Las lecciones que nos dan los niños
Pienso y Luego Escribo
Iranna Flaviá Luciano
La vida de un niño es fascinante, llena de aventuras; cada momento es un encuentro con cosas nuevas, y el camino hacia un nuevo aprendizaje.
Si nos ponemos a observar el recorrido que hacemos hasta llegar a la vida adulta, nos damos cuenta de que el tiempo nos va puliendo cual producto acabado.
Los niños con su corta edad no se encuentran en la capacidad de reconocer los desafíos que depara el futuro, por lo tanto están lejos de ellos.
Solo viven el momento presente, relajados, sin ofenderse, inocentes y ajenos a toda preocupación que pueda surgir de los afanes del diario vivir.
Nosotros los más maduros al pasar los años, y aun entendiendo que el aprendizaje nunca termina, tenemos mucha enseñanza que copiar de ellos.
Como por ejemplo el estar relajados: Cuanto nos angustiamos por cosas que no han llegado, y tal vez nunca lleguen, se pierde el sentido del resto, y el saborear cada instante.
El sonreír: Si nos fijamos unas de las características de los niños es que sonríen constantemente, sus caras están relajadas, libres de toda perturbación, siempre iluminados.
Si los niños están cansados duermen y descansan: No hay nada más reparador que el sueño para comenzar otro nuevo amanecer, los niños duermen como lirones porque no se van a la cama pensando en mañana ni pasado.
Son dóciles, nobles, inocentes: Por lo cual no alteran su alma, no tienen espacio para odiar, porque no conocen de rencores, es por esta razón que son amados por casi todos.
Solo una cosa a la vez: No se estresan, es más, ni conocen el significado de eso, lo que les permite llevar a cabo sus tareas tranquilos, en paz, una a la vez, y sin perturbaciones.
Si como adultos aprendiéramos de los niños, cuantas horas de plenitud tendríamos y una inteligencia nueva que sería difícil de copiar por como ven sus cerebritos el mundo.
Pienso y Luego Escribo: Las lecciones de la vida son como la de los niños, mientras menos mente se les da a las cosas, mayor felicidad.