía, controle impulsos y maneje el estrés, y es que la inteligencia emocional incentiva el desempeño integral de un trabajador.
Además de ciertas habilidades laborales, la inteligencia emocional fomenta la construcción de relaciones cálidas y el trabajo en equipo porque promueve la realización conjunta de actividades, y es que no ser capaz de establecer vínculos afecta el desarrollo de un trabajo. Una persona puede tener todo el conocimiento en la parte técnica de su cargo, contar con un máster o Phd. (doctorado), pero si no interactúa con los demás le será muy difícil trasmitir sus conocimientos y, en consecuencia, su labor se verá perjudicada.
Cada vez hay más estudios que determinan que no encajar bien en un trabajo causa frustración y estrés. “Estas condiciones provocan que los trabajadores no pongan tanta atención en su labor como deberían, les resulta poco interesante y no estimulante. Este tipo de comportamiento o reacción se vuelve contra ellos ya que sus jefes opinan que son pobres ejecutantes y la situación puede empeorar. También es cierto que, a medida que la situación mejore –con suerte– serán los primeros en dejar ese puesto y buscar uno en el que encajen mejor” mientras tanto, hay que aprovechar las posibilidades y sacar el máximo provecho. De todo se puede aprender, es por esto que la personalidad influye en el trabajo que escogemos y este repercute en nuestro bienestar. En estos tiempos hay que esforzarse por superar obstáculos, aprender de las dificultades y confiar en nuestras capacidades y objetivos. La personalidad no determina por sí sola los tipos de trabajo que finalmente se consiguen, pero sí influye junto a la historia familiar (el tipo de trabajo de los padres, familiares y amigos) y, por supuesto, las necesidades económicas. Estas sí son determinantes. Si en tiempos económicos normales, hay que estudiar mucho y haber adquirido las habilidades técnicas necesarias, en tiempos económicos difíciles, más en estos tiempos tan volátiles, esto es aún más importante.
Es por esto que la empatía cada día mas es una habilidad obligatoria en el entorno laboral, y es que al faltar una buena empatía se establecen bloqueos o cierres emocionales en la comunicación, lo cual afecta el entorno laboral, es por esto que las organizaciones deben preocuparse por incentivar en sus líderes el manejo de la inteligencia emocional porque las habilidades de un directivo generan impacto en los demás, por lo general muchas personas que ocupan niveles de supervisión cuentan con conocimiento y experiencia pero no manejan de manera correcta sus relaciones personales, por lo general, un directivo tiende a evadir este tipo de problemas y, en ese caso, es conveniente que la organización le demuestre los beneficios de aplicar la inteligencia emocional para incrementar los resultados. Asimismo, ante la insatisfacción hay que manejar bien las emociones. Los problemas laborales deben contemplarse como un reto personal, como un ejercicio desde dentro, aprender a poner buena cara al mal tiempo y a buscar la felicidad y la tranquilidad incluso en situaciones difíciles. Tampoco hay que tener miedo a pedir ayuda cuando algo no se domina o a aceptar limitaciones y tomarlo como un aprendizaje, así como trabajar en el positivismo, el optimismo y la flexibilidad. Por el contrario, llegado un punto de hastío que pueda perjudicar la salud, hay que ser valiente como para decir basta.
Decía Albert Einstein que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y los países, porque trae progresos”. Asimismo, recordaba que “de ella nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado”. Haciendo caso a sus sabios consejos no hay que desesperar, darle la vuelta a la moneda y convencerse de que esta también puede ser la oportunidad para mejorar o renovarse. Desde mi perspectiva lo principal es saber lo que uno quiere, reconocer las habilidades que uno posee y luchar por ello. Hasta una próxima entrega.