Tendencias de la moda que arrasarán esta primavera-verano 2025
Los Techos de Cristal
Desde mi Perspectiva
Alliett Ortega
Esta semana en desde mi perspectiva hablaremos de un término que desde hace varios años, y en diferentes lugares, se viene utilizando, y es la frase de ‘’Techos de Cristal’ , «glass ceiling barriers» en el original en inglés, apareció por primera vez en un artículo del Wall Street Journal en 1986 en los Estados Unidos, en el cual describía las barreras invisibles a las que se ven expuestas las mujeres trabajadoras altamente cualificadas que les impedía alcanzar los niveles jerárquicos más altos en el mundo de los negocios, independientemente de sus logros y méritos.
Desde la Psicología social se han realizado numerosas investigaciones destinadas a tratar de explicar esta situación, por esto diversos estudios abordan el tema desde un conjunto de variables psicosociales (valores y rasgos estereotípicos de género) y organizacionales (satisfacción experimentada en el trabajo, identificación con la organización, conflicto experimentado en el trabajo, disposición a invertir tiempo y esfuerzo para ascender en la organización y percepción de interferencia entre el trabajo y la familia), con el fin de identificar cuáles de estas variables «discriminan» o «distinguen» a los hombres de las mujeres (tanto los que desempeñan un rol directivo como los que no), así como a las personas del mismo sexo que ocupan roles diferentes (líderes vs subordinados).
Y es que los techos de cristal están construidos sobre la base de rasgos que son difíciles de detectar, pueden parecer imperceptibles, o aparentar que todo está bien, pero aparecen cuando las mujeres se acercan a la parte superior de la jerarquía organizacional, y les bloquea la posibilidad de avanzar en su carrera profesional hacia cargos de nivel gerencial y ejecutivo. Pero esta desigualdad de género, ocurre a todos los niveles, en la ciencia, en el plano laboral, político, y educativo, y estas barreras, que a menudo no son de cristal sino más bien de hormigón, no desaparecen por sí solas. Por otro lado, la invisibilidad del techo de cristal provoca que sea muy difícil explicar su existencia, y como dije anteriormente pueden mantenerse imperceptible.
La discriminación que sufren miles de mujeres en todo el mundo, lejos de ser un hecho histórico que poco a poco ha ido cambiando, sigue muy presente, y es que aun las mujeres deben trabajar más para ganar lo mismo que un hombre, el salario no es la única barrera de ese techo de cristal, también lo es la falta de visibilidad femenina, que provoca serios prejuicios sobre las capacidades de las mujeres para acceder a puestos de responsabilidad o recibir galardones por su trabajo. Como ejemplo, basta recordar que la última edición de los premios Nobel reconoció la labor de siete científicos, dos economistas, un político y un músico. Ninguno de ellos era una mujer.
En materia de participación política de la mujer, por ejemplo en la República Dominicana va de reversa con respecto a los avances que se han dado en Latinoamérica; mientras que en Latinoamérica, el promedio de legisladoras totaliza el 24%, en República Dominicana sólo el 18.5% de los escaños es ocupado por mujeres. Estamos 5.6% por debajo de Latinoamérica en cuanto a la presencia de mujeres allí donde se hacen las leyes, las cuales se están elaborando sin tomar en cuenta a la mayoría de la población que somos mujeres. De 190 diputaciones, solo 40 son ocupadas por mujeres, es decir, una proporción de 21% de diputadas frente a 79% de diputados. De 34 puestos en el Senado, solo dos son ocupados por mujeres, que representan apenas el 5.8% de la Cámara Alta. En el Poder Ejecutivo, de 21 ministerios, sólo tres tienen mujeres a la cabeza, es decir, apenas 14% de mujeres frente a un 86% de hombres. En el ámbito municipal, de 155 alcaldías, solo 12 son ocupadas por mujeres, lo que representa un 7.7% versus un 92.3% de hombres.
Otro caso es en la gestión pública en la cual el 64% de la plantilla nominal es mujer, de un monto aproximado entre 650,000 y 700,000 personas trabajando en el Estado, un poco más si se incluyen los de los ayuntamientos, por lo cual es una obligación seguir trabajando no sólo por una mayor inclusión en condiciones equitativas de la mujer, sino por ir un poco más allá, y es que romper el techo de cristal es, sin duda, una herramienta poderosa para impulsar la economía y, por lo tanto, nuestra competitividad y desarrollo; y esto solo se dará si desde el mismo Gobierno nos convertimos en ejecutores de nuestras propias políticas de inclusión.
Necesitamos comenzar a incentivar redes de mentoras: detrás de cada mujer, una mujer. Necesitamos Transversalizar el enfoque de género en todas las áreas de la actividad humana. Necesitamos políticas públicas diferentes. Y por sobre todo, necesitamos educar de otro modo, educar en el valor de la igualdad desde la infancia. Lograr no sólo que niñas y niños tengan igualdad de oportunidades de acceso a la educación, sino también igualdad en el aprendizaje de habilidades a través de la práctica del deporte o de la exposición a la ciencia y la tecnología. Necesitamos educar para derribar estereotipos, para que ninguna joven, mujer o niña tenga que pedir perdón o permiso por ser ambiciosa, por su vocación de líder o por perseguir sus sueños. Hasta una próxima entrega.