La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Los candados del amor
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
En un mundo donde cada vez las relaciones amorosas parecen más fragiles y perecederas, todavía hay quienes creen que colocando un candado en un puente turístico contribuirá a mantener su amor.
En visita reciente a la ciudad Salzburgos, lugar de nacimiento del prodigioso músico austríaco Wofgang Amadeus Mozart, tuve la oportunidad de recorrer el puente Makartsteg o de los candados, que une el casco antiguo con el moderno.
Se trata de un paseo peatonal que llama la atención de los turistas por permanecer adornado con una gran cantidad y colorida de candados que colocan parejas de enamorados, quienes luego proceden a lanzar las llaves al río Salzach, bajo la creencia cultural de asegurar su amor para siempre.
Sabemos que en París, Londres, Roma y otras ciudades europeas también existen este tipo de puentes, en que notamos que el color predominante de los candados es el rojo y a los que suelen ponerles los nombres o iniciales de las parejas.
Recordamos que en nuestro país hemos observado candados del amor en el parque Iberoamericano, colocados dentro de un gran corazón.
Ver esta práctica símbólica me llevó a las siguientes reflexiones: Primero, comprender que una parte de la población nacional y mundial que coloca estos candados sigue apostando a un amor para toda la vida tras entender que ha encontrado la pareja perfecta, acción que forma parte de lo que culturalmente llamamos el amor romántico.
Sin embargo, bien sabemos que las relaciones que permanecen en el tiempo se sostienen en base al compromiso, complicidad, admiración, lealtad y comunicación mutua, para decirse si te apoyo en las alegrías y las tristezas, en la salud y en la enfermerdad, en los triunfos y los fracasos.
La segunda reflexión es tratar de entender ¿Por qué cándados? El sano amor no es una cerradura para mantener bajo llave, al contrario es de apertura para dialogar, comprender, llegar a acuerdos, planear en unidad, tomar decisiones conjuntas y llevar un proyecto de vida en común.
La tercera reflexión es que, no podemos ser tan ingenuos de continuar incentivando este tipo de prácticas simbólicas, que aunque luzcan bonita y llamen la atención de los turistas, no garantizan el amor duradero, que ha de cultivarse día a día con pequeños detalles que le hagan sentir a tu pareja que volverias a elegirle una y otra vez como compañero de vida para formar una familia.
Mi invitación a convertirnos en agentes de cambio para que nuestra juventud continue creando conciencia de que las relaciones sanas no son espacios de cerraduras, de imposiciones, de lucha de poder, sino de fluir en el respeto, amor y paz.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur