Los jóvenes demandan tiempo
Promoviendo la Paz
Yanira Fondeur
El pasado viernes tuve la posibilidad de compartir con estudiantes de término de un centro educativo del sector Los Guaricanos, como parte de las actividades de la Feria Internacional del libro, y en representación de la Fundación Vida Sin Violencia que me honro en presidir.
En este encuentro pude constatar la escasa comunicación que tienen ellos con sus progenitores y sus quejas por las manifestaciones violentas de sus profesores.
Uno de ellos me dijo “usted cree que es posible que yo llegue de la escuela y le diga a mi mamá bendición y ella me grite fregaste”. Enseguida le externé que él estaba en su derecho de hacerle reflexionar expresándole en tono bajo y respetuosamente “mami le pedí su bendición”, a lo cual me respondió que la reacción de su madre sería decirle “tú quieres que te parta la boca”.
Actitudes autoritarias como la antes narrada son frecuentes en los hogares, teniendo como consecuencias en los hijos e hijas manifestaciones de inseguridad, desapego, falta de comunicación, miedo y normalización de conductas de malos tratos.
En ocasiones la falta de recursos económicos, el estrés en los centros de trabajos y hasta ser víctima de violencia por parte de su pareja, constituyen factores de riesgo que posibilitan que padres o madres descarguen sobre los hijos y las hijas toda la tensión que acumulan interiormente, pero nada justifica una acción violenta y eso debe quedar muy claro en la conciencia de cada quien.
Gritar no es más que una manifestación de la conducta que revela la falta de control de la ira y que, aunque puede lograr en lo inmediato una reacción como la esperaba el que agrede verbalmente, a la larga contribuye a destruir las relaciones.
Ante lo comprobado, sugerí a los chicos y chicas que invitaran a sus progenitores a conversar y que viéndoles las caras, dejando a un lado los inseparables celulares, les expresaran en tono bajo su inquietud de saber qué pensaban ellos acerca de: ¿Cuándo fue la última vez que me preguntaste cómo me sentía? ¿Sabes cuáles son mis sueños? ¿Cuál consideras que es mi mejor amigo? ¿Qué crees que es lo más importante para mí en una chica o en un chico? ¿Sabes cómo me va en la escuela? o ¿Sabes cómo me veo en el futuro.
Lo cierto es que para dos personas dialogar se requiere de voluntad, buena escucha, comunicación afectiva así como conciencia de los beneficios que les aportará a ambos.
En ese encuentro los estudiantes además me manifestaron de las humillaciones, menosprecios y descalificaciones que reciben de algunos docentes, requiriéndonos ofrecerles capacitaciones para que mejoren su actitud de respeto hacia al alumnado.
Sin temor a equívoco estoy convencida que conversar con los jóvenes siempre resulta interesantísimo, por lo que desde esta columna “Promoviendo la paz” les exhorto encarecidamente a recordar que los mejores regalos que les podemos brindar a ellos son tiempo de calidad, una gran sonrisa, un fuerte abrazo, palabras positivas, estimulantes y nuestro apoyo incondicional.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
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