Los niños y las mentiras
Por Betania Cruz
“Familias Sólidas”
Trabajadora Social y Terapeuta Familiar
Los niños pueden mentir.
Usan la mentira como mecanismo para defenderse de alguna experiencia que les puede afectar negativamente. Normalmente, mienten por temor a enfrentar los efectos que supone decir la verdad.
Antes de los cinco años (edad aproximada) es posible que los niños hablen sobre lo que tiene que ver con sus fantasías, sin que haya una intención de mentir, plenamente consciente. Es más, o menos a partir de esa edad cuando pueden empezar a mentir.
Posibles razones:
Evitar un «no».
No recibir la consecuencia a su mal comportamiento.
Negar alguna responsabilidad.
Evitar el enojo de sus padres y temor a ser sancionados.
Procurar sentirse valorados al aparentar ser los «héroes» de alguna situación.
Protegerse de cuestionamientos que pongan en evidencia una falta.
Defenderse de una realidad que puede ser dolorosa para ellos.
Evitar que los adultos dejen de tener una buena imagen de ellos.
Para ser aceptados, no rechazados.
Cuando mentir se vuelve recurrente y sistemático, hay que ponerle más atención.
Es posible que haya un problema con uno de los padres y las mentiras busquen satisfacerles, ilusoriamente o si el niño se ve sometido a un estilo de disciplina autoritario, puede usar la mentira como mecanismo para evitar la crueldad de un castigo o actitud grosera e incomprensible de un progenitor.
La manera como el adulto (padres, maestros, figuras de autoridad) maneje la situación, puede tener mucho que ver con la forma en que el menor reaccione. Si siente horror por esto, la posibilidad de mentir va a aumentar.
Si los padres son muy insistentes y “quieren saberlo todo” las mentiras serán un mecanismo de “auto protección”. Tanto en niños como en adolescentes, las mentiras tienen que ver con tratar de evitar una consecuencia o tratar de conseguir un beneficio.
¿Qué pueden hacer padres ante las mentiras?
Hacerles saber la importancia de decir la verdad. Decir la verdad supone hacerse cargo de sus acciones y asumir la responsabilidad de las mismas. Use una forma calmada y que provea confianza y seguridad, no amenaza.
Los adultos son un ejemplo para los hijos, por lo que es importante hacer lo mismo que se les pide. Ser coherentes con lo que se dice y se hace es una enseñanza fundamental que les da seguridad y confianza.
Una vez se descubre que están mintiendo, es importante proveer posibilidad de reparación (disculparse y pedir perdón) y pensar en los motivos de por qué lo han hecho.
Con los niños más pequeños, será importante explicarles que mentir está mal, pero que eso no significa que sean malos.
No es favorable que el hijo se dé cuenta que alterando la realidad obtiene un beneficio, porque así aprende a decir mentiras para evitar sus responsabilidades, y de adolescente engañará para probar sus propios límites y salirse con las suyas.
Personas Sólidas forman Familias Sólidas y estas construyen una Sociedad Sólida.